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La huelga docente, Scioli y el kirchnerismo

Fuentes: Rebelión

En la Argentina, las conyunturas son «el arte de lo imposible». La política nacional se «ordena» por sus crisis. Y en el país contencioso, la movilización popular siempre está al acecho para aprovechar la más mínima hendija que se abra entre los de arriba. Cuando se encontraba una salida parcial a la agudización de la […]

En la Argentina, las conyunturas son «el arte de lo imposible». La política nacional se «ordena» por sus crisis. Y en el país contencioso, la movilización popular siempre está al acecho para aprovechar la más mínima hendija que se abra entre los de arriba.

Cuando se encontraba una salida parcial a la agudización de la crisis económica y no terminaba de asentarse el consenso ajustador, emerge una crisis con la paritaria de un gremio importante por su peso, su número y su prestigio social, en la provincia que siempre es territorio base de la madre de todas las batallas.

El conflicto docente concentra todas las contradicciones y secuelas de la «década bonaparteada».

En primer lugar, la necesidad de un «ancla» salarial testigo para todo el movimiento obrero y por lo tanto un ajuste, para que el plan devaluador (y enfriador), y el consenso que lo acompaña, sea «exitoso». La resistencia docente, que acumuló la bronca por la «batalla cultural» que CKF llevó adelante en su contra sistemáticamente en cada negociación paritaria, se suma a los efectos de la devaluación y la inflación sobre salarios retrasadísismos y explota en una huelga histórica. 

En segundo lugar, un gremio con crisis por arriba, por abajo y por el costado; producto de la estrategia de cooptar a una burocracia hiper-adicta y atomizar a las organizaciones sindicales. El annus mirabilis del 2011 con el 54% (y mejor aún, los mágicos 37 puntos de diferencia con el segundo), empujó a la pedante (aunque «necesaria» desde su lógica política) ruptura con Moyano, y hoy tiene como consecuencia un «moyanismo docente». Y el oficialismo rabioso del yaskysmo provocó la pérdida por izquierda de seccionales importantes de SUTEBAs, hoy en manos de frentes combativos y de izquierda. La burocracia sindical docente está apretada por todos los flancos: por la base, por izquierda y por el moyanismo «educativo», que no es ni de izquierda, ni de derecha, simplemente incorregible.

Por último last but not least, asoma (y actúa?) la crisis de sucesión todavía no resuelta de la coalición oficial, pese a las intenciones de que las PASO sean el «acierto no forzado» para superarla. Se pone en duda que la «alvearización» del kirchnerismo llegue hasta la imposición «natural» de Scioli. Como se sabe, el no lugar que ocupa le juega a favor cuando las aguas no bajan turbias, pero lo pone en el ojo del huracán cuando las cosas se complican. Es demasiado opositor para los kirchneristas y demasiado kirchnerista para los opositores. Y los y las docentes están entre los opositores de la primera hora (políticamente 180°de su dirección, para un lado y para el otro) e inauguraron el proceso de ruptura de sectores del movimiento obrero con el gobierno (y como bisagra, también expresión de ciertos sectores medios, por pertenencia «socio-cultural»). La complicaciones de Scioli y su desprestigio no les viene tan mal a los que empiezan a especular y a operar ( ver también acá y acá), con la posible utilización del declive de «Daniel», para instalar un candidato del propio riñón.

Cuál es la justa proporción en que actúan todos estos elementos en el conflicto docente es difícil de saber o precisar. 
Las consecuencias superestructurales pueden ser que la crisis de sucesión vuelva a «(des) ordenar» la política argentina y haga su aporte golpeando el precario equilibrio del «consenso ajustador».

Lo más importante, estratégicamente, es el resultado y el balance de una dura pulseada. Es interesante que el primer intento y la primera disputa seria del plan de ajuste, de hecho ya no pasó «sin pena, ni gloria»; no está garantizado un triunfo, teniendo en cuenta la dirección, pero tampoco una derrota catastrófica. Eso ya depende de la lucha misma que está en curso y entra en etapa de definiciones y necesita de una estrategia ofensiva e independiente.

Y en el medio, Moyano (junto a Barrionuevo) convocan a un paro en el que «no se tiene que mover ni un alfiler», con el único problema que todavía no tiene fecha, aunque prometen que será en abril.

¿Una «Scioli Situation» que se devora a sus propio hijos, liquidando de paso el «Macri Moment«?. Esperar y ver, dijo Lenin (que no es lo mismo que «vamo y vemo», según alguna «célebre» traducción local).

La trama de las coyunturas argentinas, ese laberinto borgeano del que, como dijo Marechal, se sale de una sola forma: por arriba.

Blog del autor: http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/

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