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Prólogo a «Nuestra guerra. Memorias de un luchador»

La mirada clara de Lister: el ejemplo de la memoria

Fuentes: Rebelión

El día 21 de abril de 2007 se cumplieron cien años del nacimiento de Enrique Líster Forján, en Ameneiro, parroquia del ayuntamiento de Teo, muy cerca de Santiago de Compostela. En esos días se conmemoró su recuerdo y su trayectoria vital, todo un ejemplo de entrega y honradez. Su voz, clara y firme, no podía […]

El día 21 de abril de 2007 se cumplieron cien años del nacimiento de Enrique Líster Forján, en Ameneiro, parroquia del ayuntamiento de Teo, muy cerca de Santiago de Compostela. En esos días se conmemoró su recuerdo y su trayectoria vital, todo un ejemplo de entrega y honradez. Su voz, clara y firme, no podía faltar en esta hora actual en la que el debate sobre la memoria es tan intenso. Reeditar su obra Nuestra guerra. Memorias de un luchador, resultaba una obligación indispensable. Sabemos que la sinceridad y la mirada clara de Líster, alguien que lo dio todo, que se entregó a fondo por la victoria de la República y de la causa del pueblo, puede resultar incomoda para algunos, no tanto quizá por lo que se refiere a los hechos de la guerra civil, sino sobre todo por su visión crítica, demoledora, de lo que luego llamaríamos la transición y la evolución de la izquierda «oficial» que facilitó la impunidad del franquismo.

Líster no fue solamente un militar de la guerra civil; tal resumen no le hace justicia. Si llegó a ser militar, fue de forma indeseada, obligado por las circunstancias. Debemos recordar que sobre todo fue un comunista sincero y honrado, es decir, alguien con un profundo sentimiento antimilitarista y una vocación por la paz. Pero como buen comunista, supo siempre que las libertades no se conquistan sin lucha y que ante la amenaza del fascismo hay que resistir o sucumbir. Líster siempre tuvo muy clara la respuesta. Esa enseñanza mantiene hoy en día plena validez sea con aquellos fascismos o con los de hoy, no importa que forma adopten. Quienes estúpidamente oponen su identidad comunista con la de republicano, olvidan que para un comunista como Líster la realidad de la lucha de clases es el factor decisivo, pues cuando profundizar la democracia amenaza el interés de la clase dominante, la democracia puede estar en peligro y llegado el caso hay que tomar partido. En última instancia, los hombres como Líster siempre estuvieron al lado de la República, y no fueron ellos los que la traicionaron, república y causa popular van unidas en su pensamiento y lo estuvieron en su conducta durante toda su vida. La causa republicana fue combatida por el nazifascismo europeo, pero la raíz última de su derrota, la encontramos en el brutal abandono y hostilidad con el que Gran Bretaña y Francia, las potencias llamadas democráticas, trataron a la España republicana, impidiendo su defensa de forma efectiva, negándole su derecho a defenderse.

Líster fue un hombre del pueblo, salido de su misma entraña. Se formó a sí mismo en la dura escuela de la emigración y fue militante comunista desde muy joven. Fue un trabajador de una pieza y un sindicalista en tiempos muy difíciles, recibió formación política y militar en la Academia de la Komintern y supo poner esos conocimientos al servicio de la causa popular en los difíciles días de la guerra civil. Su exilio en la URSS coincidió con la segunda guerra mundial donde llegó a alcanzar el grado de general. En Francia desde 1946, Líster se entregó a la causa de la lucha contra la dictadura franquista y poco a poco pudo darse cuenta de cómo le afectó a la suerte de España la política de bloques y el revisionismo político en su propio campo de militancia. En 1949 participa en la fundación del Congreso Mundial por la Paz, de la que llega a ser Vicepresidente. En los años 60 participa muy activamente en el relanzamiento de esta institución, que hoy podríamos definir como una ONG del campo socialista. Lister en este cometido civil y ciudadano jugó un importante papel en las relaciones internacionales de la época, muy marcada por la escalada de armamentos, la guerra de Vietnam y la crisis de los mísiles cubana. En 1968 se encontraba en Praga y poco tiempo después, alarmado por la línea de complicidad con los herederos del franquismo defendida por el núcleo dirigente del que había sido su partido, se ve obligado a mantener su militancia comunista fundando el PCOE, una fuerza que fue crítica con la transición, se opuso a la impunidad del franquismo, no aceptó la monarquía impuesta y nunca abandonó los valores comunistas. Sin apoyos internacionales, duramente combatido cuando no ignorado por la España oficial de la transición, el PCOE mantuvo con dignidad lo que hoy toda la izquierda real sabe, que la lucha de clases sigue siendo una realidad y que la lucha por la República es el camino para recomponer el espacio de la izquierda en España.

En 1986, tras el fracaso y descrédito de la apuesta carrillista y la época de claridad política impuesta por la descarnada apuesta socialista a favor de la OTAN/NATO, Líster retorna al PCE y a su Comité Central. En 1994, tras unos años retirado, falleció en Madrid quien llegó a ser todo un mito de la resistencia republicana. Un mito que le suplantó en gran medida, para lo bueno o para lo malo; su palabra, en la forma de este libro, ayudará sin duda a recuperar al personaje real.
E. Líster, en el libro que ahora reeditamos, hace referencia a un segundo tomo de memorias; «Nuestra guerra. Memorias…» acaba en el momento de la llegada a Moscú en 1939 y aunque contiene numerosas referencias a situaciones y momentos posteriores, cubre sobre todo el periodo de su vida entre su nacimiento y el comienzo de lo que sería un largo exilio. Ese segundo tomo nunca fue escrito: Al menos como tal obra específica de continuación no llegó a existir. Pero si se repasan con detalle las obras de E. Líster «Basta»y «Así destruyó Carrillo el PCE», podremos encontrar que la narración interrumpida al acabar este primer tomo, se continúa en ellos. No es difícil retomar el hilo de la narración.

Si en estos libros de Enrique Líster encontramos dos temas principales como son la guerra civil y la denuncia de la línea política seguida por Santiago Carrillo y sus desastrosos efectos, no ya para el PCE sino para a suerte de la lucha antifranquista y la transición, no se debe a ninguna obsesión del autor. Se trata solamente de dar cuenta de la posición de protagonista del autor de estas memorias en esos dos procesos. Líster, de la misma manera que se vio obligado a hacer la guerra, se vio obligado en tanto que militante comunista a oponerse a la liquidación de su partido, es decir, estamos ante dos actos de coherencia personal que, como es lógico, encuentran su acomodo en obras de carácter testimonial como son éstas.

A diferencia de buena parte de la literatura autobiográfica o testimonial sobre la época republicana, la guerra o la dictadura, E. Líster, como escritor y actor es perfectamente capaz de distinguir entre lo que son sus opiniones y lo que pueda ser en un momento determinado la conclusión de un historiador. No pretende suplantar al historiador. Desea ofrecer su versión de lo vivido y de lo interpretado por él, como actor, sobre el terreno. Procura, al mismo tiempo, no dejarse engañar por sus propios deseos e intenta buscar los datos con los que elaboró sus decisiones, intenta reconstruir lo que vivió, no reinterpretarlo. Escuchar a Líster es por todo ello de gran interés. Líster nos habla directamente, apela a nosotros como lectores y nos ofrece su opinión y su visión de los hechos, emplaza incluso al historiador a hacer su trabajo y por ello asume que su obra será estudiada y diseccionada. No teme la crítica.

Cuando Líster analiza una operación militar en la que tuvo parte, nos recuerda siempre que su mando llegaba sólo hasta un cierto nivel estratégico/táctico. No formó parte del generalato, no diseñó nunca operaciones estratégicas, ni fue el encargado de asignar los recursos y las prioridades en ese plano Llegó a ser un buen comandante de Brigada, de División, incluso de un Cuerpo de Ejército, pero no dependía de él asignar, pongamos por caso, fuerzas a la zona de penetración en Brunete. No fue su cometido administrar las reservas y los medios en esa operación. A él le ordenaron un objetivo y lo cumplió a la perfección en las primeras horas. No es justo en modo alguno utilizar la fama de su nombre para enmascarar las responsabilidades colectivas. La dirección militar de la guerra civil no llegó a estar nunca en manos de los hombres como Líster, procedentes de la escala de milicias. Asume la parte de responsabilidad que le tocó con el convencimiento, que nos transmite, de haber intentado en todo momento hacer cuanto estuvo en su mano para lograr la victoria sin desfallecer jamás. No todos pueden decir lo mismo.

La obra que ahora presentamos, si bien insiste en estos detalles de tipo histórico, tiene otro elemento muy destacado y que casi la define: es un homenaje permanente a los combatientes republicanos que dieron sus vidas por su libertad y la nuestra. Líster, capítulo tras capítulo, página tras página, recuerda los nombres de aquellos que lucharon y murieron a sus órdenes en la filas del Ejército Popular Regular (EPR) de la República española. Quienes acusan a Líster de insensible o de cosas peores se equivocan por completo. Precisamente por ser un hombre de valores humanos muy firmes (de ahí su militancia comunista), es capaz de poner en su lugar el sacrificio de los combatientes y emocionarse al extremo con ello. Para Líster, la vida y la fraternidad van juntas, y por eso, quienes exponen su vida por la fraternidad merecen el máximo respeto. La severidad de Líster en algunas ocasiones procede de aquí, él no les va a fallar, como mando tiene la absoluta obligación de proteger a sus hombres y tratarles con absoluta responsabilidad, pues a quien confía en tí hasta el punto de poner su vida en tus manos no se le puede defraudar. El soldado republicano de la 11a División llegó a constituir una fuerza de élite en las filas del EPR, a causa precisamente de esa convicción: la vida y la libertad son el máximo valor y quienes las ponen en riesgo para defender las de todos lo hacen por valorarlas, no por despreciarlas. Es justo lo contrario del envilecimiento moral del militarismo escondido bajo el legionario ¡Viva la muerte!

Recuperar Nuestra Guerra. Memorias de un luchadores un homenaje a Enrique Líster, sin duda, pero sobre todo, lo es al recuerdo de cuantos lucharon por un mundo mejor y mas justo. Es memoria viva de los soldados del EPR, de los trabajadores, de los ciudadanos y ciudadanas que por millones quisieron vivir sus vidas en paz y libertad y soñaron una España solidaria, libre, fraterna.

Esa identificación íntima, emotiva, con aquellos pechos que fueron casi la única defensa sincera de la república, la sintió también el poeta Antonio Machado, en los días del asalto de Madrid, cuando todo parecía perdido. Existió una carta, hoy perdida, en la que el soldado del pueblo, Líster, escribe al poeta y le da ánimos. Machado, consciente de lo que se jugaba en aquella batalla y de lo desigual de la lucha escribió tras ser evacuado a Valencia:
«Yo no me hubiera marchado; estoy viejo y enfermo. Pero quería luchar al lado vuestro. Quería terminar una vida, que he llevado dignamente, muriendo con dignidad. Y esto sólo podría conseguirlo cayendo a vuestro lado, luchando por la causa justa como vosotros lo hacéis» (Milicia Popular, Madrid, no 109, 24-11-36)

Machado reconoció en aquellos soldados del pueblo una fuerza desconocida y vital capaz de amparar la esperanza y encontró en Líster el símbolo que mejor lo resumía. Nació así el famoso soneto en el que el viejo poeta, quien conoce lo grave de la hora vivida, hace un homenaje a quienes defienden con las armas («tu pistola de capitán») la causa de la república, que es también la causa de la cultura y los poetas. Líster, el militar, Líster el comunista, el cantero de Ameneiro que estudió en la emigración, en la lucha, sabe también de la importancia de la poesía. Si el militarismo fascista construye una épica sobre la deshumanización del combatiente, Líster nos da una muestra de unos valores humanos muy distintos; escribe:
«Fue por esos días [la defensa de Madrid] cuando me di plenamente cuenta de la inmensa fuerza de la poesía para despertar en el hombre todo lo que hay de mejor en él. Para empujarle a superarse, para hacer de los hombres héroes, y de los héroes, héroes aún más grandes» (Nuestra guerra. Memorias…, p. 104).

Si este Líster lleno de facetas inesperadas se nos muestra en «Nuestra guerra. Memorias…», o en la antología recién publicada «Enrique Líster na voz e na admiración dos poetas. De Antonio Machado a hoxe» (Litoral das rías, Poio, 2007), el documental de la profesora y directora de cine, Margarita Ledo, «Liste pronunciado Líster» (Ledo, 2007) está llamado a ser todo un aldabonazo en la lucha por la recuperación de la memoria. No cabe mejor homenaje.

Cuando el revisionismo enloda día a día la memoria antifascista y apoyado por los valores de un franquismo sociológico que ha dominado la transición, nos transmite el mensaje del supuesto fracaso de la República, leer a Líster se convierte en algo necesario. ¿Fracaso de la República? ¿Fracaso una esperanza por la que millones de personas lucharon desesperadamente sin preguntar si era posible la victoria? ¿Fracaso una ilusión por la que hubo que asesinar o encarcelar a cientos de miles para poder ahogarla en sangre? ¿Fracaso y setenta años después, en pleno siglo XXI siguen teniendo que combatir y calumniar su recuerdo? La obra de Líster da testimonio de la lucha de todo un pueblo, un pueblo que resultó vencido por la fuerza, pero que no fracasó pues su resistencia de entonces sigue siendo ejemplar ahora y lo será en el futuro. Por eso sigue siendo combatida la memoria histórica de la República.
Al lector del siglo XXI le esperan quizá sorpresas: la primera es encontrarse con una voz que le hablará a él desde la primera página y le hará partícipe de hechos ocurridos mucho tiempo atrás, la segunda, no menos importante, consiste en que muchas de las preocupaciones del Líster que escribió este libro al inicio de la transición son muy actuales. Pudieron no entenderlas algunos entonces, pero se comprenden meridianamente ahora. La memoria es vital, la izquierda debe reconstruirse en clave republicana y de clase, la monarquía impuesta debe ser superada, los partidos son instrumentos de lucha y no fines en sí mismos, la disciplina debe ir unida al sentido crítico. Son muchas las enseñanzas que nos ofrece el Líster militante.

Estuvimos en Ameneiro en los días del centenario, saludaban al aire las banderas de abril, se celebraba por toda España el aniversario de la República y la banda de niños y niñas de la Sociedade Recreativa de Calo tocó la Internacional y el himno de Galicia. Fue muy hermoso. Algunos recordamos las palabras de Castelao, pronunciadas en lo más hondo del exilio, sobre el día en el que una Galicia joven (a famosa «Galiza Nova») resurgiera de nuevo y supimos que la lucha por la Tercera República no va a detenerse.

El largo camino que emprendiera un día aquel hombre valiente y sincero nacido en Ameneiro no ha terminado. Le tocaron en su vida etapas difíciles, muy duras, cubrió su parte del viaje con valor y su ejemplo nos ayudará a quienes seguimos la marcha.

 

«Nuestra guerra. Memorias de un luchador», E. Lister, Silente, 2007.
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