Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La rebelión dentro de las fuerzas armadas de EE.UU. que contribuyó a la derrota de EE.UU. en Vietnam ha sido ampliamente eliminada de la memoria pública.
Ha sido reemplazada por el «mito del escupitajo» – que el movimiento contra la guerra se ocupó de escupir sobre los veteranos que volvían y les negaba la gloria de los desfiles triunfales que marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta mentira, circulada ampliamente por los expertos de los medios informativos y películas de Hollywood como Rambo, es refutada de punta a cabo por «Soldiers In Revolt», un libro de David Cortright, que acaba de ser reeditado con un apéndice de Cortright y una nueva introducción del historiador Howard Zinn.
«Soldiers In Revolt» da nuevos argumentos a los activistas contra la guerra de la actualidad al documentar la masiva amplitud del movimiento contra la guerra en Vietnam en el personal en servicio activo – y el vínculo necesario que se desarrolló entre miembros del servicio militar y activistas civiles. Cortright reconstruye meticulosamente la historia de lo que llegó a ser conocido como el movimiento de los GI [soldados estadounidenses, N.d.T.] – la resistencia y disenso masivos dentro de las fuerzas armadas que incluyó a bases militares de EE.UU. dentro del país y en todo el mundo.
El movimiento incluyó acciones a todos los niveles, desde el boicot de lechuga en las bases en solidaridad con United Farm Workers [Trabajadores Agrícolas Unidos], a disturbios y sentadas en las prisiones – como el Motín de Presidio, la prisión militar de San Francisco, en la que 27 reclusos del ejército se negaron a trabajar después del brutal asesinato de un prisionero por guardias en 1968. En Vietnam mismo, hubo 10 grandes motines, cientos de negativas individuales a combatir, y numerosos incidentes de asesinato o amenazas de ataque contra oficiales belicosos (llamados «fragging» [fragmentar] por el movimiento de los GI).
Al volver a describir estos actos de revuelta, grandes y pequeños, Cortright revela el pleno impacto de decenas de miles de soldados que cuestionaron la legitimidad y el propósito de la guerra. Cortright estima que hasta un cuarto del personal enrolado en el ejército participó en alguna forma de rebelión contra la autoridad militar durante los últimos años de la Guerra de Vietnam.
En un informe oficial, el general William Westmoreland, comandante de las fuerzas armadas de EE.UU. durante la guerra, confesó que la rebelión entre los militares durante el período de Vietnam – «actividades clandestinas, antagonismo racial, resistencia a la autoridad, abuso de la droga, ausentismo, deserción, crimen y mal comportamiento en el campo de batalla» – constituyeron una mayor amenaza al orden y la disciplina que el movimiento civil contra la guerra.
El ejército de Westmoreland fue sumido en la crisis, y la rebelión de sus miembros desmiente el mito de que la oposición a la guerra haya provenido sobre todo de estudiantes blancos, privilegiados. En realidad, el movimiento de los GI estuvo compuesto de soldados de clase trabajadora. Muchos de los luchadores más ardientes fueron africano-estadounidenses, inspirados por la creciente militancia de la encarnizada lucha por los derechos cívicos en EE.UU.
Los negros se encontraban en el centro de las acciones de resistencia – incluso en las rebeliones en las prisiones en Da Nang y Long Binh, y las negativas a participar en acciones de control de disturbios contra alzamientos en los guetos en el interior. Los 43 de Fort Hood, por ejemplo, se negaron a cumplir órdenes de patrullar Chicago durante la Convención Nacional Demócrata de 1968 – y declararon su oposición al racismo en el ejército y al uso de la fuerza contra civiles.
Soldados negros también formaron organizaciones de protesta como GI Unidos Contra la Guerra y el Movimiento por Fuerzas Armadas Democráticas [MDM, por sus siglas en inglés]. Descrito en febrero de 1970 por el comandante de la marina, general Leonard Chapman como «una seria amenaza para la defensa de este país», MDM unió a marineros y Marines blancos y negros alrededor de un programa explícitamente revolucionario que se inspiró en los Black Panthers.
Los soldados a menudo fueron más allá de una simple oposición a la guerra y comenzaron a sacar conclusiones antiimperialistas. «Muchos grupos han desarrollado una oposición más profunda, radical, a todas las operaciones de contrainsurgencia en el exterior» escribe Cortright. «Casi todas las organizaciones negras, las diversas secciones de MDM, y muchos otros grupos de reclutas han llamado a que se ponga fin a toda intrusión extranjera en los asuntos de los pueblos del Tercer Mundo. Para muchos GI radicales, la retirada de Vietnam es sólo el primer paso hacia el objetivo más amplio de la autodeterminación para todas las sociedades subdesarrolladas y la desmilitarización en EE.UU.… Jamás se había desarrollado un movimiento tan abiertamente político dentro de las filas».
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Todo esto contradice la opinión tan difundida de que los activistas contra la guerra deberían ocultar o reducir el tono de sus opiniones políticas por temor a que la gente en las fuerzas armadas se aparte del movimiento.
Según Cortright, hubo una conexión importante entre la izquierda radical y el movimiento de los GI, que «en algunos casos… provocó una actividad política sustancial entre los militares». Socialistas, por ejemplo, ayudaron a proveer defensa legal, organizaron apoyo civil y manifestaciones por los derechos de los GI, y financiaron y ayudaron a producir periódicos clandestinos.
Cortright sacó gran parte de su información de los más de 300 periódicos clandestinos circulados por soldados, como Vietnam GI, The Bond, FTA (que quería decir «Fuck the Army» [Jode al ejército] en lugar del eslogan de reclutamiento del ejército «Fun, Travel and Adventure» [Diversión, viaje y aventura]) y Bragg Briefs. «No desertes», proclamó un periódico clandestino en la Costa Oeste. «Ve a Vietnam y mata a tu oficial al mando». Activistas civiles que trataban de llegar al emergente movimiento GI iniciaron muchos de los periódicos. Otros fueron impresos por los propios soldados – algunos en las bases o incluso en barcos.
Se calcula que los periódicos contra la guerra de los soldados tuvieron un público lector de decenas de miles. Vietnam GI por sí solo tuvo una lista de correo de 3.000 soldados estacionados en Vietnam. Los periódicos clandestinos fueron un medio para denunciar la bancarrota de la política militar, suministrar información alternativa desde el punto de vista de una persona enlistada, informar sobre el creciente movimiento de resistencia, dar consejos legales prácticos sobre los derechos de los GI, y – lo más importante – organizar.
Cortright también cuestiona la idea de que sólo resistieron los reclutados coléricos, mostrando que gran parte de la rebelión fue dirigida por soldados voluntarios. «Los reclutados esperan mierda, reciben mierda y ni siquiera se desilusionan», dijo un soldado. «Los voluntarios esperan algo mejor, reciben la misma mierda, y tienen por lo menos un año más para enfurecerse».
Además, el disenso por parte de los soldados y Marines no terminó con la retirada de las tropas terrestres de EE.UU. de Vietnam en 1973, sino se desarrolló para incluir a aviadores y marineros que pasaron a la primera línea cuando la guerra aérea comenzó a escalar. Esos militares se negaron a participar en misiones de bombardeo, comités organizados se opusieron a la guerra, y protestaron contra el racismo en las fuerzas armadas.
Sus acciones ganaron momento entre las tripulaciones de numerosos portaaviones, que fueron estremecidos por frecuentes actos de sabotaje. La rebelión más significativa en la Marina tuvo lugar en noviembre de 1972, cuando más de 100 marineros a bordo del USS Constellation participaron en una desafiante huelga en el muelle – el mayor motín en la historia de la Marina de EE.UU.
Cortright también establece una importante conexión entre la resistencia por parte de los soldados y la actividad contra el reclutamiento durante el período de Vietnam. Su capítulo sobre «El chanchullo del reclutamiento» muestra que los reclutadores militares han estado contando mentiras casi idénticas durante las últimas tres décadas para lograr que los jóvenes se sumen a los militares – y buscan sus presas en los segmentos socio-económicamente desfavorecidos de la sociedad, prometiendo capacitación profesional y dinero para estudios que raramente se materializan.
A medida que el activismo contra el reclutamiento crece en los centros de estudio en todo el país, «Soldiers in Revolt» [Soldados en Revuelta] ayudará a los activistas que luchan por convertir a las fuerzas armadas en un «ejército en el que nadie participa».
Lo más importante es que el libro de Cortright recuerda la verdad elemental de que los generales y los que planifican las guerras toman decisiones desde edificios y búnkeres climatizados alejados de los combates, pero que las guerras tienen que librarlas en el terreno soldados de la clase trabajadora que, cuando se organizan, pueden actuar siguiendo sus propios principios políticos en lugar de aquellos de los oficiales que los mandan.
Con esta nueva edición de «Soldiers in Revolt», una nueva generación de activistas, personal en servicio activo y familiares de militares, podrán encontrar una historia inspiradora de cómo, según Cortright: «la gente no necesita ser impotente ante el poder de la autoridad ilegítima; que al unirse y al actuar según sus convicciones la gente puede cambiar la sociedad y, en efecto, puede escribir su propia historia».
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Martin Smith escribe para Socialist Worker.
http://www.counterpunch.org/smith08202005.html