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La pobreza de Kicillof

Fuentes: Rebelión

Así que ahora, el ministro de economía nada menos, Axel Kicillof, no sabe cuántos pobres hay en la Argentina. Lo dijo con total desparpajo, sin que se le cayera la cara de vergüenza. Claro, es un atributo que el arrogante funcionario no detenta. El tipo que maneja la economía del país, que debe tener a […]

Así que ahora, el ministro de economía nada menos, Axel Kicillof, no sabe cuántos pobres hay en la Argentina. Lo dijo con total desparpajo, sin que se le cayera la cara de vergüenza. Claro, es un atributo que el arrogante funcionario no detenta. El tipo que maneja la economía del país, que debe tener a su disposición todas las estadísticas económicas y sociales para poder llevar a cabo su tarea, no sabe cuántos son los seres humanos a los que su función fundamental debe ser solucionarles sus necesidades insatisfechas y sacarlos de la pobreza.

¿Nos toma por estúpidos este impresentable lacayo de las multinacionales? Evidentemente, sí.

¿Se imaginan a un doctor que va a operar a un paciente que diga «no tengo idea dónde está el órgano que tengo que curar»? ¿O un docente que tenga errores de ortografía? ¿O un panadero que no tenga idea de lo que es la harina? ¿Un jugador de fútbol que jamás haya visto una pelota?

Es tremendo lo de Kicillof. Es la más taladrante aceptación de incapacidad de la que se tenga memoria en un funcionario de su responsabilidad. De todas maneras, es seguro que está mintiendo y sí sabe cuántos seres humanos deja bajo el umbral de la pobreza el kirchnerismo después de 12 años de gobierno. Después de todo, la mentira es el método esencial de las políticas oficialistas. Por eso tomaron la decisión de intervenir el Indec desde 2007, bajo la presidencia del difunto Néstor Kirchner, para adulterar todas las cifras que graficaban la realidad social de los habitantes de este país. Aún a pesar de ello, dejaron de publicar los números sobre pobreza e indigencia desde el segundo trimestre del 2013.

El tema de la pobreza pega en la esencia de la corriente política que gobierna Argentina desde hace más de una década, porque siempre se jactó de los avances que lograron sus políticas al respecto. Kicillof recurre a un artilugio vergonzoso para evitar mencionar un dato básico que es su obligación conocer y dar a conocer: primero dice «difundir las cifras de pobreza es estigmatizar a los pobres» y luego afirma desconocer tales datos.

Es evidente que miente.

Lo cierto es que el gobierno no quiere que se sepa la verdad sobre la cantidad de pobres que deja. Porque ni aún tergiversando la forma de medirlos puede disimular la pobreza de millones y creciente que ha provocado o mantenido. Según quién la mida y con qué criterio, las estadísticas varían. Pero siempre muestran que es enorme la cantidad de seres humanos que sufren el estigma de la miseria.

Según la última medición oficial del Indec intervenido (primer semestre del 2013), la pobreza en el país afectaba al 4,7% de la población, y la indigencia al 1,4%

Ya en abril del 2014, la propia CTA oficialista dirigida por Hugo Yasky, difundía cifras a través de su Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA): 17,8% de pobres y 4,4% de indigentes, lo que cuadriplica los guarismos presentados por el gobierno al que adhiere.

En enero de 2015, la Junta Interna de los trabajadores del Indec, en valiente lucha contra la intervención kirchnerista desde hace años, publicó un informe sobre los datos del 2do semestre del 2014, fijando la pobreza en 25,5% de la población y en 5,5% la indigencia.

En febrero de 2015, el Observatorio de Datos Económicos y Sociales de la CGT conducida por Hugo Moyano estimó la pobreza en un 29% y la indigencia en un 4,44%.

El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina estimó la pobreza en el 27,5%.

El Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), dirigido por el diputado Claudio Lozano, fue el que más grave entendió la situación social: estimó la pobreza en un 36,5%.

Como se ve, las brechas entre las diferentes mediciones es importante, pero todas indican una realidad que hace añicos la que nos quiere presentar el gobierno: la pobreza afecta a millones de seres humanos que viven en este país. Ni qué hablar si la estimáramos a partir de un simple ejercicio de sentido común: la mayoría de los observatorios establece la Canasta Familiar en alrededor de $12.000, mientras que el 90% de los asalariados en Argentina gana por debajo de los $9.000. Un panorama escalofriante.

Para completar los nefastos datos de la «déKada», es bueno saber que según el informe de la FISYP de abril de 2014, el promedio del poder adquisitivo de los salarios no llega aún a los niveles de los 90, y está lejos del mejor alcanzado por la clase trabajadora, que data de 1974.

Está claro entonces, por qué el gallito de riña que dirige el Ministerio de Economía no quiere revelar las cifras sobre pobreza e indigencia en nuestro país: porque derrumbaría la mentira kirchnerista sobre las «bondades» de su «modelo». Esa es la verdadera cara del mismo tipo que dijo que no iba a pagarle «ni un solo centavo» a Repsol por la expropiación de YPF, y terminó comprometiendo al Estado en una operación de pago por el valor de la totalidad de la empresa, para quedarse con la mitad de ella. Buen servicio le rindió este bravucón de pacotilla a quienes nos saquearon y vaciaron de nuestro petróleo durante 20 años.

En definitiva, Kicillof demuestra lo que es el kirchnerismo: la mentira hecha política, al servicio de los saqueadores y explotadores del mundo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.