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La «democracia» sin máscaras

Fuentes: Rebelión

Se tiran y nos tiran por la cabeza sus fuertes y mutuas acusaciones, se retrucan, se muestran compungidos, se llaman a la cordura… Así se va desarrollando la campaña electoral de los de siempre, frente a los ojos cada vez más ajenos, cansados y hastiados de quienes somos objetos de sus afanes, el «pueblo maravilloso», […]

Se tiran y nos tiran por la cabeza sus fuertes y mutuas acusaciones, se retrucan, se muestran compungidos, se llaman a la cordura… Así se va desarrollando la campaña electoral de los de siempre, frente a los ojos cada vez más ajenos, cansados y hastiados de quienes somos objetos de sus afanes, el «pueblo maravilloso», como solían decir. Tan lejos están de nosotros que creen que una legión de artistas -Moria, Brandoni, Morgado, Artaza y otros- pueden mejorar el triste espectáculo que nos presentan.

«Me prohibieron que me presente», acusa Chiche. «Nos quieren proscribir como hace 40 años», retruca la esposa del presidente, en un juego de espejos que está muy lejos de reflejar a quienes masivamente protagonizamos la rebelión de 2001/2002 para frenar la catástrofe social, y haciendo responsable de ella a toda la dirigencia política. La actual confrontación electoral, lejos de intentar comprender aquellas gestas y sus reclamos, sigue tan sorda como antes. No hay proyectos de país en debate. Sólo acusaciones y golpes de efecto para debilitar a uno u otro adversario. Se pretende de esta manera -y más allá de acusaciones- dar un corte abrupto desde arriba y por las urnas, al profundo reclamo democrático que conmovió a la mayoría de la sociedad y que sigue pendiente de resolución.

Dime con quien andas y te diré quien eres

Los primeros gestos del gobierno K, que ilusionaron con la posibilidad de una renovación de la política, representaron nada más que un espejismo. La recomposición como ganadores -ya no con la «convertibilidad» sino con el modelo actual de dólar alto- del mismo bloque de grandes empresas nacionales y extranjeras de los ’90, fueron mostrando la gran distancia existente entre los encendidos discursos y las frías decisiones políticas. Las compensaciones millonarias a los bancos, el mantenimiento de las privatizaciones y las negociaciones para la aplicación de paulatinos tarifazos, el «honrar la deuda» y su pago, a pesar de las dramáticas necesidades de la población, y especialmente la brutal caída de los salarios a partir de la devaluación, le permitieron recomponer un bloque dominante que obtiene altísimos beneficios, ahora bajo el liderazgo de los grandes exportadores del campo. Como así también ganar consenso social por la recuperación económica, las fuertes críticas contra la dictadura y el reconocimiento a la lucha de los organismos de derechos humanos…

Pero el grave costo social que la crisis nos dejó, no cierra por ningún lado. Millones de seres humanos viven en la más absoluta miseria y exclusión, sin posibilidad alguna de que les pueda llegar algún mísero «derrame» de las fabulosas ganancias que disfrutan los grandes empresarios dueños del país.

Por el contrario, allí está Lavagna para defenderlos, el que terminó acusando a los ¡porteros de los edificios! de ser responsables del repunte de la inflación de Junio. ¡Y esto sin que se le caiga la cara de vergüenza!

Esta política económica-social marca un límite infranqueable a cualquier posibilidad de renovación política. El lanzamiento electoral de Cristina Fernández de Kirchner, junto a todos los gobernadores del viejo aparato del PJ -salvo Romero de Salta y Rodriguez Saá de San Luis- y a gran parte de la plana mayor de los «gordos» de la CGT, no representa más que la entronización, ya sin máscaras, de la vieja política. Lejos quedaron las transversalidades, aunque los «generosos» recursos oficiales hayan servido para domesticar o comprar dirigentes políticos y de los movimientos de desocupados. Lejos también quedó el pluralismo sindical con el que la CTA soñó ser reconocida, hoy ahogado en el abrazo de Kirchner con Moyano.

Y si alguna duda quedara de que están todos los que quisimos que se vayan, ahí están Cavallo, Chacho Alvarez y Menem, protagonizando «El regreso de los muertos vivos»… Si hasta De la Rúa se sintió motivado a declarar -como si a alguien le importara- «que no piensa postularse a cargo alguno» .

Un patrón de estancia

Muchos son los ejemplos en que este régimen presidencialista a ultranza que se practica, limita ampliamente las libertades democráticas más elementales. Así, se promulgaron más decretos «de necesidad y urgencia» en dos años (unos 200) que durante todo el gobierno Menemista; es permanente el acoso a la prensa para recortar la libertad de expresión; se castiga económicamente a aquellos medios que hacen críticas (no enviándoles propaganda estatal); se osa «acomodar» o criticar las cifras que dá el Indec cuando no son favorables; se intenta destruir cualquier oposición o crítica política con argumentos descalificatorios; se detiene a delegados de ATE de la Casa de Gobierno porque preparaban una manifestación reclamando aumento salarial. Y seguiría un larguísimo etcétera…

Y como buen patrón de estancia, no permite que nadie ose mover algo en su Provincia, Santa Cruz. Allí descargará toda su furia, especialmente si de trabajadores se trata. Tuvo largos meses detenidos a trabajadora/es desocupados por el sólo delito de reclamar empleo. Hoy están libres, pero con juicios que penden sobre sus cabezas. Hace pocos días detuvo a trabajadores estatales que reclamaban aumento salarial en Pico Truncado…

Nuestros sueños no caben en sus urnas

La apuesta de Kirchner de confrontar con Duhalde por el control del aparato del PJ -al tiempo que apunta a hacer desaparecer cualquier oposición- es arriesgada, especialmente en un país que viene de una profunda crisis institucional, y en la que la clase política se ha llevado los principales cuestionamientos. La crisis de dominación que sufre el conjunto del continente latinoamericano y que terminó con la renuncia de 8 de sus presidentes por la movilización popular en los últimos años, tampoco juega a favor de la política de K. Ahí está Bolivia para mostrar que las políticas neoliberales aplicadas en el Continente son cada vez más tenazmente resistidas por sus pueblos.

Y si bien en épocas normales la tendencia del pueblo es a depositar confianza en quienes dirigen desde arriba, las profundas crisis, polarización social y despojos de nuestros países hacen cada vez más cortos los períodos de calma y normalidad. Ahí está Bolivia para mostrar que las políticas neoliberales aplicadas en el Continente son tenazmente resistidas, una y otra vez, por sus pueblos. También está Venezuela para demostrar la tenacidad y voluntad de su pueblo.

Relaciones carnales en medio de las rebeliones en América Latina

K sabe que su destino se juega también en América Latina y por eso toma un rol activo en defensa de la geopolítica norteamericana en la región, más allá de algunas discrepancias puntuales. Si durante el gobierno de Menem, su canciller graficó con la célebre metáfora de carácter sexual el tenor de las relaciones del gobierno con el de EE.UU., hoy se pretende hacernos creer que estas relaciones habrían variado cualitativamente. Lejos de ello, la diplomacia argentina cumple un importante rol en el mantenimiento del orden imperial en nuestra América Latina, el tradicional «patio trasero» de EE.UU.

El gobierno K se propone como garante de que no estalle el polvorín boliviano; presiona para incorporar a Venezuela al concierto de naciones «previsibles» para los Estados Unidos, manda tropas a Haití junto a Brasil, en un rol de policía que los marines yanquis se ven dificultados de tomar; colabora con el intervencionismo yanqui, como en la OEA, donde la delegación argentina jugó un rol central para aprobar el «monitoreo de las democracias» que asumiría el organismo comandado por Estados Unidos. O aprueba las leyes que Rumsfeld exigió en su visita a Buenos Aires, el «Convenio Internacional para la Represión del Financiamiento al Terrorismo» y la «Convención Interamericana contra el terrorismo», que dejan las puertas abiertas para que Washington pueda agredir a cualquier país con sólo catalogarlo como terrorista…

En este mismo sentido, la reciente instalación de una base militar de EE.UU. en Paraguay le facilita a EE.UU. el control del acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, tras la mentirosa preocupación por supuestos nidos de «terroristas» en la triple frontera. El recibimiento oficial a la IV Cumbre de la Américas, donde el genocida Bush vendrá a dar órdenes a sus agentes de los gobiernos americanos, es otra faceta de estas vergonzantes relaciones carnales, y que despertará sin dudas, el rechazo popular de nuestro paí
s y el Continente.

La macroeconomía crece, el país real pasa por otro lado

Más allá de los éxitos electorales que pudiera tener el gobierno, y que, sin dudas, son un sostén importante, el país «en serio» que propugna K no tiene futuro. No lo puede tener, cuando sus clases dominantes basan su reproducción en un modelo agro-exportador que destruye el suelo, agota los recursos naturales y somete a millones al desempleo, al hambre y a sueldos que apenas alcanzan a cubrir el 25% de la canasta familiar, calculada hoy en más de $1800.

El gobierno presentan cifras que muestran el crecimiento del PBI o del superávit fiscal. Pero sólo son cifras que denotan el desprecio que sienten hacia el pueblo. Porque cuando el 56,4% de los menores de 18 años son pobres y el 23,6% son indigentes, es decir, más de 8 millones de niños y jóvenes, según datos del INDEC, se está asesinando toda perspectiva de país. Y estas son las únicas cifras que interesan.

Sin embargo, hay otras cifras que nos permiten alentar esperanzas. Según el Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, en el mes de junio se registraron 127 conflictos laborales, triplicando el promedio mensual del último año. Los trabajadores ocupados continúan sumándose a la lucha contra el saqueo al que nos siguen sometiendo. Perduran, al mismo tiempo, las empresas recuperadas, los movimientos piqueteros y numerosos activistas de las asambleas, que -con un carácter diferente al que tuvieron durante el 2002- siguen organizando a importantes sectores, para una perspectiva de país diferente.

Las elecciones pasarán, y nuestros problemas seguirán siendo los mismos. Por esa razón se nos presenta, una y otra vez, la imperiosa necesidad de contribuir desde abajo, y a través de las luchas, a la construcción de una alternativa popular, capaz de transformar nuestra actual dispersión y debilidad en un proyecto de transformación social. Para ello es necesario impulsar debates, experiencias y articulaciones que permitan sentar las bases para otro país y otro Continente.
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