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La ley de la música

Fuentes: La Cartelera de Levante

«La música se muere, ayúdanos», claman Bisbal y Alejandro Sanz, los Estopa y los Quijano, la gente de Mago de Oz y Alex Ubago, Amaral y Andy y Lucas, y Zapatero les observa complacido, y sonríe. Y se hace fotos con ellos. Y les promete el moro de una ley de la música y el […]

«La música se muere, ayúdanos», claman Bisbal y Alejandro Sanz, los Estopa y los Quijano, la gente de Mago de Oz y Alex Ubago, Amaral y Andy y Lucas, y Zapatero les observa complacido, y sonríe. Y se hace fotos con ellos. Y les promete el moro de una ley de la música y el oro nada menos que de educación musical para el pueblo. Poperos y rockeros populares y resultones pero que resultan despóticos. Que somos tontos de no saber distinguir la buena música, y sobretodo de no entender que la buena música se escucha legítimamente sólo si se paga por ella. Que para eso su música es mi voz, y mi voz hace falta, que Zapatero extiende invariable la misma receta social: «diálogo, diálogo y diálogo». Y como todo esto parece de lo más normal no estaría mal recordar dos o tres cosas.

Mirando a gran perspectiva observamos que la música recoge tradicionalmente su valor cultural por ofrecer en el entorno del idealismo alemán el ejemplo más característico de arte autónoma. Es decir, por extensión, de un fenómeno que se encuentra por lo tanto al margen de la legalidad. Esta petición de una ley de la música no puede ser un síntoma más sospechoso desde el punto de vista artístico y cultural. Y los permanentes berrinches de los artistas que la piden en favor de sus propios intereses no pueden ser más antiestéticos, en todos los sentidos de la palabra

Remontándonos a la tradición rockera tampoco esta iniciativa sale bien parada. El rock original fue un exabrupto antisocial que se amotinaba contra la cárcel y la escuela, que exaltaba una estética criminal, que revocaba la legalidad bajo la impugnación de las formas mediante una revolución individual, bailando el twist. Los artistas del pop español demandando directamente a la más alta instancia del gobierno del país una ley reguladora de la música ponen de manifiesto que no tienen que ver nada con esta tradición. Aunque intenten a veces que lo parezca, no es lo mismo.
Por último, la industria del disco con la SGAE por bandera insiste en capitalizar lo musical con ese «la música se muere, ayúdanos». Ya ha quedado dicho alguna otra vez en estas páginas que la música excede formal y productivamente, estructural e ideológicamente, la pobre oferta del mundo del pop. Y más del pop patrio. Había música antes de que apareciese la industria del disco. Y habrá música después de que internet termine con la industria del disco tal y como la conocemos. Y probablemente, liberada de necesidades auspiciadas por una lógica de la lista de ventas donde el mejor es el que más vende, será mejor música.

 Da igual que clamen y que levanten muros legales al mar mundial de usuarios. Es como clamar contra la invención de la rueda. Pero tiene gracia verles así todos reuniditos porque la cosa queda de lo más clara. Por mucho que el de los Estopa diga que contra los piratas no queremos policía, que ya hay suficiente. Tu y los otros, como el señor Teddy Bautista, no engañáis a nadie. Clamáis porque compren vuestros discos y no los bajen de gratis, pero a Zapatero se los regaláis. De puro legales que sois.