En 1910 el racismo en México se manifestó de manera extrema, violenta, con una guerra genocida. Es el mismo racismo (desprecio por los que no son como uno) que hoy tiene muchas formas encubiertas y disimuladas, sobre todo en las esferas gubernamentales. Por eso »el zapatismo es importante, tanto en el pasado como hoy, porque […]
En 1910 el racismo en México se manifestó de manera extrema, violenta, con una guerra genocida. Es el mismo racismo (desprecio por los que no son como uno) que hoy tiene muchas formas encubiertas y disimuladas, sobre todo en las esferas gubernamentales.
Por eso »el zapatismo es importante, tanto en el pasado como hoy, porque se trata de una lucha por la vida».
Así explica Francisco Pineda Gómez (Taxco, 1955) su interés por conocer la gesta del Ejército Libertador del Sur, al mando del general Emiliano Zapata.
Como continuidad a su libro La irrupción zapatista. 1911, el investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) presenta ahora La revolución del sur. 1912-1914 (Ediciones Era), que describe el ascenso de esa fuerza.
A partir de los archivos del Cuartel General del Sur y de testimonios orales de sobrevivientes, así como de documentos de gobierno y notas de prensa, el autor desmenuza el curso de la guerra civil desde que fue promulgado el Plan de Ayala, en noviembre de 1911, hasta que las tropas rebeldes tomaron la ciudad de México, a finales de 1914.
Su libro devela el genocidio cometido por varios gobiernos y expone los mecanismos del discurso racista que acompañó el exterminio de la población indígena en el sur y centro de México.
Claridad y sencillez de voces
En entrevista con La Jornada, Pineda asegura que en la investigación -duró seis años- lo que más le impactó »fue la claridad de las voces zapatistas, la sencillez con que exponen sus ideas políticas y sociales de justicia y libertad. Pero también el espíritu ofensivo de la lucha, pues aunque vemos el zapatismo como un movimiento a la defensiva, como una guerrilla que se defiende localmente, también se dio la ofensiva.
»Descubrí en los documentos de Zapata y mediante testimonios orales que hubo una intención explícita no sólo de luchar por la justicia, sino de vencer. Se propusieron derrocar al gobierno y tomar la ciudad de México. A los tres años de la promulgación del Plan de Ayala tomaron la capital; en ese periodo hubo 2 mil 300 acciones armadas. En su lema ‘vencer o morir’ había enorme vocación de triunfo.»
El investigador señala que los grandes problemas que frenaron a los zapatistas, en primer lugar, fueron »el desastre originado por el genocidio: si la pobreza explica la fuerza del zapatismo, la pobreza también explica sus límites.
»Tampoco se concretó la alianza militar con el villismo, combatieron separados y perdieron las ciudades que ya controlaban. Y no se materializó la alianza entre trabajadores del campo y de la ciudad, el movimiento obrero se inclinó hacia el carrancismo, a pesar de estar abierta la brecha para marchar por el otro camino.»
En este contexto, el nuevo zapatismo busca »resolver las bases materiales de la lucha, porque un movimiento sin sustento organizativo, productivo y de trabajo político interno no puede hacer una labor importante.
»Los zapatistas de hoy, sin dejarse llevar por la espectacularidad, cimentan las bases materiales y subjetivas para continuar su lucha, porque su labor tiene solidez y seriedad.»
Carácter desafiante
Pineda asegura que el carisma de Zapata fue una necesidad de la Revolución, porque »a él lo eligieron, era conocido por valiente; tenía habilidad para domar al toro, manejar al caballo, era famoso en la ferias de cuaresma. Pero él fue producto del movimiento.
»Si él no hubiera existido tal cual, hubiera sido otro. Inclusive, mientras vivió, nadie le dijo ‘caudillo’; empezaron a llamarlo así cuando se institucionalizó la Revolución, cuando el tema político era el caudillismo y lo convirtieron en caudillo, pero sus compañeros nunca lo consideraron así.
«La Revolución produjo revolucionarios, hombres que tenían la fuerza, primero para retarse a sí mismos y luego para retar al gobierno. El zapatismo no habría existido sin ese carácter desafiante, pero tampoco sin la sencillez.»
El zapatismo surgido en 1994, indica, ha dado un gran paso al no tener un líder y »dejar que sea la gente quien decida. Al final, la historia se transforma con la fuerza de la colectividad, no con la fuerza limitada de una persona».