Polito Ibáñez fue el guía de la canción lúcida en el cartel de los conciertos del último fin de semana en La Habana. Lejos del coro de los que prefieren edulcorar la realidad y asumir el olvido de sus contextos originales, el músico aterrizó el sábado en el teatro Karl Marx ante miles […]
Polito Ibáñez fue el guía de la canción lúcida en el cartel de los conciertos del último fin de semana en La Habana. Lejos del coro de los que prefieren edulcorar la realidad y asumir el olvido de sus contextos originales, el músico aterrizó el sábado en el teatro Karl Marx ante miles de almas que respondieron al llamado de la Nueva Trova.
Grupos de persona, desafiando el martilleo de la llovizna y el aire frío de la noche, llegaron para cumplir el ritual poético que fue otra vez, documento de identidad de este contrafuerte de la canción cubana contemporánea, salpicada por los buenos aires de literatura de estos días en la capital cubana.
La demora en el inicio aumentó la ansiedad que provocó una explosión de aplausos poco antes de las diez, cuando el músico con vestimenta y gafas negras, emergió de una telaraña de luces, y dio inicio a l recorrido por diversos temas de su colección, ya clásicos de la banda sonora de varias generaciones de cuban@s.
Poco tardó Polito en demostrar que regresó con toda su coherencia artística a la carretera. Lo contrario a otros que ante el más mínimo destello de popularidad cambian de piel para seguir manteniendo un rincón en el estrellato.
Acompañado del enérgico desempeño de los músicos Raúl Herrera (batería), Ramón Cabrera (piano), Yadiel (bajo) y los guitarristas Hansel Arocha y Rolando Morales, comenzó la sesión íntima para incondicionales, llena de canciones de poesía urbana, desgarramiento y belleza, invulnerables a las balas del tiempo, varias con nuevos y originales arreglos que provocaron un efecto estimulante en el auditorio.
Diagnóstico de Siglo, Para no pensar y Somos números sirvieron de rampa de lanzamiento para tener un buen viaje a la dimensión histórica que se iba perfilando en las líneas germinales de este concierto.
El músico extrajo de la memoria otros temas clásicos de sus álbumes Recuento, Para No Pensar y Axilas. Piercing de amor, Odettemanía y Cada día, una erupción de luz en estos tiempos en que la música del siglo se abarata y va al bolsillo.
A través de una relación interactiva Polito respondía con bromas y guiños sònicos a los reclamos de sus seguidores «de la vieja guardia».
Algunos se balancearon rítmicamente en los asientos y en los espacios vacíos del teatro y hasta en un arranque de audacia un fanático subió al escenario para danzar al compás de los golpes de la batería en desafiante diálogo con los acordes de la guitarra de Hansel que parecían prender fuego al mismo aire.
En la mitad del concierto Polito invitó al ex-integrante de la banda Cuatro Gatos, Kelvis Ochoa, quien enseñó su chapa de sonero y de habitante de la comuna de Habana Abierta. Luego, otro invitado, el saxofonista, arreglista y compositor César López bañó los cuerpos hasta colmarlos de las mejores esencias de la música cubana.
Así, dueño de la noche, Polito dio paso a Doble Juego.
A estas alturas, parte de los jóvenes con pulòveres de Iron Maiden, Molotov, Sepultura y Nirvana esperaban los riffs y el canto gótico del thrash metal de Kcho… (canción dedicada al reconocido artista cubano) lo cual quedó para el futuro.
Después de concluir el concierto con un impactante remate a capella, muchos continuaban repitiendo las canciones. Otros, retornábamos por la calle mojada dispuestos a soñar con la esperanza de que la eternidad… será mañana.