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Esta frase, gritada por un pueblo en lucha, fue el disparador de la biografía de Viviana Avendaño escrita por el periodista Alexis Oliva

«¡La mató la policía, hijos de puta!»

Fuentes: PrensaRed

En el centro de Documentación Juan Carlos Garat, el viernes pasado, al mediodía, Prensared dialogó con el autor del texto que narra la vida y la muerte temprana de Viviana Avendaño (1958-2000). El periodista, docente y ex secretario de prensa de esta casa, Alexis Oliva, le contó a este medio qué motivos lo impulsaron a contar […]

En el centro de Documentación Juan Carlos Garat, el viernes pasado, al mediodía, Prensared dialogó con el autor del texto que narra la vida y la muerte temprana de Viviana Avendaño (1958-2000). El periodista, docente y ex secretario de prensa de esta casa, Alexis Oliva, le contó a este medio qué motivos lo impulsaron a contar la historia de una mujer «común y anónima» cuyo prontuario no encaja en la galería de vidas ejemplares dignas de una biografía. (1)

Cuando Rodolfo Walsh se anotició de que «Hay un fusilado que vive» en relación a la masacre de los basurales de José León Suárez, no paró hasta conocer la verdad de los hechos. Operación Masacre, sin duda, es un emblema del periodismo de investigación. Desde ese mismo lugar, esta cronista interpeló al autor y no dudó en titular esta entrevista con ese leit motiv que lo impulsó a investigar y publicar este libro prologado por María Eugenia Ludueña y que será presentado por la periodista Mónica Ambort.

Todo lo que el poder odia se anticipa como síntesis de otras historias de otras mujeres luchadoras estigmatizadas por los Micky Vainilla de la época. Pobre, negra, guerrillera precoz, presa política, hermana y cuñada de desaparecidos, militante del Partido Comunista, piquetera y lesbiana, no son precisamente buenos antecedentes.

El conflicto social que venía arrastrando Cruz del Eje desde mediados de los noventa por la política de privatizaciones que produce el cierre de los ferrocarriles y una desocupación masiva hace que la sociedad reaccione y se exprese en puebladas y cortes de la ruta 38. Es así que Viviana, como vecina de San Marcos Sierras, se acerca y participa. El periodista que es nacido y criado en aquella ciudad documenta y cronica este conflicto social. De todo esto sí habla el libro. De la historia familiar, política, y militante, del contexto socio político y de la muerte que sigue siendo un rompecabezas cuyo armado deja ver indicios, que unidos sugieren un crimen político.

Al mismo tiempo, da cuenta de los dilemas que enfrentó durante el proceso de búsqueda de datos y de escritura. Y señala que una de las grandes dificultades que tuvo fue el acceso a los expedientes judiciales manejados como «colecciones privadas» por el estado.

Finalmente opina sobre la profesión y los desafíos de época en tiempos de grieta.

-Agencia Prensared (A.P): «Hay un fusilado que vive«, fue la frase que Rodolfo Walsh escuchó y que dio lugar a Operación Masacre un libro fundamental para el periodismo de no ficción. ¿Cuál fue en tu caso el motivo que te llevó a indagar sobre la historia de Viviana Avendaño?

-Alexis Oliva (A.O): Hay dos momentos. Uno, el interés por una situación que vive esta persona ante un determinado conflicto social y que termina siendo protagonista de varias jornadas de lucha y se convierte en la líder principal de una jornada triunfal que es el 9 de junio del 2000. Después de la represión del día anterior en el corte de ruta de los desocupados de Cruz del Eje, la cantidad de gente que concurre se multiplica y la asamblea de esa pueblada la lidera Viviana Avendaño. Gobernaba José Manuel de la Sota. El conflicto se agrava y se instala una carpa en la ruta. Viviana no era del lugar pero vivía en San Marcos Sierras, y se acerca con una amiga a participar. No buscó este protagonismo. La gente la fue poniendo en ese lugar.

-A.P.: Tal centralidad entraña mayores responsabilidades. Y, al otro día, ocurre lo inesperado.

-A.O.: Era una un lugar complicado doblemente. Por un lado, implicaba mucho despliegue operativo y de organización relacionada con la lucha callejera y las movilizaciones, experiencia que aprendió en el Partido Comunista y en los años setenta. Por otro, el protagonismo político y mediático porque no había líderes ni voceros. Había una situación de acefalía, y ella y un grupo de compañeros asumen ese lugar. Sobre todo ella, por su carisma, su experiencia y su visión de clase. Al día siguiente, muere en un choque. Justo, en ese momento, me encontraba averiguando donde vivía para entrevistarla. Y me entero del accidente. Voy al hospital y me dicen que su compañera Laura Lucero está en coma. A las 48 horas murió. Esa es la situación.

-A.P: El título Todo lo que el poder odia anuncia que es una biografía. Sotto voce siempre se habló de un crimen político. ¿Qué hipótesis habían surgido en aquel momento?

-A.O.: Cerrando la pregunta inicial El fusilado que vive es el grito desgarrador de un compañero que en el hospital dijo: La mató la policía, ¡hijos de puta! Muchos lo hicieron callar, otros lo acompañaron, y esa fue la impresión de mucha gente que había estado con ella y observó que antes había estado la policía. La noche previa anterior la habían seguido con el auto y ese mismo día recibió una advertencia de un alto jefe de la policía. Si hoy te advierten y te amenazan, y al otro día te morís, da para sospechar que fue algo más que un accidente. Sin ir necesariamente a la hipótesis del atentado, quizá el intento de hostigarla hatya sido la causa del choque. Cuando gestionaba una entrevista, que finalmente me fue negada, el abogado de la persona con quien ella chocó me dijo: «Yo sé que él es inocente, pero ahí hubo algo raro».

-A.P.: ¿Con estos datos que obtuviste en aquél momento y las crónicas que hiciste para varios medios empezás a diseñar la investigación?

-A.O.: A partir de esa sospecha que tenía la gente, de los testimonios, más las crónicas del conflicto y de la muerte de Viviana que se publicaron en el suplemente El Ojo con dientes, de la revista El Porteño, me planteo algunas dudas sobre las advertencias policiales previas hechas al grupo y especialmente focalizadas en ella. Veo que aparece la figura del «infiltrado» porque no era de Cruz del Eje y además había «algo peor» decían. Le ponen el mote de lesbiana para deslegitimarla ante las otras mujeres que son de base, cristianas, que iban a la ruta a luchar por sus derechos. Ella supo interpretar esa necesidad y ellos entendieron perfectamente su discurso. Yo me conecto desde ahí.

-A.P.: ¿Luego vas conociendo otras facetas, nuevos datos?

-A.O.: Siete años después me cuentan que era expresa política. «No puede ser», le dije, porque no me daba la edad. Tenía 41 años. Y ahí me entero que había sido cuando tenía 16 años y militaba en la Juventud Guevarista. Advierto que hay una tremenda historia y eso quizás funcionó también como El fusilado que vive porque ahí tomo conciencia de que hay una historia de vida que merece ser contada además de seguir investigando su muerte. De hecho era la presa política más joven con causa y con condena. Del Buen Pastor la pasan a la UP1 donde se produjeron los fusilamientos.

-A.P.: Al salir de la cárcel, ¿siguió militando?

-A.O.: Sí, hay una tremenda historia de militancia. Se incorpora a la Liga por los Derechos del Hombre y de ahí pasa a militar en política en la Federación Juvenil Comunista. Asume tareas en el PC y la mandan a Moscú a formarse en el marxismo. Le toca justo cuando se empieza a hablar de perestroika y había que volver con mucha resistencia a la derrota. Sobrevive gran parte de los noventa en el partido, se forma como educadora popular, se asume públicamente como lesbiana y empieza a militar en el movimiento de lesbianas feministas. Con 41 años tuvo una vida bastante frenética, nunca se quedó quieta.

-A.P.: ¿Cómo encaraste la investigación y qué dificultades tuviste?

-A.O.: La búsqueda se amplió porque una fuente testimonial te va llevando a otra. Cada persona te aporta una anécdota y te deriva a otro que conocía otros aspectos. En total fueron 40 las entrevistas. Pero lo más desmoralizante, por la demora, fue la búsqueda de los expedientes de su propia historia que son tres. El de presa política, el del corte de ruta y finalmente la causa del choque y la muerte. Los dos últimos fueron los más difíciles porque estaban bajo alarma. Hubo que esperar y lo hice. Eran fundamentales para cerrar la historia porque ahí estaba aunque sea desde lo no dicho algún indicio que permitiera apuntalar las sospechas de sus compañeros y que yo comparto. Paradójicamente, el que más me costó conseguir fue el del corte de ruta que era una cuestión absolutamente pública. La justicia provincial maneja los expedientes como si fuera una colección privada.

-A.P.: ¿La historia de Juana, la hermana desaparecida en La Perla es otro capítulo que has profundizado? ¿Y seguramente la de la madre Pituca Avendaño?

-A.O.: Juana del Carmen Avendaño de Gómez, combatiente revolucionaria del PRT-ERP llegó a ser su modelo de vida. Viviana, incursionó en una preguerrilla juvenil. Su cuñado, Guillermo Gómez fue asesinado en un operativo ventilador en Ascochinga. Juana sobrevive en La Perla hasta febrero de 1977. Varios testimonios indican que junto a Tita Buitrago auxiliaban a los compañeros en la cuadra. La asesinan junto a Tomás Di Toffino y Graciela González de Jensen en uno de los tantos fusilamientos ocurridos, que según dicen, Menéndez presenció. Viviana se enteró de las pérdidas mientras estaba en la cárcel. Y está esa madre, Pituca Avendaño, con ese doble calvario y con escasos recursos.

-A.P.: -Enfocando cuestiones del oficio: ¿Has tenido algún conflicto narrativo que pusiera en riesgo la historia real?

-A.O.: Buscar la mejor forma de escribir la historia más allá de la corrección genera dilemas. Muchos me decían es una historia para una novela. Porque existe una idea de que las biografías deben ser sobre las grandes figuras. En este caso no es una gran figura. Es una mujer de pueblo, tremendamente heroica por momentos, contradictoria como las grandes figuras, y sobre todo anónima. Tuve esos dilemas. Pero hay un contrato con el lector que le asegura que humana y profesionalmente lo que le cuento es lo más cercano a la verdad.

-A.P.: ¿Cómo has resuelto estas cuestiones de género y estilo?

-A.O.: El libro tiene un poder narrativo fuerte que puede tentar pero no hace falta hacer ficción literaria. Hay muchos tramos narrativos y otros más duros como el análisis de los expedientes que apuntalan la hipótesis de la denuncia de que fue acosada por la represión. Hay escenas que las he visto porque estuve ahí. Las leí en la prensa y en los expedientes. Tengo los testimonios, porque estuve en la ruta, hay videos que volví a ver. Uno puede ser el narrador omnisciente y es lo que he tratado de hacer. Hay una narración micro y una crónica que intenta ser realista y que al juntarla nos da un resultado tremendamente sospechoso. Es un texto de no ficción.

-A.P: Saliendo del libro te convoco a reflexionar sobre un par de cuestiones. Gabo dijo 40 atrás que el periodismo es la profesión más linda del mundo afirmación que desde una mirada romántica podría ser atendible. Quienes intentan revelar lo oculto eso que el poder odia que se sepa, no la pasan para nada bien. ¿Cómo ves esta cuestión?

-A.O.: De la dictadura para esta parte, ha habido una evolución en la protección jurídica, sindical y social hacia el periodista, frente a los distintos tipos de censuras, presiones y/o represalias que puede afrontar por su trabajo, sobre todo cuando afecta a intereses o factores de poder. Este año tuve la oportunidad de revisar artículos periodísticos relacionados con conflictos sociales y políticos de la primera mitad del siglo XX, y en ellos se nota el enorme compromiso ideológico y el coraje de esos periodistas, que en algunos casos fueron a parar a la cárcel y sus publicaciones fueron clausuradas, como el caso de Nicolás Pedernera, director del periódico La Idea de Cruz del Eje, en 1934. Vale la pena comparar a aquellos periodistas con algunos que hoy se victimizan por cualquier cosa, y que ante cualquier crítica hacia su trabajo ya hablan de censura. La censura es otra cosa, y en los últimos tiempos la ejercen más las propias empresas que los gobiernos, ellas son las que desalientan el ejercicio de un periodismo de investigación que incomode a los poderosos. Y respecto a lo de García Márquez, es sin duda una profesión hermosa porque combina adrenalina y creatividad, pero también es cierto que todavía tenemos muchos derechos por conquistar, sobre todo laborales. A veces hay demasiado capital simbólico y poco salario.

-A.P.: Desde el poder mediático se postula la existencia de una grieta generada por el kirchnerismo que divide a la sociedad. Entonces, hay un discurso que clausura los debates de fondo en pos de una armonía ficticia ¿Qué opinión tenés sobre el tema?

-A.O.: Coincido con lo que decís, y agrego que en el fondo de ese discurso hay una idea bastante berreta de una concordia nacional que se asienta en la impunidad del terrorismo de Estado y el mantenimiento de un status quo de desigualdad social y cultural. Creo que con eso se busca atenuar lo más interesante de la historia argentina reciente, que es la repolitización de la sociedad y la conciencia ciudadana respecto de conflictos estructurales y fracturas que no los inventó el kirchnerismo, sino que vienen desde el nacimiento de este país. Que parte del periodismo reproduzca ese discurso es preocupante, porque implica -más allá de las críticas que merece y necesita este gobierno- refugiarse en el objetivismo y renegar del carácter eminentemente político de nuestra profesión, y también de la obligación ideológica y ética de tomar parte por las víctimas, los débiles, los pobres…

-A.P.: ¿Qué le dirías a los jóvenes periodistas que quieren incursionar en la investigación periodística desde la gráfica y lo digital?

-A.O.: Bueno, que yo haya escrito un libro no me legitima para darle consejos a nadie. Si querés, desde lo testimonial, puedo decir que hay que formarse, en lo profesional, cultural e ideológico, y entonces el impulso por investigar vendrá por añadidura. Y también pensar que nuestro trabajo debe apuntar a lograr un efecto concreto, en términos de justicia, de utilidad social, de que un daño cese, de que algún victimario impune quede por lo menos en evidencia ante la sociedad.

Notas:

(1 ) Alexis Oliva es periodista, egresado de la Escuela de la Escuela de Ciencias de la información de la UNC. Escribe en varios medios locales y nacionales y ejerce la docencia. En 2010, obtuvo el primer premio en el concurso de investigación periodística Rodolfo Walsh del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (Cispren) con el trabajo «La evasión literaria».

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