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La extrema derecha y la sombra del «gato»

Fuentes: Rebelión

A través del reciente acuerdo con Javier Milei el expresidente Mauricio Macri trata de acercarse al “segundo tiempo”, tal el implícito augurio contenido en el título de su libro anterior “Primer Tiempo”.

Nos referimos a un nuevo acceso al poder político, ahora por el camino oblicuo de un pacto electoral orientado (aún más) hacia la derecha radical.

Quien escribe estas líneas estuvo tentado de escribir algo así como “se alió con la extrema derecha”. Hubiera sido una afirmación errónea derivada de un hábito a superar. Macri “es” ultraderecha; parte integrante de esa corriente desmesurada. Con menos desparpajo que Milei, al menos hasta hace poco, pero ultraderechista al fin. No en vano habló una y otra vez de las “buenas ideas” del hombre de la motosierra.

El otro, el mismo

Seguro que “Mauricio” se siente satisfecho de poder ser del todo él mismo después de mucho tiempo. Lejos quedaron “la revolución de la alegría” o el pregonado propósito de dejar en pie “lo bueno” que habían hecho los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner Fueron sus contraseñas en los comicios de 2015 y de modo residual en los de 2019, para “pescar” votos en la entonces llamada “avenida del medio”.

Pero ahora sí, basta de Jaime Durán Barba y su incitación a la “amabilidad”, fuera Marcos Peña y su big data. Hora de, sin timideces, enarbolar como propia la versión más brutal del programa de máxima del gran capital.

Y de hacer votos más furiosos que nunca por la “extinción” del kirchnerismo, tal como se cansó de enunciar en la campaña para la primera vuelta la candidata de Juntos por el Cambio (JxC). Un lenguaje “eliminacionista” que trae el reverbero de tropelías dictatoriales del pasado, aún frescas.

Luego del rotundo fracaso electoral de la primera vuelta, debido en gran parte a sus propios devaneos con La Libertad Avanza (LLA) en general, y con su aspirante a presidente en particular, el también dirigente de la FIFA finiquitó en cuestión de horas su entendimiento con las autodenominadas “fuerzas del cielo”.

Apenas se tomó el tiempo de presionar a Patricia Bullrich para sumarla al nuevo emprendimiento, en base a instalar en ella la creencia de que era su única posibilidad de supervivencia política. Esto último luego de quedar tercera en una elección en que su fuerza de pertenencia supo ser favorita hasta no hace mucho.

Para el resto de sus compañeros (con perdón de la mala palabra “populista”) de JxC, sólo la oferta de una adhesión rápida y sin remilgos al acuerdo repentino e inconsulto. Y si no, un puntapié en salva sea la parte.

Sin reparar en si se trata del cofundador de su partido PRO y sucesor en la jefatura de gobierno porteña (Horacio Rodríguez Larreta); de la vicejefa en su segundo período de gobierno en CABA y primera y hasta ahora única gobernadora macrista en “la Provincia” con mayúsculas (María Eugenia Vidal). O de su jefe de gabinete en la fallida gestión presidencial (el ya mencionado Peña), en la que el empresario devenido en político endeudó a varias generaciones.

Para qué hablar de la Unión Cívica Radical (UCR), “excrecencia socialdemócrata” en el lenguaje mileísta. Calificación que es muy probable que Macri comparta a pleno en su fuero íntimo. Entretanto, sonó la hora de cobrarle a Gerardo Morales, el carcelero de Milagro Sala. Quien en aquella convención radical de Gualeguaychú de 2015 se opusiera a la conformación de la alianza “Cambiemos” a la sombra del expresidente de Boca Juniors. Antipatías que perduran.

Avanzan las tinieblas

Según variados observadores y fuentes off the record el aspirante “libertario” experimentó desde el primerísimo momento los impulsos autoritarios y destructivos de “Mauricio”. Pulsiones en las que quien ocupó el poder ejecutivo entre 2015 y 2019 no aspira a ninguna autocontención. Le basta con procurar el sometimiento de sus “socios” del momento. Reservándose la potestad de reducirlos a polvo si insisten en no obedecerle. O si, simplemente, su capricho es derruir la personalidad política del sometido de turno.

Parece ser que ya desde la “reunión secreta” en la residencia del exmandatario en la cual se selló la nueva entente, M.M. trató de fijarle pautas para casi todo al bisoño candidato de LLA: Diseñarle el futuro gabinete, la campaña para el balotaje y hasta inducir a cambios en su equipo más cercano. Parece ser que el ultraliberal, con la ayuda de “el jefe” encarnado en su hermana Karina y tal vez el espíritu del difunto perro Conan, lograron morigerar los efectos del ataque a paso de carga del líder de PRO.

Un lenguaje que atrasa varias décadas suele atribuir a los varones y mujeres que unen un gran patrimonio con el espíritu despótico, el comportamiento de “patrón de estancia”.

Hace mucho tiempo que en la sociedad argentina quienes detentan de modo prepotente la conjunción de poder económico, político y cultural, en realidad se comportan como “dueños de fábricas” (o de empresas constructoras, como en el caso que nos ocupa), que es lo que son. Y no como propietarios de fantasmales propiedades “feudales” pertenecientes a un pasado ya lejano.

Macri parece creer aún que se encuentra ante un personal signado por la sumisión voluntaria y servil; el sometimiento más o menos forzado, o incluso la semiesclavitud. Para él hay escasas y poco relevantes diferencias entre su “tiempo político” y las épocas en que era mandamás de Sideco Americana (la gran constructora de la familia de origen calabrés).

La política como “arte de la persuasión” es ajena por completo a su sensibilidad. Ni siquiera la práctica como hipócrita homenaje a la virtud ausente.

Habrá que ver cómo sigue la puesta en escena en las apenas dos semanas que restan para la segunda vuelta electoral. Queda aguardar que el 19 de noviembre se dé un nuevo y duro porrazo la pretensión de la derecha en su versión más extrema de hacerse con el poder político. Y desplegar lo que se halle en mano de cada une para plasmar ese resultado.

De lograr el ascenso al gobierno, tratarán de articular la primacía política con la potestad económica, comunicacional y cultural. Para así emprender la más cruenta ofensiva del gran capital sobre el trabajo y los sectores empobrecidos que haya sufrido esta tierra argentina en décadas. Si logran la victoria en la inminente votación, lo previsible es que el gran empresariado local y multinacional deponga sus reparos hacia el representante del liberalismo económico en versión “austríaca”.

Sobre todo por el “novedoso” hecho de que uno de los suyos, el ingeniero de los grandes negocios y la política, estará al lado del hombre del anarcocapitalismo. Si fuera necesario, elegirán creer, “enseñándole” cuáles son los verdaderos intereses de los hombres y mujeres del gran capital, renuentes a “experimentos” de dudosos efectos sobre sus propias ganancias.

Y, a no dudarlo, sustentarán con ímpetu un ataque susceptible de satisfacer la sed de venganza contra el poder del trabajo que les instila su insaciable odio de clase.

Una cosa es un economista de segunda línea y otra un multimillonario en dólares. Éste sí que “juega en primera”.

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Cabe cerrar esta nota con el fuerte deseo de que los politólogos, sociólogos o expertos en la historia reciente que fungen como estudiosos del “fenómeno PRO” dejen de insistir en rotular como “centroderecha” a las corrientes político-empresariales que amenazan azotar en breve al país. Uno de los más reconocidos lo hizo hace poco desde el título de un libro.

Ciertas obstinaciones extremas en utilizar categorías superadas por la realidad suelen ser “castigadas” con el cruce de la zigzagueante frontera entre el desacierto y el ridículo.

Estamos no ya frente a un entendimiento entre la derecha “tradicional” y su vertiente ultra, sino ante una liga puesta al servicio exclusivo del uno por ciento más rico de la población. Es probable, repitámoslo, que el “voto defensivo” que despuntó fuerte el 22 de octubre, alcance una cota más elevada, y decisiva en la votación del 19 de noviembre.

Y “la sombra del gato” se disipe, esperemos que de modo definitivo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.