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Entrevista a Carlos Gónez Gil, autor del libro

«Las ONG y la globalización»

Fuentes: Noticias Obreras

Carlos Gómez Gil, «militante y científico social», acaba de publicar un libro necesario, titulado «Las ONG en la globalización», en el que intenta averiguar si estas entidades son la respuesta a la globalización injusta o un elemento más de la expansión del neoliberalismo, aunque muchas luchen y trabajen contra el proceso y sus consecuencias. Con […]

Carlos Gómez Gil, «militante y científico social», acaba de publicar un libro necesario, titulado «Las ONG en la globalización», en el que intenta averiguar si estas entidades son la respuesta a la globalización injusta o un elemento más de la expansión del neoliberalismo, aunque muchas luchen y trabajen contra el proceso y sus consecuencias. Con el rigor del científico y la actitud crítica de un luchador, analiza el papel de las ONG desde sus orígenes hasta ahora, sus posibilidades y defectos, y los principios a los que nunca deberían renunciar.

-¿Por qué surgen las ONG históricamente y qué factores han influido en su aumento tanto cuantitativo como cualitativo tras el fin de la Guerra Fría?

-Las ONG despuntan también en la era de la globalización como uno de sus agentes destacados que emergen ante la debilidad causada sobre los Estados-Nación y la aparición de nuevas dimensiones de intervención social como consecuencia de la necesidad de reparar en la sociedad los daños causados por una economía de mercado con unas reglas muy particulares al servicio del capital, como la que se asienta en la actualidad. Sin embargo, en Europa, su aparición tiene otros perfiles previos mucho más complejos, relacionados con la propia evolución histórica de nuestro continente: el desastre de las guerras mundiales y su destrucción, el colonialismo y el post colonialismo, el avance del keynesianismo, el intervencionismo social, la búsqueda y defensa de nuevos ideales sociales, los cambios económicos e industriales han marcado también la aparición de las ONG en Europa, a diferencia de lo ocurrido en España.

-¿Hay gran distancia entre la imagen idílica que la opinión pública tiene de las ONG y su realidad?

-Sin ninguna duda. Por un lado, se ha construido un imaginario social repleto de verdades, pero interesadamente utilizado por un cada vez mayor número de instituciones que tratan de capitalizar y rentabilizar todo ese capital social, convirtiéndolo en capital económico y político en el sentido más espurio del término Lo verdaderamente destacable es que desde empresas y multinacionales, desde partidos e instituciones multinacionales se trata de desvirtuar con fuerza los principios esenciales que alimentan las ONG, y frente a ellas, tratan de sobrevivir organizaciones empujadas con mucho esfuerzo por personas con cada vez menos recursos que luchan por mantener vivos los ideales de solidaridad, fraternidad y transformación que debieran empujar a estas organizaciones, y ellas son las que mantienen la utopía transformadora que representaron las ONG.

-¿Cuándo se habla de ONG, a qué tipo de entidades nos referimos?, ¿cómo podríamos clasificarlas de modo que diferenciemos aquellas que realmente defienden la solidaridad y justicia de aquellas que sólo son empresas de servicios más o menos encubiertas o están subordinadas a otros intereses inconfesables?

-Ese es uno de los elementos analíticos más llamativos: paradójicamente, han sido las instituciones multilaterales más poderosas quienes mayor esfuerzo han dedicado a definir y modelizar a las ONG. Y ello no ha sido casual, sino que formaba parte de un intento por aproximar a estas organizaciones a sus políticas, y utilizarlas instrumentalmente para avalar y facilitar la penetración de sus actuaciones más contestadas. Ahí está el ejemplo del Banco Mundial o del FMI, e incluso la trayectoria reciente de la OMC en este sentido. Es evidente que la capacidad de crítica y de generación de alternativas son elementos capitales para estas organizaciones, junto a un funcionamiento tan democrático como transparente. A partir de estos principios básicos, se pueden desarrollar otros muchos, pero solo con observar quién y de qué forma respeta estas cuestiones podemos tener una idea cabal de cómo está el patio.

-¿Hay modo de superar la idea más o menos aceptada de que criticar a una ONG o un aspecto de las mismas es llevar al escepticismo a personas de buena fe que pueden pensar que al final todos son iguales y no se puede cambiar nada?

-Me da la sensación de que sólo aquellos interesados en mantener actitudes y funcionamientos reprobables pueden sostener argumentos de esta naturaleza. La capacidad de una rabiosa crítica, en lo interno y en lo externo, debe ser un factor absolutamente imprescindible para cualquier ONG que pretenda intervenir en territorios de exclusión, marginación, exclusión y desigualdad como los que hacen habitualmente, ya que lo contrario supone realmente tratar de anestesiar a la sociedad para mantener su rol de entidades subsidiarias al servicio de instituciones públicas y privadas. Las ONG son las primeras interesadas en generar un debate tan necesario como imprescindible, que en otros países ya se ha empezado a plantear y que en España, más tarde o más temprano tendrá que suscitarse.

-¿Echas en falta en las ONG españolas menos autocomplacencia, menos corporativismo y más cooperación entre ellas, menos clientelismo político y más esfuerzos de denuncia y movilización social? De ser así, ¿a qué crees que se debe?-

-La situación de las ONG en España es extremadamente particular y deambulan por territorios mucho más complejos de lo que ellas mismas imaginan. Su debilidad, su extremada dependencia económica y funcional, su fragilidad organizativa, su fragmentación y atomización, el proceso de hegemonización por el que está apostando este y otros gobiernos, son algunos de los muchos síntomas de un modelo de oenegeización que no tiene la salud que muchos le suponen. El modelo español avanza hacia un proceso de concentración (económica, de recursos, de programas y campañas) cada vez más poderoso en un grupo muy reducido de ONG, que son las que están siendo utilizadas para que nuestros gobiernos (y también algunas empresas) puedan lavar su conciencia y también otras muchas cosas. Todo ello merecería un análisis tranquilo y sosegado por el conjunto de las ONG, pero me temo que se actúa más desde posiciones falsamente corporativistas, que desde la capacidad de conocer la salud del paciente y sus necesidades.

-¿Ves con buenos ojos la colaboración entre ONG y los organismos multilaterales dominados por las multinacionales o gobiernos marcadamente neoliberales?, ¿qué efectos positivos podrían lograrse y bajo qué condiciones?

-Mis investigaciones ponen de manifiesto que estas instituciones vienen utilizando a las ONG de forma interesada simplemente para facilitar el avance de sus políticas ultraliberales y para permitir su entrada en países y poblaciones donde están altamente contestadas. No creo que exista espacio, en estos momentos, para un trabajo conjunto y respetuoso porque esos no son los criterios desde los que se trabaja en estas instituciones en poblaciones y comunidades. Curiosamente, ha sido mucho más decisiva la labor de oposición a los procesos de liberalización comercial que han realizado las ONG en los últimos cinco años, que todo el trabajo hecho a lo largo de la historia por estas organizaciones sociales en el Banco Mundial, por poner un ejemplo.

-¿Te atreverías a dar una respuesta directa a la pregunta sobre si las ONG se han convertido en elementos transformadores del mundo o sencillamente son meros parches a las heridas creadas por el neoliberalismo económico, cuando no meros instrumentos para acelerar la globalización capitalista?

-Si queremos ser rigurosos tenemos que señalar que hay de todo. Por un lado, no vamos a negar que cada vez más ONG son meras organizaciones de oportunidad creadas al hilo de los procesos de liberalización y privatización salvajes vividos en las últimas décadas, dedicadas a gestionar de forma precaria los escombros de las políticas sociales, asistenciales, o de ayuda, en cualquiera de sus ámbitos. Junto a ellas, aparecen recientemente otras muchas creadas sin pudor por empresas y multinacionales, conscientes de que pueden así gestionar mejor sus intereses y rentabilizar mejor sus inversiones, sin olvidar aquellos otros espacios de negocio y captación de recursos que han asumido el lenguaje, los códigos y las categorías del capitalismo más voraz. Pero también junto a todas ellas existen otras organizaciones que trabajan desde criterios distintos, intentando generar nuevos espacios de solidaridad, de transformación social, de crítica a tantas y tantas injusticias, de defensa de causas y personas vulnerables. Y todo ello lo hacen en un entorno cada vez más hostil, cada vez con menos medios, siendo mal vistos hasta por otras muchas ONG «oficiales», encantadas consigo mismas de ser tan poderosas y de tener tantos recursos.

-Si como dices no puede haber organizaciones sanas en una sociedad enferma, ¿qué posibilidades y retos tienen las ONG?, ¿cómo podrían logra no ser más que órganos dañados en un cuerpo enfermo?

-Efectivamente, este argumento que sostengo en mi estudio trata de señalar algo opuesto a lo que se viene escuchando desde algunos responsables de ONG, que tratan de explicarnos que son un ejército de nuevos gladiadores repletos de virtudes y bondades, muy superiores a las del resto de la sociedad. En mi opinión (y desde mi amplia experiencia) en las ONG hay lo mismo que en la sociedad, porque se nutren de la sociedad misma, y he conocido gente extraordinaria y también auténticos sinvergüenzas, con el agravante de que se parapetan tras los valores y sentimientos edificados durante décadas por gente que creía que era hermoso trabajar por un mundo, por una sociedad y por un barrio distinto. Nadie puede alarmarse de que en un banco se trabaje con los criterios más duros del sistema económico capitalista, pero no parece que nos sorprenda que en algunas ONG se trabaje desde criterios mucho más despiadados, competitivos y crueles, en nombre de una solidaridad tan particular como pervertida. Deberíamos de pensar qué está sucediendo en el mundo de las ONG cuando estas cosas suceden abiertamente.