Pasaron las PASO dejando como saldo una fuerte derrota del kirchnerismo, la recomposición de la oposición derechista en sus diversas variantes y un amplio espacio para la izquierda. Las campañas por las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) pasaron en forma más que pobre, carecieron de ideas y de propuestas concretas. El tedio solo fue […]
Pasaron las PASO dejando como saldo una fuerte derrota del kirchnerismo, la recomposición de la oposición derechista en sus diversas variantes y un amplio espacio para la izquierda.
Las campañas por las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) pasaron en forma más que pobre, carecieron de ideas y de propuestas concretas. El tedio solo fue roto por un indescifrable asalto a la casa del intendente de San Isidro El oficialismo se refugió en los logros obtenidos sin precisar como enfrentará los próximos dos años, que parece no transcurrirán bajo un cielo sereno. Mientras que la oposición derechista apenas recurrió a la retahíla de denuncias y al anhelado «fin de ciclo», entendido este como el no a la re-reelección.
PASO sin internas
Pensadas para que las diversas fuerzas políticas definieran sus candidaturas en elecciones internas resultaron contradictorias: el 60 por ciento de los ciudadanos dice desconocer su significado sin embargo hubo una participación superior al 70 por ciento. Hubo apenas 43 primarias en 21 provincias, pero solo en la Capital Federal hubo disputa en la UNEN para cargos nacionales, en el resto de los distritos los principales partidos continuaron eligiendo sus candidatos con los viejos métodos de aparato y listas únicas. Donde si hubo internas es en el peronismo a través formaciones políticas propias, especialmente en Provincia de Buenos Aires. Si esta disputa se hubiera procesado por el régimen de las internas el impacto hubiera sido mucho mayor, por lo que no hay que descartar a futuro alguna variante neo-kirchnerista que albergue a las distintas tendencias.
Así las PASO resultaron una suerte de preparatorias, un ensayo general que sin embargo impacta fuertemente en el escenario político nacional modificándolo de cara al 2015.
El plano institucional
El oficialismo perdió en los principales distritos, sin embargo es la primera fuerza del país aunque se alzó con poco menos del 30 por ciento de los votos. En Provincia de Buenos Aires la derrota -5 puntos de diferencia-amenaza con sepultar definitivamente la esperanza reeleccionaria y catapulta como presidenciable a una figura ascendente sustentada en el poder territorial de los intendentes del conurbano bonaerense. De conjunto este es el principal dato que arrojaron las urnas.
Sin embargo, si en las definitivas de octubre se ratifican estos resultados, el kirchnerismo conservaría la mayoría parlamentaria, ya que es quién menos bancas deberá renovar (ver recuadro). En diputados incrementará su bancada mientras que en senadores perdería algunas bancas. En ambas cámaras el quórum será ajustado, será primera minoría y deberá nuevamente recurrir a los acuerdos con partidos más conservadores pero muy venales.
Reorganizaciones partidarias
De repetirse los guarismos no se volvería a un «gobierno dividido», donde el ejecutivo no logra correspondencia en el legislativo, como fue después del 2009 y el ascenso Grupo A. El cambio de escenario no está entonces en el plano institucional, pasa por otro costado. Octubre no define solo la renovación legislativa de medio camino sino que fundamentalmente estará en juego el posible agotamiento del modelo neo-desarrollista que encarna el kirchnerismo y por lo tanto que proyecto continuará o debería sucederlo.
Así es necesario prestar atención a las tendencias que muestran un reacomodamiento de los grandes partidos del sistema con miras al 2015. Este es el segundo dato que arrojan estas primarias. El peronismo disidente se esta reorganizando y buscando la sucesión sobre la base de un conjunto de dirigentes políticos, sindicales y empresariales muchos de los cuales fueron parte del funcionariado K o afines al mismo. Mientras que en paralelo la UNEN en Capital irradió la recomposición de una suerte de pan-radicalismo a nivel nacional que fortalecerá al FAP. En tanto que el PRO ha quedado casi congelado, pero expectante.
Ambas tendencias, una empresarial (que pone el acento en la gestión, la eficiencia y la seguridad) y otra republicana (con eje en la corrupción, y el individualismo liberal) se ubican a derecha y centro-derecha del espectro político nacional, desde allí cuestionan al kirchnerismo -no por lo que no hace sino por lo hecho (poco u mucho según se vea) y disputan su sucesión. El kirchnerismo no parece por ahora tener otra opción que recurrir al derechista gobernador de la Provincia de Bs.As, para tratar de mantener su fuerza con perspectivas.
Así buena parte de la escena política parece haberse corrido a la derecha. ¿Se trata de una derechización de la sociedad o es que para castigar al gobierno esta recurrió a lo que estaba al alcance? ¿Porqué pierde el gobierno? ¿porque no dialoga, esta encerrado, por la corrupción, la inseguridad, la inflación o la falta de dólares? ¿O porque no puede superar sus limitaciones frente a una crisis de crecimiento que exige avanzar sobre problemas estructurales históricos del capitalismo argentino?
La vereda de enfrente
En el otro extremo del arco político -este es el tercer dato de importancia- ha surgido una izquierda con centro en expresiones más tradicionales y clasistas como el FIT -una excelente votación con el 4.5 por ciento a nivel nacional y representación en 19 provincias- pero que alberga también otras expresiones de tipo autonomista como AyL, del centro izquierdismo consecuente como Camino Popular o de visiones más amplias como el MST-NI o el MAS, que en Capital Federal redondean cerca del 7 por ciento si se suman todos sus votos, y expresiones menores en otros distritos. Todas con fuerte participación en los conflictos cotidianos y en la disputa por políticas públicas.
El desafío que se le presenta a la izquierda -clasista, combativa, antiimperialista y anticapitalista, que promueve soberanía sobre los recursos naturales, sobre los servicios públicos, que defiende el ambiente y la biodiversidad, que promueve nuevas relaciones del hombre con la naturaleza y entre los mismos seres humanos- es afrontar su propia reorganización. Si es capaz de forjar una expresión unitaria que en su seno albergue la diversidad de tendencias y lograr formularse como alternativa política, que intervenga en la conflictividad cotidiana, que dispute políticas públicas y que se plantee el problema del poder.
Participar en octubre pensando en el 2015
En los dos meses largos que van hasta las elecciones de octubre próximo asistiremos a una disputa intensa entre las variantes de las clases dominantes, en el marco de una economía que muestra que sus principales variables -inflación estructural, restricción externa, déficit fiscal, carencia de inversiones, pagos de la deuda, factura energética…- operan como barreras limitantes a la acción del gobierno. En este marco crecen las tendencias al ajuste, a la devaluación, al regreso al endeudamiento externo y la posible extensión de acuerdos tipo Chevron a otras áreas como la minería.
El gobierno ya gastó buena parte de su bagaje cuando el 2009 – vía retenciones, nacionalización de las AFJP, AUH, matrimonio igualitario, Ley de Medios…- sorteó una crisis política, hoy la debilidad relativa en que lo pusieron las PASO requiere de medidas más profundas que afecten decididamente intereses concentrados.
La izquierda tiene aquí, si registra la oportunidad, un buen eje de intervención común para reorganizar sus fuerzas en la perspectiva de una alternativa unitaria con vistas al 2015. Enfrentando a las variantes de la derecha y promoviendo su programa -estatización del comercio de granos; control de la banca y las finanzas; reforma tributaria profunda y progresiva; control de precios según costos de producción y distribución; nacionalización de los recursos energéticos; recuperación ferroviaria con control social; suspensión de pagos e investigación de la deuda; recuperación de las contribuciones patronales cedidas en los ’90; eliminación del impuesto al salario; reducción de la jornada laboral y democratización de los estatutos sindicales; lucha contra el extractivismo y defensa de los pueblos originarios- y la convocatoria a la movilización social para imponerlo.
El desafío esta planteado por la propia realidad.
*integrante del colectivo EDI- Economistas de Izquierda
Recuadro………………………………………………………………………………………………………
FPV renovará solo 38 de las 127 bancas que dispone en diputados, mientras que la UCR pondrá en juego 26 de sus actuales 40 y el peronismo opositor deberá renovar 15 de 23, mientras que el PRO pondrá en juego 9 de sus actuales 13 . Tanto la Coalición Cívica como Proyecto Sur, pondrán en juego todas las bancas que ocupan hoy (6 y 3 respectivamente), mientras que el FAP solo 8 de 22. En senadores el FPV deberá renovar 11 de sus actuales 32 bancas.
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