Una de las ideas que el régimen golpista de la autoproclamada Añez ha tratado de posicionar en el imaginario de la población, para deslegitimar las gestiones de Evo Morales, es la del despilfarro de los recursos públicos. La idea deviene de la imposibilidad de negar el crecimiento de la economía de Bolivia durante los 14 años de su gestión (uno de los logros más importantes de Evo). Efectivamente, nunca antes, nuestra economía había tenido ese ritmo de crecimiento de manera sostenida durante tanto tiempo, tanto así que el resultado fue que el PIB creció de 9 mil millones de dólares en 2005 a más de 40 mil millones en 2019.
El ataque de las clases conservadoras, y sus expresiones políticas de la rancia derecha boliviana, consistió en pretender negar que el crecimiento de la economía fuera un mérito de la gestión de Evo, atribuyendo más bien ese crecimiento a los altos precios que gozaron nuestros principales productos de exportación en el mercado internacional, durante el período. Este tema ha sido respondido de manera muy solvente, en repetidas oportunidades, por el hoy candidato del MAS, Luís Arce Catacora, quien fuera el Ministro de Economía de Evo, es decir, una voz completamente autorizada. Los argumentos son varios: No fue el único período en la historia del País en el que nuestros productos de exportación han tenido buenos precios en el mercado internacional, sin embargo, nunca antes el país había crecido de ese modo. Por lo tanto, el gobierno de Evo lo hizo mejor que cualquier otro gobierno boliviano a lo largo de su historia. En segundo lugar, si bien es cierto, que una parte del período de gestión de Evo fue beneficiado con buenos precios a los productos de exportación, no es el único país en la región que gozó de esos precios. Sin embargo, es el país que más creció en la región durante el período, por lo tanto, la conclusión es que el gobierno de Evo lo hizo mejor que todos los otros gobiernos de la región que también fueron beneficiados con esos buenos precios. Finalmente, no todo el período de la gestión de Evo Morales fue beneficiado con buenos precios. Más bien, hubieron años en los que los precios de nuestros principales productos de exportación experimentaron descensos significativos. Sin embargo, la economía del país siguió creciendo a ritmos que lo continuaban situando entre los más importantes de la región. De este modo, el «argumento» de la derecha fue completamente destrozado.
Pero bien, el objetivo del discurso de los golpistas está prioritariamente dirigido a deslegitimar el uso que se dio a los recursos generados con el crecimiento de la economía. Es ahí donde insisten en que Evo despilfarró los recursos de los bolivianos. La mayor parte de las veces no se sienten obligados a justificar o argumentar su afirmación. A su juicio es «tan obvio» que Evo despilfarró los recursos que la afirmación no requiere mayor prueba. En otros casos, sí se molestan en señalar las «canchitas» (el diminutivo pretende darle un sentido peyorativo) que se construyeron a lo largo y ancho de los poblados pequeños del agro boliviano, como si el deporte no tuviera efectos positivos en la salud de la población. Pero obviamente, salud y deporte para población humilde e indígena del campo es algo que para los «sabios analistas» de la derecha, no tiene ningún sentido.
Entonces bien, lo importante para evaluar la acusación del «gran despilfarro» que hubiera cometido el gobierno de Evo consiste en contrastarla con un indicador macro que de algún modo resuma la gestión del gobierno de Evo Morales. Al final de cuentas, es legítimo preguntarse, ¿para qué debe servir el crecimiento económico? Es entonces que se entra en razón en que los indicadores con los que se debe contrastar la idea del despilfarro son los datos referidos a la disminución de la pobreza. En este marco, se tiene que la pobreza moderada en Bolivia se redujo del 60,6 % en 2005 al 36,4 % en 2017. Por su lado, la pobreza extrema se redujo del 38,2 % en 2005 al 15,2 % en 2018. Como es sabido estos logros históricos en la reducción de la pobreza son el resultado de políticas sostenidas de incrementos salariales continuos, por encima de la inflación (que no fue significativa), dotación de bonos sociales a los sectores más depauperados de la población, así como ampliación de servicios básicos a las zonas y regiones más pobres del país.
Es necesario entonces tener muy en claro que cuando las clases conservadoras del país y sus expresiones políticas, así como sus medios de comunicación hablan de despilfarro se están refiriendo a la reducción de la pobreza histórica que se logró en los gobiernos de Evo Morales. Para la derecha, consiguientemente, reducir la pobreza es equivalente a despilfarrar el dinero. De ahí el carácter racista de su pretensión de posicionar la idea del «despilfarro» de recursos que hubiera cometido Evo Morales.