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Entrevista a Marie-Monique Robin, periodista y cineasta

«La doctrina de la guerra contrarrevolucionaria francesa prendió primero en Argentina y fue la matriz de la dictadura del ’76»

Fuentes: Télam

La doctrina francesa de la guerra contrarrevolucionaria, que pone el eje en el enemigo interior, la inteligencia y la tortura para las fuerzas armadas, donde primero y con más fuerza prendió en América Latina fue en Argentina, con los primeros asesores en 1957 y es poco conocido que fue la matriz de la dictadura del […]

La doctrina francesa de la guerra contrarrevolucionaria, que pone el eje en el enemigo interior, la inteligencia y la tortura para las fuerzas armadas, donde primero y con más fuerza prendió en América Latina fue en Argentina, con los primeros asesores en 1957 y es poco conocido que fue la matriz de la dictadura del 76, afirmó la periodista y cineasta gala Marie-Monique Robin.

«La famosa influencia de la doctrina de la seguridad nacional no se hizo efectiva más que a fines de los 60, y desempeñó un rol de consolidación de la enseñanza de los franceses. La doctrina francesa fue la que preparó el terreno para la dictadura monstruosa del general (Jorge Rafael) Videla», escribió en su recién reeditado libro «Escuadrones de la Muerte. La escuela francesa».

En una entrevista con Télam en Buenos Aires, tras su testimonio en Córdoba en la causa La Perla por delitos de lesa humanidad durante la dictadura, señaló que este desconocimiento «tal vez también tenga que ver con que en Francia esa doctrina que pone el eje en la tortura como arma (surgida en las guerras de Vietnam y sobre todo de Argelia) fue escondida, porque es como la cara oculta de una tradición de defensa de los derechos humanos».

«Aún hoy, más de 50 años después, sigue el secreto sobre los archivos franceses sobre la guerra de Argelia. A muchos documentos no se puede acceder. Es una cosa increíble. Es mucho más difícil que en Estados Unidos. Esperan que todos se mueran, como ya ocurrió con (el general Paul) Aussaresses (uno de los creadores de esa doctrina) o el ex ministro de Defensa, Pierre Messner», dijo la documentalista.

En el 2003, en Buenos Aires, entrevistó e hizo un documental, del mismo nombre que el libro, en el que hablan los generales Ramón Díaz Bessone, Reynaldo Benito Bignone, último jefe de la dictadura, y el ya fallecido Albano Harguindeguy, que abrió una brecha en el secreto aún existente sobre esa concepción francesa de la guerra sucia.

El general Díaz Bessone, cuando ya cree que las cámaras se han apagado le dice: «¿Cómo quiere usted obtener informaciones si no tortura? Por otra parte, a propósito de los desaparecidos, digamos que hubo 7.000 (minimiza), ¿qué quería que hiciéramos?¿Usted cree que se puede fusilar 7.000 personas? Si hubiéramos fusilado tres, el Papa nos habría caído encima como lo hizo con Franco ¡El mundo entero nos hubiera caído encima! ¿Qué podíamos hacer?¿Meterlos en la cárcel? Y después de que llegara el gobierno constitucional serían liberados y recomenzarían…»

«La misión francesa (en Argentina) duró hasta el 82. Pero el principal trabajo se hizo antes del golpe del 76. La división territorial en zonas, subzonas y sectores, con gran autonomía, la preparación ideológica, mental», todo eso es fruto de la misma doctrina, agregó Robin.

El mismo Bignone me reconoció, dice, que «‘la batalla de Argentina es una copia fiel de la batalla de Argel’. La única diferencia, precisó el ex jefe de la Junta Militar, ‘es que ustedes intevinieron en una colonia, mientras que nosotros lo hicimos en nuestro propio país'».

«Por ese documental y el libro -recordó Robin- fui citada muchas veces a declarar en los juicios contra los represores, ejecutores de aquella doctrina de guerra anti subversiva. Soy testigo clave, testigo protegido en muchos juicios» y agrega que también ha respondido varias veces por teleconferencia desde la embajada argentina en París.

La periodista explicó que esa doctrina francesa «tiene que ver no sólo con la cuestión militar, sino también con su concepción de un catolicismo integrista de influencia en las fuerzas armadas de ambos países, pero también con el conservadurismo de la cúpula de la Iglesia Católica argentina.

Como ejemplo, recuerda que «el cardenal Antonio Caggiano participó en 1961 en la inauguración de la primera Conferencia Interamericana de Guerra Contrarrevolucionaria» y cuatro años antes ya había creado en Argentina las vicarías castrenses».

Otras influencias fuertes de la doctrina de guerra anti subversiva francesa, estrechamente vinculada a las experiencias de las fuerzas armadas de su país en las guerras de Indochina (Vietnam) y Argelia, «se dio en Estados Unidos, en la ‘Escuela de las Américas’, y la transformación de sus concepciones de guerra clásicas», sostuvo Robin, también directora de cine.

Eso extendió la penetración, dijo, en Brasil, Chile, Uruguay, y otros países latinoamericanos cuyos oficiales participaron de los cursos de guerra contrarrevolucionaria de esa escuela norteamericana ubicada en Panamá hasta 1984.

«En Estados Unidos, la transformación de sus concepciones militares está asociada a John Fitzgerald Kennedy, que como senador viajó a Argelia, llevó luego asesores a su país, y con (Robert) McNamara (luego su ministro de Defensa desde 1961 a 1968)», sobre todo tras la revolución cubana, recordó Robin.

La periodista también dijo que la OAS (Organización del Ejército Secreto), que nació en Argelia de sectores militares que rechazaban la independencia de esa colonia, finalmente negociada por el presidente Charles De Gaulle, «no era la corriente más abarcativa de la ultraderecha, sino el propio ejército francés».

Recordó, en ese sentido, el acuerdo del gobierno francés con el presidente argentino Arturo Illia, en 1964, para recibir a 150 familias de militares galos, algunos recibieron tierras en Formosa, que integraron la OAS, y que el gobierno de París «se quería sacar de encima».

Por eso, en su libro menciona que cuando se produjo el secuestro de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, en la iglesia de la Santa Cruz, junto a Madres de Plaza de Mayo, el 8 de diciembre de 1977, una de estas últimas, Rosario Cerruti, logró escapar de la redada preparada por Alfredo Astiz.

Cerruti dijo en varias oportunidades, ante la justicia y el cónsul francés, que le llamó la atención un hombre rengo que rondaba el lugar minutos antes del secuestro y que desapareció cuando la «patota» se fue en sus vehículos.

Una investigación de Robin, y otras fuentes de prensa, mostraron que el «rengo» coincidía con un oficial de la OAS radicado en Argentina: Bertrand de Parseval, quien por supuesto negó todo y en el ’99 se fue del país y se instaló en Tailandia.

Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201506/110628-guerra-contrarrevolucionaria-america-latina-fuerzas-armadas-periodista-cineasta-marie-monique-robin.html