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Cuando abrimos el navegador y escribimos una URL cualquiera en la barra de direcciones estamos tomando la pastilla roja

La muerte de las direcciones URL

Fuentes: factoryjoe.com

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

Preludio

«Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja te quedarás en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda: lo único que te ofrezco es la verdad, nada más».

En Matrix, Morfeo plantea un dilema a Neo: puede tomarse la pastilla azul y proseguir con su existencia sonámbula en Matrix, o tomarse la roja y liberarse de la realidad virtual creada por las máquinas para esclavizar a la humanidad.

Como se ve en este fragmento de la película, Neo escoge la pastilla roja, con lo que rompe el vínculo con Matrix y recupera el libre albedrío. Todos los días, cuando abrimos el navegador y escribimos una dirección URL cualquiera en la barra de direcciones, estamos tomando la pastilla roja.

Sin embargo, aprecio cada vez más indicios de que las libertades que nos brinda Internet se están viendo mermadas por un conjunto de empresas mediante la introducción de tecnologías e interfaces nuevas que, combinadas, pueden augurar la muerte de las direcciones URL.

Se puede pensar que estoy loco, pero parece bastante evidente si nos ponemos los anteojos paranoicos con el color del cristal adecuado.

Muestra A: Televisión en Internet

Un artículo de USA Today del viernes señala que hemos llegado a un punto en el que ya ha llegado el momento de ver televisión por Internet. Pero la noticia presenta un molesto punto débil. Se trata, concretamente, del siguiente: Tal vez los consumidores la rechacen si los televisores se vuelven demasiado complicados o se parecen en exceso a un ordenador.

Cito un fragmento del artículo:

Los fabricantes afirman haber aprendido una lección importante de los fracasos anteriores en la tentativa de convergencia de medios: los espectadores quieren relacionarse con aparatos de televisión, no con ordenadores.

Esa es la razón por la que los modelos de televisión por Internet no tienen navegadores que ofrezcan a la gente libertad para surcar toda la red, aun cuando el televisor se conecte a Internet mediante un cable de ethernet o una red doméstica inalámbrica. Las empresas quieren promover la aceptación de la televisión por Internet simplificando el uso de la tecnología: eso significa que no debe haber teclado, ni ratón.

Es solo el primer paso: los ingenieros hablan ya de medidas que facilitarían la navegación por Internet. Una de ellas consiste en programar los teléfonos para que puedan cambiar de canal, enviar mensajes de texto al televisor o desplazar un cursor por la pantalla con la tecnología sensible al movimiento que Nintendo emplea en su consola de juegos Wii.

Pese a todo, por ahora la gente solo necesita el mando a distancia del televisor para seleccionar y abrir aplicaciones enlatadas de antemano.

La negrita es mía.

En lo que sería un giro determinista macluhaniano, parecería que el aparato y el determinismo de la experiencia televisiva van a anular la libertad y la flexibilidad de Internet porque… bueno, sinceramente… tantas posibilidades de elección… son muy poco corrientes e imposibles de monetarizar.

En cambio, se facilitará el consumo de televisión por Internet suprimiendo los mejores elementos de la red y aumentando los rasgos limitadores propios de la televisión.

Muestra B: Litl, ChromeOS, JoliCloud y Apple Tablet

En cierto modo, me topé con un Litl sin proponérmelo; es un pequeño proyecto del célebre estudio de diseño. La cosa está muy bien. El mercado de subportátiles con facilidades para la movilidad, mayor funcionalidad y posibilidad de acceso a Internet requiere cierto análisis de diseño. Y, caramba, estoy tan impaciente como el que más por ver lo que Apple va a hacer en este campo; de modo que lo vigilo con atención… pero algo me dice que la siguiente generación de «ordenadores personales» va a girar en torno a interfaces más insustanciales y esquemáticas que vengan predeterminadas y con menor número de alternativas, seleccionadas entre un conjunto de sospechosos más que probables (por ejemplo, Facebook, Twitter, Google, Yahoo y demás).

Si echamos un vistazo a la pantalla principal de JoliCloud… se puede empezar a ver cómo será la siguiente caja de búsqueda de Firefox en lo que se refiere a monetarización.

JoliCloud

Aunque supongo que se podrá personalizar, son las opciones por defecto lo que importa.

… y esas pantallas de inicio vuelven a ser un embudo para llevar a los usuarios hasta un conjunto de alternativas predeterminado (y de pago).

Muestra C: Sitios más visitados

De manera semejante a la pantalla principal de los subportátiles con fácil acceso a Internet, tanto Safari como Chrome presentan páginas de inicio que muestran miniaturas de los sitios web visitados por los internautas con más asiduidad (¿una coincidencia? ¡No creo!).

Parece un rasgo inofensivo. Quiero decir: ¿acaso no es más cómodo limitarse a hacer click sobre una imagen del lugar al que quieres ir, en lugar de tener que teclear en la barra de direcciones una secuencia de letras difícil que empieza por http?

¡Ajá! Entonces preferiríamos la pastilla azul, ¿eh?

¿Se ve el problema?

Del mismo modo que los navegadores incorporan hoy día un conjunto de marcadores por defecto, no hay razón para que la próxima generación de navegadores no venga con su propio grupo de «Sitios más visitados» que, no es de extrañar, procederá de la misma relación de empresas predeterminadas que pueblan las pantallas de inicio de la siguiente generación de subportátiles.

Cuanto más obsoleta pueda hacerse parecer a la barra de direcciones del navegador, más se parecerá a un simple televisor, ¿verdad?.

Muestra D: Mensajes de alerta de transición y cajas cortas para direcciones URL

Si es usted usuario de Facebook, seguramente ya habrá visto alguna vez el cuadro de alerta de arriba; por lo general, tras hacer click en un vínculo enviado por algún amigo. Está bien: entiendo por qué lo hacen. Es cierto: ¡debe de haber dragones!

Pero dejemos al margen de los dragones del propio Facebook; suponemos que esta pantallita inocua fue concebida para salvarnos de elementos ajenos al universo Facebook. Sin embargo, el efecto que produce verla cada vez que hacemos click en un vínculo saliente es de fatiga. Nos cansamos de tener que hacer click en esta página hasta que, finalmente, al cabo de un rato, simplemente cedemos y dejamos de pulsar los enlaces que nos envían los amigos. Podría suceder que un retraso momentáneo de este tipo bastara para modificar por completo nuestra conducta.

Pero aunque decidamos marcharnos, Facebook nos acompaña… insertando 45 píxeles de sí mismo en nuestra experiencia ejerciendo de marco general:

Muestra D: Mensajes de alerta de transición y cajas cortas para direcciones URL

Esto favorece que volvamos a Facebook y que no nos detengamos a pensarlo nunca. Pero también suprime la necesidad de acudir a la barra de direcciones y pensar dónde queremos ir a continuación (por no hablar de teclearlo). Como es natural, Facebook no es el único servicio que lo hace: Digg e infinidad de automatismos de generación de direcciones URL irrumpen en nuestra experiencia de Internet y ponen más distancia entre la barra de direcciones y nosotros.

Todos estos pequeños obstáculos se van sumando; y cuando has hecho algún estudio sobre funcionalidad de uso, sabes que las modificaciones más insignificantes pueden suponer impactos descomunales con el paso del tiempo, aun cuando sean tan leves que resulten, en esencia, imperceptibles.

Muestra E: El NASCAR*

Ahora bien, esto me devuelve a mi territorio, ya ve, puesto que es en lo que he estado trabajando más o menos el último año… pero la realidad es que cada vez hay más empresas que empiezan a aceptar este enfoque salpicado de logotipos comerciales para hacer firmar al usuario en formularios («el NASCAR«) que despachan por completo la incómoda metáfora del protocolo de identificación OpenID «basado en una dirección URL».

¿Por qué?

Porque es demasiado «complicado». La gente no utiliza «direcciones URL» para conectar con sitios de Internet.

Ahora bien, hemos hecho progresos en la creación de «identificadores de correo electrónico» para utilizarlos en transacciones que siguen el protocolo OpenID, pero todavía no lo hemos conseguido, y tampoco avanzamos con la suficiente rapidez. El fantasma del botón de conexión a Facebook siempre está presente y, desde una perspectiva de la interfaz de usuario, es difícil poner en cuestión un botón que los controle a todos (aun cuando el proceso acabe con la autonomía personal… ¡Ay! ¡La libertad es un lío! ¡A la basura con ella!).

Así pues, el NASCAR no es más que otra forma más de postergar que los usuarios aprendan a reconocer que las direcciones URL también pueden representar a personas, lo que nos encadena a un sótano y nos encierra durante otra generación más en una identidad mediada por las marcas comerciales.

Muestra F: Tiendas Apple y similares

Por último, ya se ha escrito extensamente sobre esto, pero ¿qué otra cosa es la tienda Apple sino una porción cribada y desinfectada de la red? En realidad, la gente acostumbrada a la libertad y el «dinamismo» de Internet sufre un shock anafiláctico cuando descubre que tiene que someterse a las ataduras y las flechas de los extravagantes designios de Steve Jobs cuando quiere que su iPhone se identifique en la tienda Apple.

Y la cosa no va más que a empeorar, ya que ahora todo el mundo quiere tener su maldita tienda apple.

Muchas gracias, Steve.

El auge de la «mentalidad de tienda apple» representa un ataque frontal contra Internet, y contra la naturaleza misma de los descubrimientos inesperados y la libertad de elección que incorporan los hipervínculos basados en direcciones URL. Al privarnos de la capacidad de seleccionar y escoger en qué «tiendas» compramos con estos aparatos… engrosamos una nueva camada de intermediarios y les cedemos el monopolio de nuestra experiencia digital. La arquitectura de Internet fue concebida para resistir a estas amenazas, ¡pero todo eso cambia cuando los fabricantes de hardware entran en el mercado de contenidos! Aun cuando los programadores estén empezando a ver la cara oculta de este pacto con el diablo, el empuje es inmenso… y las grandes empresas huelen el dinero.

Al eliminar nuestra capacidad de navegar, escoger y compartir libremente, estas tiendas apple sustituyen nuestra libertad por la promesa de cuidarnos y mantenernos a salvo, darnos darán todo lo que necesitamos y elegir por nosotros lo que sea «suficientemente bueno»… todo a 99 céntimos por resultado de búsqueda.

No cabe duda de que este modelo se emulará y copiará (en todas las plataformas) hasta que se remiende y elimine el último vestigio de direcciones URL… el último recordatorio de una era de la historia incómoda y mucho más liosa.

Epílogo

No sé a usted, pero a mí me da miedo un futuro sin direcciones URL y sin la organicidad infinita de la red. No es que sepa qué es lo que perderemos al suprimir este artefacto de una de las épocas más productiva de la historia… ¡es que se trata precisamente de eso! ¡Las direcciones URL y la capacidad de que cualquiera acuñe una y la difunda es lo que hace de Internet algo tan elástico, tan fortalecedor y tan interesante! ¡No tener que pedir permiso a nadie para crear un sitio o una página web nuevos es una suerte de libertad ideológica que pocas generaciones de la historia han conocido!

Por supuesto, queda todavía mucho por hacer para difundir la fuerza de Internet y el privilegio que otorga, pero lo que no quiero que suceda mientras tanto es que la próxima generación de niños crezca con un portátil «más fácil», un subportátil para conectarse a Internet, ya se llame Web Top, Net Book, Nook o como demonios vayan a bautizarlo… que carezca de barra de direcciones. ¡No quiero que la próxima generación crezca con unos botones de televisión absurdos y un conjunto de artilugios predefinidos que determine la totalidad y la variedad de su experiencia y la restrinja a un mero subconjunto de Internet! ¡No se puede consentir que el futuro sea así!

Quizá esté equivocado, o sea un paranoico, y tal vez Internet ya ha ganado definitivamente. Pero no estoy dispuesto a dormirme en los laureles. De ningún modo.

Todos sabemos que Internet ha triunfado como medio de transporte para toda clase de datos; pero, ¿y la interfaz universal para interaccionar con la red? Bueno, esa batalla se está librando ahora mismo.

Como diseñador de experiencias para usuarios, nos corresponde a mi campo y a mis colegas ofrecer el tipo de ideas y propuestas adecuadas. Si lo diseñamos bien, podemos fortalecer y clarificar al mismo tiempo; podemos reducir la complejidad e incrementar la funcionalidad; podemos ensanchar la libertad sin abrumar con una sobrecarga de opciones. ¡No cabe duda de que estas son las cosas que se pueden conseguir con un diseño bueno y serio de la experiencia del usuario!

Pues bien, amigos, esto es lo que tenía que decir. Tanto si la amenaza es real o imaginaria, creo que vale la pena analizarlo.

Al igual que Neo, si nos vemos obligados a elegir entre el engorro del libre albedrío frente a la «comodidad» de una existencia artificial, escogería la pastilla roja una y otra vez. Y espero que vosotros también.

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* Nascar:

es el tipo de interfaz que Daniel Burka denomina NASCAR OpenID, porque todos los logotipos lo asemejan a un coche de carreras de la categoría

Fuente: http://factoryjoe.com/blog/2009/11/16/the-death-of-the-url/