Recomiendo:
0

Las nacionalizaciones burguesas mutan en privatizaciones para unos cuantos saqueadores

Fuentes: Rebelión

      1. El nacionalismo mexicano de principios de siglo XX fue esencialmente antiyanqui. Se decía que «la gran desgracia de México es que estaba lejos de dios y muy cerca de los EEUU». Dios no se si esté lejos, pero con el imperio norteamericano tenemos una enorme frontera que seguramente otros países han […]

 

 

 

1. El nacionalismo mexicano de principios de siglo XX fue esencialmente antiyanqui. Se decía que «la gran desgracia de México es que estaba lejos de dios y muy cerca de los EEUU». Dios no se si esté lejos, pero con el imperio norteamericano tenemos una enorme frontera que seguramente otros países han deseado para convivir con el país más poderoso de los últimos 100 años. Lo que no saben muchos es que vivir al lado de monstruo no es nada fácil porque te tira con desprecio, bajo de la mesa del banquete, todos sus restos y basuras. En vez de que nuestra vecindad del norte nos haya ayudado a lograr un desarrollo que permita a nuestro pueblo salir de la miseria, ha hecho que nuestro país sea más dependiente económica y políticamente de él por el saqueo de sus recursos y riquezas (petróleo, electricidad) que nunca termina. Por ese intervencionismo agresivo yanqui, registrado en la historia, se fortaleció nuestro nacionalismo.

 

2. El pueblo mexicano es antiimperialista, aunque un sector de las clases medias y altas (muy ideologizado por el cine, radio y TV) no deja de soñar e imitar el «modo de vida gringo». Ese nacionalismo viene desde la conformación de la República y el triunfo del liberalismo decimonónico. Entre las nacionalizaciones que pueden recordarse están: a) la nacionalización de los bienes eclesiásticos ordenada por Juárez en 1859; la nacionalización de las tierras y el subsuelo en la Constitución de 1917; las nacionalizaciones de ferrocarriles (1937) y del petróleo (1938) durante el gobierno de Cárdenas; la nacionalización de la electricidad por el presidente López Mateos en 1960 y la nacionalización de la banca decretada por López Portillo en 1982. Todas ellas tuvieron antecedentes justificados, siempre relacionados con descontento del pueblo, con huelgas y manifestaciones, pero luego la misma burguesía las recuperó.

 

3. Aunque fue la pequeña burguesía (Obregón, De la Huerta, Calles, Cárdenas, etcétera) la que se apropió de la Revolución Mexicana (1910/17), la ideología de estos personajes fue esencialmente burguesa y la revolución no tuvo otra tarea más que poner en práctica la construcción de estructuras capitalistas. Otros resultados estaríamos presenciando si el anarquista Flores Magón y la lucha obrera hubieran triunfado y si Emiliano Zapata y sus comunas campesinas hubieran sido más fuertes para no ser derrotados por los terratenientes aliados al nuevo poder burgués. Pero triunfó en México el programa capitalista dominante en el mundo y el campesino Zapata y el anarquista Flores Magón fueron asesinados. El primero por órdenes de Carranza (1919) y el segundo de Obregón en 1922. Se inició la consolidación capitalista usando un discurso nacionalista y poniendo los recursos naturales y la industria nacionalizada en manos del Estado.

 

4. Ese nacionalismo, en el sistema capitalista mexicano, se transformó en reprivatización. Las tierras que estuvieron en manos del clero, de terratenientes y militares hasta mediados del siglo XIX fueron desamortizadas y luego nacionalizadas por las Leyes de Reforma, sólo cambiaron de manos; incluso las tierras de las comunidades indias, fueron expropiadas para ponerlas en manos de una nueva burguesía que años más adelante, se hizo latifundista. En la Constitución política de 1917 se recogieron demandas de los campesinos revolucionarios contra el latifundismo que llevó a una nueva «Reforma Agraria»; ésta tuvo vigencia hasta los años cuarenta, a partir de entonces los agricultores capitalistas o «Nylon» fueron extendiendo sus dominios hasta dejar a familias campesinas con dos o tres hectáreas. Las «reformas agrarias» y nacionalizaciones de tierras no beneficiaron al pueblo, sólo a los ricos.

 

5. Lázaro Cárdenas, además de expropiar en los años 1937 y 1938 tierras de manos privadas para convertirlas en ejidos, nacionalizó los ferrocarriles y el petróleo. Las tierras ejidales, desde la contrarreforma salinista de 1992, casi han desaparecido para beneficiar a nuevos terratenientes. Los ferrocarriles, después de subsidiar con precios bajos, durante noventa años, el desarrollo de la industria y el comercio, prácticamente han desaparecido. El petróleo (cuya producción desde 1938 ha servido para que el Estado pudiera impulsar el desarrollo de otros sectores productivos) desde hace algunas décadas, desde la instalación en 1982 de los gobiernos neoliberales, los gobiernos sexenales derechistas buscan su privatización para beneficio de capitalistas mexicanos y extranjeros. La privatización de este patrimonio del pueblo representará el más duro golpe a la economía nacional, así como a la esperanza liberadora de los mexicanos.

 

6. La nacionalización de la electricidad, puesta en práctica en 1960 por el gobierno de López Mateos, implantó de entrada que el suministro de energía eléctrica era un servicio público y no podía, ni debía, ser prestado por compañías extranjeras. Antes de su nacionalización se registraba una sucesión indignante de concesiones otorgadas a las empresas extranjeras que afectaban la soberanía nacional y deformaban el desarrollo del país. Ese año, de los 2,308 MW de capacidad instalada en el país, la CFE aportaba el 54%, la Mexican Light Light and Power Co., el 25%, la American and Foreign el 12% y el resto de las compañías el 9%. Solo el 44% de la población contaba con electricidad. Desde que se creó en 1937 la CFE, la población había crecido 91%, acompañada de un vertiginoso desarrollo de la industria, la agricultura y otras actividades urbanas y rurales; pero se había registrado otra desnacionalización.

 

7. En 1982 el muy corrupto gobierno de José López Portillo (JLP) (quizá igual a los gobiernos de Alemán, Salinas y Fox) «nacionalizó» o estatizó la banca. JLP nacionalizó los bancos e impuso el control de cambios porque, como dijo: «es ahora o nunca. Ya nos saquearon, México no se ha acabado, ¡No nos volverán a saquear!» Allí, escuchando el sexto informe, estaban los saqueadores, líderes: Abedrop (banqueros), Basagoiti (Coparmex), Goicochea (Concanaco), Clouthier (Consejo Empresarial), Pandal (Concamín); pero también los altos funcionarios del mismo gobierno de JLP que aprovecharon «la nacionalización» y la devaluación para hacerse millonarios. JLP y el PRI recuperaron su liderazgo momentáneo, pero los poderosos empresarios, el PAN y el PDM (que se opusieron rabiosamente a la «nacionalización bancaria» hicieron un poderoso frente encabezado por Clouthier, para consolidarse como una gran fuerza de derecha.

 

8. Con el ascenso al gobierno de Miguel de la Madrid, luego de Carlos Salinas, la banca fue devuelta limpia y sana a los banqueros privados, después que el gobierno absorbió todas las deudas y negocios en quiebra. Esa fue la última nacionalización fracasada; todas ellas a nombre del pueblo para que el gobierno de la burguesía se cubra con el manto de revolucionario. Y aunque durante algunos años los campesinos, los obreros y los sectores populares apoyen y tengan presencia, incluso algunos beneficios, la burguesía privada y gobernante ha logrado apropiarse nuevamente después de saneada la empresa con recursos públicos. Por eso las batallas obreras para evitar las reprivatizaciones son indispensables, aunque en la puerta de atrás estén entrando los capitales privatizadores. Las batalla contra la privatización del petróleo y la electricidad, así como otras luchas contra los empresarios y el gobierno neoliberal, son indispensables

 

[email protected]