Respuesta a José Arreola y Mario Benítez
[El pasado 25 de noviembre de 2013 José Arreola publicó, en la revista electrónica Rebelión, la presentación del documental «SME: 4 años resistiendo. Ya es hora de romper el silencio«, elaborado por compañeros afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas. Dicho documental generó un profundo rechazo en las filas electricistas, pero más allá de las filias y fobias, es necesaria una respuesta política, que ubique al espectador externo, sobre cuál es el balance y sentir mayoritario de los heroicos trabajadores esmeítas.]
La noche del sábado 9 de octubre de 2009, luego de un juego de la selección mexicana de futbol, el Ejército mexicano (disfrazado de Policía Federal Preventiva), tomó todas las instalaciones de la empresa Luz y Fuerza del Centro. Posteriormente la revista Proceso difundió declaraciones de soldados que revelaron que tenían órdenes de disparar en contra quién tratará de rescatar las instalaciones. De haberse dado esa confrontación, el gobierno tenía preparada la detención de la dirección política del SME, la toma armada de sus sedes sindicales y la persecución implacable de sus miembros más combativos. El decreto de Extinción de LyFC del presidente Felipe Calderón, totalmente inconstitucional e ilegal, tenía por objeto destruir al único sindicato que podría enfrentar las ulteriores reformas privatizadoras del sector energético que actualmente ha consumado el Partido Revolucionario Institucional.
Se trata pues de una decisión de estado, cuyo alcance estaba pensado para iniciar una guerra destinada a refundar al capitalismo mexicano, sobre la base de aplastar al conjunto de la clase trabajadora. La reforma laboral (aprobada el año pasado), el golpe al magisterio y los inminentes golpes a los trabajadores petroleros y electricistas (del burocratizado Sindicato de Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana), confirman esta dinámica.
Es obvio que enfrentar una ofensiva del estado, va más allá de la capacidad de una sola organización sindical por más combativa que ésta sea Peor aún si tomamos en cuenta que más del ochenta por ciento de la clase trabajadora se encuentra desorganizada, el 17 por ciento está sometida al gansteril control de la burocracia sindical (charrismo) y sólo un 2 o 3 por ciento se encuentra organizada democráticamente, pero divididos en diversas centrales o aisladas. Esta es la razón que explica por qué en México no se realiza una Huelga General desde 1936. Este hecho pasa completamente desapercibido por las organizaciones ultraizquierdistas, que se pasan la vida demandando «huelga general», cuando carecen de todo poder de convocatoria para realizarla.
Durante el año pasado se realizaron impresionantes movilizaciones del magisterio democrático, acompañadas paros de labores en cinco o seis entidades de la República, y no les fue posible frenar la reforma educativa. Es claro que falta un replanteamiento estratégico, que vaya más allá de la retórica ultraizquierdista, para enfrentar la ofensiva de los patrones y gobierno.
Además de todas estas dificultades, el SME enfrentaba una fuerte división provocada por la intromisión del gobierno en la vida interna del sindicato. En el proceso electoral de mediados del 2009, la dirección clasista, encabezada por el compañero Martín Esparza Flores, apenas logró un pequeño margen de ventaja del 1 por ciento sobre los títeres del gobierno.
Conscientes de esta adversidad, el SME, en Asamblea General Democrática, definió una táctica basada en tres vías: la lucha de masas, la defensa jurídica y la lucha política.
La vía de la movilización la estamos utilizando al máximo de las posibilidades del movimiento social en México; se ha llamado a Paros Nacionales (con una respuesta mínima pero significativa); se realizaron dos huelgas de hambre, que tuvieron repercusión nacional e internacional; un plantón de más de seis meses en el zócalo capitalino; organizado, exitosamente, a decenas de miles de usuarios de la energía eléctrica para el no pago de las altas tarifas; caravanas, marchas, tomas de edificios gubernamentales, plantones, jornadas unitarias de lucha popular, campaña de agitación entre la población, etc.
Gracias a esta movilización hemos logrado diversos objetivos; continuar siendo reconocidos como sindicato y de su dirección; impedir la consumación jurídica del decreto de extinción de la empresa y del Contrato Colectivo de Trabajo; el pago de prestaciones pendientes; continuar recibiendo el servicio médico; la liberación de nuestros presos políticos y garantizar el pago de las jubilaciones a un sector que, con el «Decreto de Extinción», había quedado en la indefensión jurídica. En el marco de una furiosa ofensiva de gobiernos de ultraderecha y medios de comunicación, estos logros nos son nada despreciables.
Pero el logro más importante es el de haber obligado al gobierno, pese a sus «tácticas dilatorias» y la «administración de conflictos», a reconocer el derecho de jubilación de los miembros de la resistencia que ya han cumplido la antigüedad requerida y de la reinserción laboral de los restantes en el sector eléctrico.
La ruta jurídica logró un importante triunfo. En el mes de octubre de 2012, el Segundo Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo otorgó al SME, un amparo «definitivo» en el que se ordena que «la Comisión Federal de Electricidad (CFE) asuma la figura de patrón sustituto de los electricistas despedidos en forma injustificada tras la intervención policial y el desmantelamiento de Luz y Fuerza del Centro decretada por Felipe Calderón». No obstante, de manera completamente ilegal y aberrante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación revocó dicho amparo el 30 de enero de 2013. Una nueva demostración de que estamos ante un golpe de estado que va más allá de toda legalidad.
Ahora éste atraco jurídico se ventila en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y esperamos una pronta respuesta. En tanto, continúan pendientes de resolver las demandas por despido individual injustificado.
El caso más complicado fue la búsqueda de una solución política. La adversa correlación de fuerzas nos obligó a buscar diversas negociaciones, a las que se ven obligados a recurrir todo los movimientos sociales en las mismas condiciones. Por esa vía han transitado diversos movimientos en México y el mundo, desde Atenco hasta la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Rechazar la vía de la solución política de un conflicto social, de antemano o por «principio», no son más que fanfarronadas de demagogos o sectarios.
Ante la negativa de los partidos de la derecha de solucionar el conflicto respetando «el estado de derecho» y la traición del Partido de la Revolución Democrática, el SME ha convocado a la clase trabajadora a construir su propio partido político: un partido de los trabajadores. Esta iniciativa cuenta con el respaldo de la mayoría de los trabajadores electricistas, sectores del magisterio, de diversas organizaciones sociales y de una parte de la izquierda revolucionaria mexicana.
Además de la constante movilización, el SME también ha recurrido a diversas instancias internacionales: la Organización Internacional del Trabajo, la ya mencionada Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y el Tribunal Permanente de los Pueblos, entre otras.
Todo esto quiere decir que no hemos dejado de recurrir a cualquier recurso, que esté a nuestro alcance, para lograr la ansiada victoria.
Especial importancia tiene la iniciativa, lanzada por el SME, de construir una Nueva Central de Trabajadores, capaz de unificar al grueso del sindicalismo democrático e independiente, para los próximos días 22 y 23 de febrero. Esta iniciativa está plenamente respaldad por nuestros camaradas de la CNTE, diversos sindicatos universitarios, del transporte y la industria y que, en conjunto, involucran a más de medio millón de trabajadores. En el marco de la intensa polarización social que vive nuestro país -y de la cual el surgimiento de autodefensas armadas en el estado de Michoacán, que combaten a las mafias y la indiferencia gubernamental, significa su expresión más alta-, el surgimiento de esta nueva centra de trabajadores puede convertirse en catalizador del gran descontento social.
El protagonismo de Mario Benítez
Como en todo sindicato democrático, las asambleas del SME son extremadamente ricas en debates y aportaciones, esa tradición se ha mantenido a lo largo de casi cien años (desde1914). Sin embargo también ha sido tradición que estos debates se realizan únicamente al interior y más cuando estamos bajo intenso fuego enemigo. Quienes han recurrido al escrutinio externo, para dirimir diferencias internas, siempre han sido aquellos que han actuado bajo mandato del gobierno.
Este no es el caso de Mario Benítez, reconozco en él a un militante honesto pero enfermo de sectarismo, por esa razón jamás ha logrado convencer a la mayoría de nuestra organización sindical. Desesperado por ese aislamiento, y por una lucha que lleva ya más de cuatro años, ahora recurre a un documental -en mi opinión muy parcial y rebosante de protagonismo mesiánico-, para suplir su incapacidad de convencernos en los debates internos.
Este posicionamiento «ultra» de Mario Benítez no es nuevo. Durante el año 2000 se realizó una muy justificable huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México, para defender la gratuidad de la enseñanza pública. Los estudiantes levantaron un pliego petitorio y el movimiento obligó a la Rectoría a retractarse, pero sin comprometerse a cumplir las demandas estudiantiles al cien por ciento, como demandaba la «megaultra» (sic), entre ellos Mario Benítez. Dicha huelga se extendió casi un año, se desgastó inútilmente y el gobierno la resolvió con la ocupación del ejército de las instalaciones universitarias. Ciertamente se logró evitar el aumento de cuotas, pero a costa de una derrota del movimiento que hasta ahora no se ha revertido. Convertir victorias en derrotas, esa es la especialidad de la ultraizquierda en el mundo.
No obstante este desatino, al compañero Mario Benítez se le siguen reconociendo sus derechos sindicales y su incuestionable derecho a disentir, él mismo reconoce este hecho. Lamentablemente, para su causa, esta actitud lo ha debilitado aún más en lo interno.
Aunque el SME ha recurrido a todas las formas de lucha de manera correcta, el ansiado triunfo no será fácil y nunca ha estado «al alcance de la mano», como ingenuamente afirma Mario. Estamos conscientes de que no estamos ante un conflicto gremial o coyuntural, estamos enfrentado una refundación salvaje del capitalismo a escala mundial y la única posibilidad de revertirlo es tarea del conjunto de la clase trabajadora y del pueblo en general.
El SME continúa su heroica resistencia y no se doblegará. Continuaremos construyendo, paciente y firmemente, las condiciones necesarias para lograr la ansiada victoria.
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