Marlén Matilde, Luis Manuel, Rubén El Zorro, Alma Nubia, Juan… Estos son algunos de los niños nicaragüenses entrevistados en un libro que se convierte en revelador testimonio de la inquebrantable decisión de luchar por la libertad, la paz, la independencia. Una obra que reafirma la imprescindible necesidad de los hombres, desde su más temprana existencia, […]
Marlén Matilde, Luis Manuel, Rubén El Zorro, Alma Nubia, Juan… Estos son algunos de los niños nicaragüenses entrevistados en un libro que se convierte en revelador testimonio de la inquebrantable decisión de luchar por la libertad, la paz, la independencia. Una obra que reafirma la imprescindible necesidad de los hombres, desde su más temprana existencia, por conquistar un futuro digno, justo, soberano.
En las páginas de Las mascotas de la guerra (Casa Editora Abril, Colección Testimonio, 192 pp), Hedelberto López Blanch reúne las entrevistas que realizó, en los años ochenta del pasado siglo, a esos pequeños. Niños que, por las exigencias y reclamos de la historia, se vieron obligados a abandonar sus juegos y tomar las armas, para así convertirse en soldados del Ejército Popular Sandinista.
Son historias conmovedoras, llenas de coraje, arrojo, valentía, pero también marcadas por el dolor, el sufrimiento, la muerte. Historias referidas a la defensa de los ideales emancipadores ante las agresiones de las bandas contrarrevolucionarias, alentadas, organizadas y financiadas, a lo largo de varios años por las administraciones estadounidenses, con el propósito de derrocar a la Revolución Sandinista.
Henry Antonio Flores Castillo es uno de los entrevistados. He aquí un fragmento de su historia:
A principios de 1981, ya con 13 años, me incorporé como mascota al batallón de la Reserva 30-12 porque me estaban necesitando y tenía que ir a defender la patria. Éramos poquitos y se decía que un grupo grande de contras estaba por Macarali y Jalapa. Mi jefe político del pelotón era Diosmedes Sosa y después de para un curso de un mes, partimos hacia Jalapa donde los bandidos dominaban toda la zona. Mi primer combate fue en Maracali y no tuve miedo porque ya tenía experiencia, o sea, tanto como eso no, pero me habían contado cómo era la guerra y más que todo, pasé en Estelí las tres insurrecciones. No le tenía miedo a nada, ni a las balas ni al combate, porque a mí me gustaba andar volando verga a la contra. Más tarde, en 1983, me integré a las tropas especiales Pedro Altamirano; pasé un curso de paracaidismo y de radista. Comencé a operar con las tropas como mascota y operador de radio transmisor. Con el Batallón 30-12 participé en siete combates pero en total fueron alrededor de 50.
Periodista de larga y fecunda trayectoria profesional, Hedelberto López Blanch (La Habana, 1947) fue corresponsal permanente en Nicaragua, entre 1985 y 1987, del diario Juventud Rebelde. En tierras de Augusto César Sandino y Carlos Fonseca Amador, también se desempeñó como asesor de redacción del periódico nicaragüense Barricada.
Temas como la emigración cubana en Estados Unidos y la colaboración internacionalista de la isla en el continente africano han sido abordados por López Blanch. En su bibliografía aparecen, entre otros libros, Bendición cubana en tierras sudafricanas, La emigración cubana en EE.UU., Descorriendo mamparas, Miami, dinero sucio, Historias secretas de médicos cubanos y Cuba: pequeño gigante contra el apartheid.
Las mascotas de la guerra -como escribe Jorge Martí Martínez en el prólogo a esta edición– es «una reveladora obra que se erige en homenaje a todos los niños y jóvenes nicaragüenses que ofrendaron sus vidas en las luchas por la liberación definitiva de su patria (…). El autor nos invita y lo logra, a no perder el más mínimo detalle de las intimidades y motivaciones que animaron a esos valerosos combatientes a interrumpir su inocencia».
Hedelberto López Blanch, con Las mascotas de la guerra, entrega un libro que no sólo contribuye a conocer un heroico pasaje de la más reciente historia de la hermana nación centroamericana. Este estremecedor y evocador testimonio, viene también a reafirmar las tradiciones de lucha de los pueblos de Nuestra América a favor de la justicia, la libertad, la soberanía, la independencia.
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