1. Que buen título y tema me ha sugerido mi amigo Héctor Malavé desde Campeche, a raíz de su lectura de un artículo sobre «Dany el Rojo» (Cohn Bendit) que según me dice, más tarde este personaje se integró al Verde y después sería elegido como «teniente de alcalde en Fráncfort». En realidad poco me […]
1. Que buen título y tema me ha sugerido mi amigo Héctor Malavé desde Campeche, a raíz de su lectura de un artículo sobre «Dany el Rojo» (Cohn Bendit) que según me dice, más tarde este personaje se integró al Verde y después sería elegido como «teniente de alcalde en Fráncfort». En realidad poco me interesa en qué hayan terminado los líderes de 1968 en Francia, México, Alemania, EEUU o Checoslovaquia. Comprendo que no es un problema individual sino del significado social, colectivo, de aquellas batallas que se extendieron en el mundo. ¿Puede negarse acaso que la década de los años sesenta representó una gran revolución juvenil, de la mujer, la educación, en el mundo?
2. Lo raro es que sigan existiendo unos cuantos «loquitos» que después de 50 años de activismo sigan gozando de su libertad de pensar y decidir por cuenta propia. Hablando del mayo francés, recuerdo que a mediados de los setenta mi amigo Carlos Beas y yo fuimos «tomateados» en el auditorio Che Guevara por defender los derechos a manifestarse de «los nuevos filósofos franceses» que criticaban a los llamados «países socialistas» que ya desde aquellos tiempos decíamos que no eran tales. Algunos de esos «filósofos» (Glucksman, Levi,) le entraron al capitalismo, como también hoy muchísimos mexicanos que así mismos se decían o dicen comunistas son funcionarios de gobierno.
3. En otra ocasión he escrito recordando la muy baja e insultante comparación que se ha hecho de los «comunistas» oportunistas con los rábanos diciendo que son rojos por fuera y blancos por dentro. Incluso el millonario dirigente empresarial en la burla decía con todo cinismo que «le gustaría que sus hijos fueran activos comunistas de jóvenes para cuando maduren sean magníficos administradores del capitalismo». Reconocía la honestidad y el trabajo fuerte de los jóvenes que entraban con pasión al marxismo, al socialismo y al anarquismo, pero le parecía que ya maduros era un error no entrarle a los negocios o al presupuesto gubernamental. Era, sin duda, un insulto a los luchadores sociales.
4. Y sí, como me sugiere Malavé ejemplificando con Cohn Bendit: sería interesante indagar el porcentaje de jóvenes que toman la «revolución» como moda juvenil para luego ser aventajados políticos del sistema capitalista de explotación. Basta con decir que hay personajes de la llamada «izquierda» que de manera oportunista, asumieron su primera diputación en los sesentas y llevan más de 40 años brincando sin fallar, de un cargo a otro. El nonagenario Fidel Velázquez -al que tanto combatimos porque llevaba casi 50 años en la dirección de la CTM- les va a quedar chico; es decir, así como los políticos del PRI, del PAN y otros no tienen llenadera, así también los que en unos años se autocalificaron de izquierda.
5. Además es un proceso «natural», según el pensador de principios del XX, José Ingenieros. Todos los jóvenes tienden a ser naturalmente revolucionarios porque cuestionan todo, porque están en continua búsqueda; quieren conocer todo, quieren transformar las cosas; pero la inmensa mayoría con apego al sistema de dominación, después de casarse, tener hijos y la «responsabilidad» de mantener a una familia, se convierte en conservadores olvidando sus tiempos juveniles. Y esto lo sabe muy bien la clase dominante y por eso se burla de la «moda juvenil». Sólo una minoría puede pasarse la vida en las luchas por la transformación revolucionaria y conservar su integridad dedicado a esas tareas.
6. Mi amigo Pancho me decía hace 40 años: «No te olvides que la carrera de la Revolución es muy larga, es de 100 kilómetros; tienes que adecuar la velocidad para que llegues o, cansado, te quedarás en el camino». La realidad es que casi todos -o todos- se quedan en el camino; sobre todo aquellos que aparentan ir con mucha velocidad para distinguirse como dirigentes. Las revoluciones surgen cuando están dadas las coyunturas altas para los de abajo y en declive para la clase dominante. Los que lograr enraizar en sus ideas y actividades -que son muy pocos- sólo alcanzan colaborar para cambiar la correlación de fuerzas, pero serán los jóvenes los lograrán cambiar radicalmente las estructuras. Los que se quedan, pues se quedan.
Blog del autor: http://pedroecheverríav.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.