Carlos Echazú Cortéz

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Jeannine Añez, como es sabido, ha publicado su versión de lo ocurrido el 2019, bajo el título “Jeannine, de puño y letra”, pretendiendo remarcar que ahí está su verdad.

Una vez más la derecha en el país pretende insultar el sentido común de nuestro pueblo.

Realmente tiene mucho descaro la derecha en este país para hablar de persecución política. Su pose de defensores de la democracia y de los derechos humanos no es auténtica, es fingida, es falsa.

El debate sobre el golpe debe ser llevado en dos niveles. Por un lado, el nivel descriptivo se lo lleva contra la derecha. En ese nivel, la derecha prácticamente ha abandonado el debate y se limita a señalar que el «golpe es una invención de Evo».

El debate sobre el golpe de Estado se ha desviado, porque ha orientado su atención a los momentos conclusivos del hecho.

Mientras que la derecha golpista se empeña en negar que lo que hicieron en noviembre de 2019 fue un golpe de Estado, datos inequívocos al respecto van saliendo a la luz pública dotando de mayor claridad al panorama.

La detención de la autoproclamada Jeanine Añez ha reavivado el debate sobre el Golpe de Estado en Bolivia. El tema es de importancia crucial en las disputas políticas en Bolivia, pues debe desembocar en el enjuiciamiento de los golpistas de tal modo que en el futuro mediato no intenten nuevas subversiones. El asunto del establecimiento de la justicia, tampoco es de menor importancia.

Revelar los procedimientos del «golpe suave» en Bolivia resulta en una tarea imprescindible para los latinoamericanos, ahora que se avecina una nueva oleada progresista y el imperio, obviamente, hará lo posible por destruirla.

Evo Morales ha denunciado que el general Sergio Orellana, que fuera el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas nombrado por la autoproclamada Añez, hasta el último momento, trató de impedir la posesión de Luís Arce como presidente de Bolivia, tras su arrollador triunfo electoral del 18 de octubre.

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