La producción de Ciencia y Tecnología, no escapa del sistema económico donde se desarrolla; en un sistema capitalista, la producción de ciencia y tecnología se hace con el fin de lograr un monopolio sobre las ideas, científicas y tecnológicas. Y para qué a alguien se le va a ocurrir ser el dueño y señor de […]
La producción de Ciencia y Tecnología, no escapa del sistema económico donde se desarrolla; en un sistema capitalista, la producción de ciencia y tecnología se hace con el fin de lograr un monopolio sobre las ideas, científicas y tecnológicas. Y para qué a alguien se le va a ocurrir ser el dueño y señor de una idea? … pues, fácil: las ideas producen o mejoran cosas, y las cosas son compradas por la gente, así que ser el dueño de una idea, permite ponerle el precio que le dé la gana a la cosa y la gente que necesita o quiere la cosa, no le queda otra que comprarla al precio que se la quiera vender el monopolista de la idea o la cosa, es aquí donde comienza el capitalismo, con la apropiación del conocimiento, no importa que sea robado a miles de años de evolución, a los conocimientos ancestrales, o a un campesino.
Desde el siglo 15, se creó la forma de producir ciencia y tecnología, al servicio del capital, es decir, el sistema que permite apoderarse, monopolizar, las ideas, con el otorgamiento del primer derecho a monopolio a Brunelleschi, y es lo que hoy se llama: Sistema de Propiedad Intelectual. Por cierto, ser el dueño y señor de una idea también tiene otro nombre: egoísta, pero nadie jamás va a escuchar, que a alguien se le llame: monopolista de la idea, o egoístas, por el contrario, se les llama: titular de patente, titular de derecho de autor, titular del derecho de obtentor, fitomejorador y otros nombres encubridores, así que pueden empezar a llamarlo Sistema del Egoismo, es lo mismo.
Hay cosas de cosas, pero hay una cosa de vital importancia para los seres humanos, mejorada por ideas científicas y tecnológicas, (aunque también ha sido destruida por otras ideas científicas y tecnológicas de investigadores inescrupulosos), que nos permite, entre otras bondades, alimentarnos: las semillas.
Las semillas son el producto de millones de años de evolución natural, y otros tantos años de mejoramiento en base a selección, injertos y otras prácticas saludables, por parte de campesinos y pueblos indígenas. Mejorar una semilla es semejante a pensar que se agrega una nueva «idea a la semilla», que puede ser: la mayor resistencia a bajas temperaturas ó el mejoramiento en el tamaño producto de seleccionar y sembrar las más grandes. Pero al sistema de propiedad intelectual, le importa un comino el tiempo que haya pasado la Naturaleza, y posteriormente campesinos e indígenas produciendo semillas en base a tecnologías saludables, desde que se instauró en el planeta, lo único que respeta es el tiempo de los titulares de derecho y los investigadores que siguen sus reglas, un registro de derecho hace que; toda la historia natural y la de los seres humanos generosos sea volada de un plumazo, cuando estos supuestos «titulares de derechos» le suman su idea, a las millones de ideas que pudieron haber tenido los millones de años de evolución natural y la de millones de personas, que aportaron sus ideas científicas y tecnológicas de mejoramiento de las semillas, y las comparten e intercambian para el bien común. Parece que hay algunos que piensan que las ideas científicas y tecnológicas de los campesinos e indígenas son de menor categoría, o menos importantes, que las de «ellos», y por eso no merecen respeto y son «ellos» los únicos que pueden ser amos y señores de las semillas.
Obtener el monopolio de propiedad intelectual sobre una idea, en este caso, una semilla, es uno de los procesos más ineficientes para producir conocimiento científico: un grupito pequeño de investigadores, (mientras más pequeño mejor, ya que así las empresas o instituciones para las que trabajan gastan menos en pagarles los honorarios), trabajan en secreto, sin revelar ningún adelanto de sus investigaciones para que nadie se las «robe», algunas veces años y años, hasta que logran la «altura inventiva», «aplicabilidad industrial» y la «novedad» para poder patentar o ser «merecedor de derechos». Cuánto se podría acortar éste tiempo si trabajaran de forma «abierta» y permitieran que varios investigadores aportaran sus ideas?. Muchos de estos investigadores y titulares que monopolizan las ideas, son pagados por toda la población, cuando se trata de instituciones de investigación gubernamentales, como la que pretende crear el proyecto de ley de semilla: «Instituto Nacional de Semillas, ver: art. 9». Así que los venezolanos pagaremos a investigadores para que apliquen procesos ineficientes de investigación, para monopolizar tecnologías asociadas a las semillas.
Mantener el monopolio de una idea, en este caso, una semilla mejorada, requiere del pago de un monto inicial y otros normalmente anuales por parte de su «dueño». Esto garantiza la propiedad por un tiempo determinado y la posibilidad de que el titular le ofrezca a otra persona la posibilidad de producir su propiedad. El proyecto de ley de semilla, estipula varios artículos para establecer las tarifas que deben pagar los dueños de los derechos de obtentor: 69, 70, 71 y la forma en la que estos pueden otorgar licencias: art6, numeral 26, art. 71, numeral 11. Todos estos procesos son realizados por los investigadores o titulares para regalar libremente a la humanidad el producto de «su esfuerzo»… pues no, lamentablemente: no, es para poder tener el monopolio sobre una de las cosas que no se pueden dejar de comprar, porque si no, no existiría la vida: las semillas, la comida!, que ahora debe tener, adicionalmente, el monto que le cobrará el «dueño» de la semilla por gastos administrativos del monopolio; lo último que se puede pensar es que quien investiga y produce ciencia y tecnología de forma egoísta y hace uso de un sistema egoísta, al final del camino será generoso.
Así que en el caso de instituciones de investigación del Estado, pagaremos a investigadores que hacen uso de procesos de producción de tecnologías ineficientes, para que se apropien e impidan el uso y mejoramiento libre, de ideas y productos que evolucionaron natural y colectivamente, para que nos aumenten el precio de los alimentos!.
El proyecto de ley de semilla, pretende protegernos de los transgénicos, haciendo uso del sistema que usan los transgénicos para protegerse, es decir, privatizando todas las semillas, … absurdo,… lo que hace falta es mejorar los sistemas de detección de transgénicos, y facilitar la obtención de las pruebas diagnósticas antitransgénicos.
Para terminar quiero decir que si existe la posibilidad de crear un sistema que permita «resguardar las ideas colectivas», «las semillas colectivas», como dice la activista Ana Felicién, en contraparte a la «protección» que promueve el Sistema de Propiedad Intelectual. Sería muy ingenuo pensar que en un mundo donde todo se privatiza, el conocimiento libre puede convivir con la propiedad intelectual, sin ser afectado.
Ese nuevo Sistema, ya lo intuía el Comandante Chávez cuando dijo en el 2006: «El conocimiento no puede ser privatizado, es universal como la luz del sol, o como el viento, o el agua de los ríos. Nadie puede decir que la luz del sol es mía». La misión debe ser la construcción de un sistema que permita el resguardo de las ideas colectivas, de las semillas colectivas, que puedan ser usadas, estudiadas, compartidas y mejoradas libremente y que estas mejoras también sean libres de usar, estudiar compartir y mejorar, que anexarle unas ideas no puedan nunca convertirlas en el monopolio de un grupo, una GPL de semillas pues. El Conocimiento libre, las ideas libres, las semillas libres, deben estar identificadas, descritas, y clasificadas para poder ser útiles, esto es lo que debemos construir. El resguardo de las ideas colectivas con estos principios, es uno de los primeros pasos de la producción de ciencia y tecnología para el socialismo. Las semillas libres, deben ser parte vital de la seguridad alimentaria, la propiedad intelectual no sirve al socialismo y debe quedar fuera de las semillas, ya que la comida, no se negocia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.