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Manuel Sacristán

La resistencia desde un punto de vista lógico

Fuentes: Ladinamo

Manuel Sacristán no sólo fue uno de los filósofos españoles más importantes del siglo XX sino también una de las figuras intelectuales más influyentes de la resistencia antifranquista. En los últimos meses, distintas iniciativas editoriales y académicas tratan de recuperar la obra de un personaje imprescindible. Si, como rezaba aquella máxima de Swift que dio […]

Manuel Sacristán no sólo fue uno de los filósofos españoles más importantes del siglo XX sino también una de las figuras intelectuales más influyentes de la resistencia antifranquista. En los últimos meses, distintas iniciativas editoriales y académicas tratan de recuperar la obra de un personaje imprescindible.

Si, como rezaba aquella máxima de Swift que dio título a una memorable novela, se puede reconocer a los genios por la cantidad de necios que se conjuran en su contra, Manuel Sacristán (1925-1985) debió ser uno de los grandes. Desde su muerte, su nombre ha sido pisoteado a conciencia por algunos de los pensadores más hueros y pomposos de nuestro país. Para Fernández Buey, discípulo de Sacristán y una de las personas que más ha luchado para evitar que su obra caiga en el olvido, la razón de esta animadversión es claramente política: «Sacristán ha sido uno de los poquísimos pensadores valiosos de este país que siguió llamándose comunista hasta la muerte, a pesar de sus diferencias con el partido comunista. Y eso, en los tiempos que corren, se paga. Pero si uno se fija bien verá que la animadversión actual (o el pacto de silencio) se da casi siempre entre los ‘letratenientes’ y políticos de profesión que necesitan borrar las huellas de su pasado, no entre quienes aman la inteligencia y la libertad de pensamiento independientemente de sus preferencias ideológicas».

En realidad, Manuel Sacristán es uno de los escasos filósofos españoles del siglo XX dignos de mención y también uno de los más comprometidos políticamente. Ambos aspectos están íntimamente relacionados en su obra. Sacristán fue uno de los pioneros de la lógica formal en nuestro país y luchó denodadamente contra la cerril versión del tomismo que impuso el franquismo filosófico en la universidad. Aún más, desde una constante exigencia de rigor, claridad y conocimiento cabal del contexto tecnocientífico del momento, criticó muchas de las oscuridades típicas del pensamiento de izquierdas y anticipó las propuestas de autores contemporáneos tan aclamados como A. Callinicos, G. A. Cohen o J. Elster.

Pero lo que marcó tanto la obra de Sacristán como su recepción fue su papel como filósofo de combate. Hasta el final de su vida estuvo profundamente implicado políticamente, primero en la lucha contra la dictadura y después en la transformación de una sociedad que consideraba amordazada por la Transición. Esta fue la razón de que Sacristán escribiera casi siempre a trompicones y fuera el autor de tan sólo tres libros: Las ideas gnoseológicas de Heidegger (1960), una célebre Introducción a la lógica (1964) -manual pionero que al día de hoy sigue siendo imprescindible- y Panfletos y materiales (1983-86), obra dividida en cuatro volúmenes que recoge los artículos, conferencias y prólogos que el propio Sacristán considero dignos de interés. Por eso, ese extraño centón recopilatorio que es M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres (El Viejo Topo, 2004) es una excelente introducción a su pensamiento. Permite entender por qué el propio Sacristán consideró que sus escritos «revelan bastante bien el desastre que produjo en algunos de nosotros el franquismo: son escritos de ocasión, sin tiempo suficiente para la reflexión ni para la documentación». Y, sin embargo, tal vez a causa de esa premura, Sacristán hizo aportaciones cruciales en una cantidad sorprendente de temas. Sin ir más lejos, su análisis fragmentario de la obra de Marx es sencillamente apabullante (véase al respecto la recopilación Escritos sobre El capital, recién editada por El Viejo Topo). Sacristán también propuso una confluencia de las tradiciones comunista y anarquista en un momento en que no se trataba de una asunto particularmente popular y fue uno de los primeros intelectuales europeos de izquierdas que intentaron pensar el ecologismo desde una posición racionalista y no tecnófoba.

F. Fernández Buey y S. López Arnal (eds.), De la primavera de Praga al marxismo ecologista (Los Libros de la Catarata, 2004)

Gracias al esfuerzo de los editores de este volumen, en los últimos meses estamos asistiendo a un proceso de recuperación de la obra de Sacristán que culminará el año que viene con distintas iniciativas en conmemoración de los veinte años de su muerte. Así, De la primavera… recoge la evolución de este filósofo a través de una serie de entrevistas (un género periodístico al que era más bien reacio, dicho sea de paso). Resulta difícil decir hasta qué punto son una buena puerta de acceso a la obra de Sacristán, incluso a pesar de la espléndida introducción biográfica de los editores. De un lado, las entrevistas son fáciles de leer pero, de otro, abundan en asuntos que a algunos les pueden parecer un tanto coyunturales. Lo que es indiscutible es que estas conversaciones contienen una importante lección: en todo momento las cuestiones más urgentes de nuestra práctica política pueden y deben ser analizadas con claridad, rigor y serenidad y sin dejarnos llevar por la última moda intelectual.