Si la demanda prospera, podría servir de precedente para artistas que se encuentran en una situación similar
Mucho se ha hablado de los contratos leoninos de las compañías discográficas, contratos que se han endurecido todavía más con la crisis del CD y las descargas gratuitas en Internet. Mucho se ha hablado, pero pocos grupos se han atrevido a denunciar su situación con claridad y en voz alta. El trío de hip hop La Excepción es, como su propio nombre indica, una anomalía.
El grupo de Pan Bendito, barrio obrero del extrarradio de Madrid, ha demandado a Zona Bruta/Warner Music (las discográficas que publican sus discos) «por contrato abusivo y engañoso, así como por el retraso en los pagos y la falta de pago de numerosas copias y miles de recopilatorios». «En la industria discográfica todavía existe la esclavitud», sentencia Mónica Sevil, la abogada de la formación.
La historia es la siguiente y la cuenta Antonio Moreno, Gitano Antón, voz de La Excepción: «En octubre de 2007 ganamos el premio MTV Europa al mejor grupo español. Le pedimos a la compañía que nos hiciera un poco de promoción, aprovechando el tirón, pero se negaron. A continuación nos metimos a trabajar en una reedición del disco, que iba a completarse con un documental sobre la gira y colaboraciones con otros artistas. Cuando se lo presentamos, de golpe y porrazo, nos echaron todo para atrás». Su compañero al micrófono, Juan Manuel Montilla, El Langui, añade: «Incluso querían cambiar una canción que habíamos grabado con Rosendo».
Según el grupo, la compañía les dijo que el motivo por el que rechazaron hacerles promoción tras ganar el premio MTV es porque daban pérdidas. «Y entonces les dieron la novedad», relata Nuria Arias, manager de La Excepción, «les dijeron que como daban pérdidas, si querían más promoción, iban a tener que darles el 5% de su caché por cada concierto». Público contactó ayer con Zona Bruta / Warner Music para conocer su versión, pero responsables del sello declinaron hacer una declaración.
Callejón sin salida
Llegado este punto, el grupo intentó negociar su salida del sello. «Entre los artistas, es jerga común el término Carta de libertad, como los esclavos. Si al final tienes la suerte de que tu empresa te da una carta de libertad, generalmente es tras pagar a la compañía tu salida, que es lo que pretendía Zona Bruta / Warner Music. Nos hemos pasado un año intentando negociar la salida para evitar la demanda, y no ha habido forma. Porque no los querían soltar», explica Mónica Sevil.
Según Sevil, abogada que ha llevado procesos judiciales de numerosos artistas discográficos, «esta práctica es habitual entre los sellos. Por ejemplo, al director artístico de la discográfica no le gusta tu tercer disco. Y en lugar de dejarte marchar a otra compañía, te ordena cambiarlo y hasta que no les guste no lo publican. Y hay casos de gente a la que han tenido hasta cinco y seis años sin grabar. Por eso a veces se dice: ¿Qué fue de tal artista? Pues que la compañía no le deja grabar. Es vergonzoso».
Históricamente, los grupos no se han atrevido a acudir a los tribunales para defender sus derechos. «Tienen miedo de convertirse en artistas non gratos en la industria subraya Sevil; además, hubo una famosa sentencia contra Los Deltonos, que perdieron un juicio contra su sello y les prohibieron actuar en público. Con estos precedentes, es normal que no se atrevan».
Contratos con mentiras
Otro de los motivos de la denuncia alude, directamente, a los engaños que encierra su contrato. En concreto, el grupo hace referencia al pago del royalty, que es la cantidad que se llevan por cada disco. En su caso, es un 10% del precio de venta al distribuidor, pero con unos descuentos. «Unos descuentos que son absolutas mentiras y que figuran en los contratos de todas las multinacionales. El más conocido es el descuento del 25% en concepto de packaging, es decir, por fabricar el CD y su caja. La realidad es que hacer un disco cuesta 80 céntimos, que es el 10% del precio de venta al distribuidor (unos ocho euros), y no el 25%», detalla Sevil.
Según Sevil, las compañías se aprovechan de la «débil posición contractual» de los grupos y de su ignorancia en materia legal: «Los contratos discográficos son muy fuertes, con muchas cláusulas incomprensibles, prácticamente iguales en todas las compañías. En música no hay convenios colectivos, ni mínimos de contratación. Se admiten contratos de cesión de derechos a las editoriales por toda la vida del autor y 70 años después de su muerte sin ponerlo claramente, y estos contratos se escapan a todo tipo de control». Como dice Antonio Moreno, «cuando firmamos no teníamos ni 50 euros, hubiéramos firmado cualquier cosa»
Uno de los aspectos fundamentales de la denuncia de La Excepción es su efecto llamada. «Esto podría tener mucha trascendencia para otros músicos, porque estamos hablando de contratos de adhesión que no se negocian, son todos iguales. Si un juez declara nulas esas cláusulas, que contienen mentiras y se obtienen mediante engaño, podríamos conseguir que esta nulidad se aplicara a otros músicos, que sentara precedente», concluye la abogada de La Excepción.