1. En mi vida laboral como profesor -desde que al iniciarse la década de los 70 conocí los libros: La sociedad desescolarizada de Iván Ilich, La escuela ha muerto de Everi Reimer y La pedagogía del oprimido de Paulo Freire- aprendí que tenía el nombramiento de profesor pero que no tenía ningún derecho para mandar, […]
1. En mi vida laboral como profesor -desde que al iniciarse la década de los 70 conocí los libros: La sociedad desescolarizada de Iván Ilich, La escuela ha muerto de Everi Reimer y La pedagogía del oprimido de Paulo Freire- aprendí que tenía el nombramiento de profesor pero que no tenía ningún derecho para mandar, ordenar, imponer conocimientos a los estudiantes, sean de primaria, secundaria, preparatoria o facultad. A partir de 1972, como profesor del CCH-UNAM aprendí en la práctica la educación en libertad; que estudiantes y maestros estábamos siempre en proceso de aprendizaje, de construcción de conocimientos y que los exámenes y evaluaciones no tenían validez si eran unilaterales, si no eran autoevaluaciones. Desde entonces, hasta jubilarme en 2002 en la UADY, enterré cualquier autoritarismo.
2. Este modelo libertario teníamos que defenderlo con nuestra honestidad. Jamás firmamos entradas o salidas en la Academias del plantel educativo o en los grupos, pero sí pedíamos, exigíamos, a los alumnos que ellos nos controlaran la puntualidad y la organización de la sesión (clase) en el que ellos siempre tendrían una intervención directa. Por cualquier queja contra un profesor iban los estudiantes (ya empoderados) a la academia, y en asamblea de profesores los sustituíamos y eliminábamos las horas del profesor. Desaparecimos el estrado, el escritorio del profesor y sus largos discursos; nos sentábamos en círculo provocando que cada estudiante intervenga sobre el tema. ¿Para qué hacer exámenes si a cada momento estábamos escuchando intervenciones, planteamientos y críticas?
3. Sin embargo lo que más me llevó a la educación igualitaria fue el marxismo libertario y el anarquismo; a esto que llamaron los zapatistas: «mandar obedeciendo» o educar con el ejemplo. ¿Cómo exigir a los estudiantes que saluden, que sean amables, que sean puntuales, que sean estudiosos, que no se jodan a sus compañeros, si en la vida diaria el capitalismo enseña que unos se jodan a otros o al que se deja? Este modelo de enseñanza nos enseñó, a estudiantes y profesores, a ser muy solidarios con las luchas y las huelgas de trabajadores que estallaban mucho en los años 70. ¿Para qué examinar conocimientos librescos si en la vida cotidiana del CCH había mucho más riqueza de aprendizaje? Siempre la evaluación entre los compañeros de grupo y la autoevaluación fue el mejor camino.
4. Cuando fundamos en 1971-72 los cinco planteles de CCH y se conoció la educación libertaria y participativa los sectores de las clases dominantes dijeron que los estudiantes sólo serían «buenos grillos de mucho rollo», pero a los cinco años las facultades de la UNAM informaron que la educación libertaria del CCH despertaba y daba confianza a los estudiantes para cualquier materia. Yo estuve 12 años y, aunque se cometieron algunos errores, los egresados de aquellos años no han dejado de ser críticos y rebeldes ante la educación tradicional autoritaria. Nada de exámenes tradicionales y todo fue evaluación entre compañeros o autoevaluación. Los exámenes debieron desaparecer desde 1968, sino fuera porque es un magnífico negocio capitalista de pago de pruebas y derechos.
5. «La construcción de aprendizajes es un proceso colectivo, señala la CNTE; la evaluación no puede ser individualista, selectiva, excluyente, clasificadora, punitiva y menos competitiva, como han demostrado ser las pruebas estandarizadas, justamente eso rompe con el principio de la democracia. De ahí los foros comunitarios de las escuelas alternativas de la CNTE realizados para valorar los alcances, no sólo de los aprendizajes, sino del proyecto educativo escolar en el contexto social. La evaluación externa a los sujetos que viven y construyen su trayecto educativo, así como las pruebas elaboradas por instituciones de empresarios o los institutos autónomos que operan desde fuera de las escuelas y los sistemas educativos, violentan la capacidad autónoma de las personas para evaluar sus logros y dificultades, alcances y posibilidades». (Lev Velázquez)
6. La propuesta de la CNTE -escribe Velázquez- supone que sea una cuestión colectiva, desde la autonomía. El método tiene que ver con la sistematización de experiencias, significa recuperar lo vivido por los mismos participantes, ubicar el punto y el contexto al que se ha llegado acorde a los objetivos de la planeación escolar y comunitaria, de qué forma han participado los diferentes actores sociales, y qué falta por hacer, para así mismo trazar nuevos objetivos, dispositivos de aprendizaje, contenidos curriculares y responsabilidades pedagógicas. ¿Qué hacen las autoridades de la SEP y el INEE? Imponer autoritariamente un examen tradicional a los maestros, amenazarlos con despidos, seleccionar a los «buenos» haciéndolos firmar y suspender a los «malos» por críticos y rebeldes.
7. Empresarios y gobierno saben -pero tratan de esconderlo muy bien- que el problema educativo no es un asunto de técnicas de la enseñanza sino un problema de estructura económica y de política educativa. Los maestros han estudiado primaria, enseñanza media y licenciatura (18 años), han recibido sus títulos, sus nombramientos y poseen experiencias mil en el arte de enseñar, ¿por qué echarles la culpa del atraso escolar a los profesores si el 80 por ciento de los niños son hijos de padres pobres, miserables, desempleados, sin condiciones adecuadas para vivir en el campo o en la ciudad? No es un asunto de técnicas sino de una política privatizadora que busca hacer más negocios en educación, legislar para crear profesores sumisos y obedientes y desbaratar a la CNTE por ser un peligro para la clase dominante.
Blog del autor: http://pedroecheverrríav.