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La segunda fase del golpe

Fuentes: Rebelión

Si algún gobernante, en cualquier parte del mundo, lanzaría a las calles al ejército en operaciones conjuntas con la policía, en el momento en el que está prorrogando su mandato, eso sería llamado Golpe de Estado, sin ningún titubeo, por todos. No importaría si la justificación que otorgara fuera «solamente» la de mantener la tranquilidad […]

Si algún gobernante, en cualquier parte del mundo, lanzaría a las calles al ejército en operaciones conjuntas con la policía, en el momento en el que está prorrogando su mandato, eso sería llamado Golpe de Estado, sin ningún titubeo, por todos. No importaría si la justificación que otorgara fuera «solamente» la de mantener la tranquilidad en la población. Más aún, esa justificación sería la confesión en torno a que el mentado gobierno necesitaría mantener «tranquila» a una población ante una eminente y legítima protesta popular.

Bueno, eso es lo que está ocurriendo en estos momentos en Bolivia, ni más ni menos. Se trata de una segunda fase del golpe de Estado que llevaron adelante los sectores más regresivos de la sociedad boliviana, bajo el amparo y con la promoción del imperialismo norteamericano. En la primera fase se aseguraron de tomar el control del Aparato del Estado. En esta segunda fase, de lo que se trata es de impedir que el Movimiento al Socialismo (MAS) tenga la más remota posibilidad de volver al poder.

El hecho es que los golpistas van comprendiendo poco a poco, por la fuerza de la realidad, que el MAS tiene posibilidades reales de ganar las elecciones del 3 de mayo. Luego de la resaca que les ocasionó su sangrienta toma del poder, entienden que lo de su tan mentado «fraude» fue solamente una invención de ellos y que el denominado voto duro del MAS continúa allí, esperando manifestarse en las urnas. Además saben que las torpezas que han cometido, para no hablar de las matanzas, les resta votos a todas sus alternativas electorales. Por eso estuvieron desesperados clamando por la Unidad de todas sus opciones políticas, sin percatarse que esa desesperación por su unidad implicaba en rigor, su reconocimiento que el fraude del que acusaron al MAS fue simplemente su invención. Estaban pues al borde de quedar al descubierto con su mentira; esa si fue una monumental mentira, la más grande y de mayor trascendencia en la historia del país.

Para tensar aún más sus nervios, se han hecho públicas algunas encuestas en las que el MAS tiene el mayor caudal de preferencia electoral, siendo algo inédito en la política boliviana que el frente que al momento de la encuesta todavía no tenía candidatos, hubiera obtenido la mayor preferencia.

Bien, el propósito de esta nueva arremetida, que hemos denominado segunda fase del golpe, es la de generar las condiciones para que el MAS no gane las elecciones. Por un lado se han dado a una persecución tan sañuda que ya ni siquiera la disimulan. Sin ningún empacho, la autoproclamada ha declarado que su gobierno iniciará investigaciones contra 592 ex autoridades del gobierno de Evo Morales y de sus familiares. No existen denuncias contra las 592 autoridades, por lo que esas investigaciones se realizan de oficio, violentando el principio básico de presunción de inocencia. Por esta razón, se trata ni más ni menos de un reconocimiento implícito de la persecución política que llevan adelante. Pero más allá de las declaraciones y reconocimientos implícitos, la persecución política es un hecho, pues no hay día en el que los medios de comunicación no reporten sobre la detención o el juzgamiento de algún ex funcionario de gobierno.

Esta política se ha agudizado con la militarización del país en las vísperas del 22 de enero, día en el que culmina la gestión de las autoridades electas en la elección pasada y la prorroga de un mandato que ya era ilegal. El ejército ha penetrado en el chapare ante las denuncias de los dirigentes cocaleros que avizoran el recrudecimiento de la represión política a ese sector, considerado el más leal al presidente Morales. La estrategia es pues clara, se trata de descabezar al MAS para las elecciones del 3 de mayo, por lo que no puede caber duda de que intentarán inhabilitar a la formula recientemente designada de Choquehuanca y Rodríguez.

El segundo aspecto de la estrategia para impedir el triunfo del MAS, es el bloqueo mediático que han impuesto los golpistas. Sólo en los tiempos de las dictaduras militares, se había visto una tan descarada promoción de una visión unilateral de la realidad, por parte de los medios. Por si esto no fuera suficiente, se han proscrito medios alternativos como telesur o las radios comunitarias de los campesinos.

Estando en curso, esta segunda fase del golpe, es todavía prematuro descifrarla en todos sus alcances, pero ya se la puede identificar como una fase distinta, pero complementaria a la primera, por los objetivos que persigue.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.