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El mundial de los subsidios

Las peleas de la burguesía nacional

Fuentes: Prensa Obrera

Las disputas entre Lavagna y Kirchner están sacando a la luz cuánto cuesta -nos cuesta- la mentada «reconstrucción de la burguesía nacional». Los operadores kirchneristas han ventilado que, bajo la ley de «promoción de inversiones», prohijada en 2004 por el ex ministro, unos 1.000 millones de pesos «fueron para clientes de la consultora de Lavagna, […]

Las disputas entre Lavagna y Kirchner están sacando a la luz cuánto cuesta -nos cuesta- la mentada «reconstrucción de la burguesía nacional».

Los operadores kirchneristas han ventilado que, bajo la ley de «promoción de inversiones», prohijada en 2004 por el ex ministro, unos 1.000 millones de pesos «fueron para clientes de la consultora de Lavagna, entre ellos, Alpargatas, Aluar, Celulosa, Fate, Siderar e YPF» (Página/12, 13/6). Es comprensible que Kirchner, a pesar de su costumbre, no haya salido a revolear esta denuncia desde la tribuna. No sólo porque Lavagna era su funcionario, sino principalmente porque el festival de subsidios prosigue a todo trapo. Fueron los lavagnistas quienes, para «devolver favores», se encargaron de revelar que la secretaría de Transporte le entregó a las empresas del sector 1.600 millones de pesos desde 2002, en supuesta «compensación» por el congelamiento de tarifas. Pero la Auditoría de la Nación denuncia que el gobierno «no exige los requisitos fijados para acceder a los subsidios, como el mejoramiento de la calidad de los servicios» (Clarín, 9/6). Como los restantes «fondos fiduciarios», el del transporte es una «caja negra» de las empresas y sus funcionarios. Otra «caja» similar, pero cuatro veces mayor, es la que demandará la crisis energética, o sea, las compras de combustible y la construcción de gasoductos e usinas que realizará el Estado a cuenta de los «operadores» privados. Esos recursos saldrán de los cargos específicos que pagarán los usuarios, con la boleta de luz y gas.

El robo mayor, sin embargo, es la utilización del dinero disponible en estos fondos para pagos ajenos a la finalidad para la cual fueron creados -fundamentalmente para el pago de la deuda pública. En la Argentina, el mundial de los subsidios se juega entre el «bando» de los pulpos exportadores, por un lado, y el bando de los privatizadores y los bancos y especuladores internacionales, por el otro.

Las ‘quejas’ de Lavagna

Cuando Lavagna, se queja del «estatismo» está pensando en la defensa de los grandes contratistas de la obra pública y los servicios. Volvió a cargar contra Chávez, en momentos en que el ‘periodista’ Morales Solá vehiculizaba la información de que Lavagna se puso en campaña luego de discutir con un alto funcionario de la secretaría de Estado de EEUU, W. Shannon, la necesidad de contrarrestar al líder bolivariano. En estos menesteres habría contado con la colaboración del embajador argentino en Washington, Octavio Bordón. En los círculos imperialistas hay preocupación por la radicalización de las masas en Latinoamérica y por el peligro que podría entrañar la tentativa nacionalista de coquetear con esa radicalización, aunque sea con la finalidad de cooptarla y regimentarla. Es muy insistente la presión yanqui contra la nacionalización de la petrolera norteamericana Occidental Petroleum (Oxy), por parte de Ecuador, que a partir de este hecho se apresta a ingresar a la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep), que manipula el precio del combustible a la alza. La nacionalización de la Oxy parece haber marcado un punto de viraje internacional, como lo demostraría la ferocidad de la pelea entre el peruano Alan García y Chávez. Perú es una reserva extraordinaria de petróleo y gas, con grandes inversiones de Repsol y Techint (yacimiento de Camisea) y está a punto de ratificar el acuerdo de comercio con Bush. Para la ‘burguesía nacional’, el aprovechamiento del maná petrolero de sus Estados tiene como límite la excesiva injerencia de esos Estados en sus negocios, así como la presión, financiera, comercial y política, que ejerce sobre ella el capital extranjero. La «pelea entre los Kirchner Lavagna expresa, por lo tanto, una crisis de fondo que afecta a ambos, porque delata los límites insuperables de la política de rescate que fue impuesta por la bancarrota de 2001.

Las advertencias de Lavagna tienen también un destino interior. Durante cuatro años, el régimen del superávit fiscal arrancado a los trabajadores sirvió para repartir subsidios, salvatajes y cajas, ‘pateando’ para adelante las contradicciones que dejó la quiebra de 2001. Este proceso encuentra un límite, no solamente porque varias provincias -entre ellas Buenos Aires- volverán a sufrir déficit en 2007, sino principalmente por la perspectiva de una crisis financiera internacional y una recesión mundial, que derrumbaría la pretensión de la «burguesía nacional» de inaugurar un nuevo ciclo de endeudamiento. De cara a ese panorama, los Lavagna exigen «austeridad fiscal»; para los Techint y compañía, luego de cuatro años de ‘recuperación’, es necesario que el Estado ‘enfríe’ un tanto la economía, para disciplinar a los trabajadores a través de una presión renovada de los despidos y de la desocupación. Felisa Micelli acaba de asegurarle a los empresarios que «no promoverá cambios laborales» (Ambito Financiero, 6/6), o sea que seguirá en pie la precariedad laboral y la liquidación del derecho de trabajo.

¿Campaña electoral?

El virtual lanzamiento electoral de (los) Kirchner, con el acto del 25 de mayo, cuando falta un año y medio para las elecciones, se ha enfrentado a una crisis totalmente inesperada. Una fracción de la burguesía pretende ponerle un precio a esas aspiraciones. En Brasil hubo una tentativa similar, con las denuncias de corrupción; para seguir adelante Lula acabó sacrificando a su ministro de Economía y, parcialmente, a su política de valorización de su moneda, el real. Kirchner ha respondido con toda una ofensiva, provocando definiciones y divisiones en todas las provincias. Por ejemplo, los flamantes kirchneristas catamarqueños, Barrionuevo y Saadi, podrían pasarse al campo de Lavagna. Hace mucho tiempo que no se producía una escisión tan generalizada en el ‘establishment’ político de la clase capitalista. Kirchner pretende superar estos obstáculos acentuando las características del régimen de poder personal y convertirse en el jefe de los gobernadores. Pero por sobre todas las cosas está impulsando un sistema de arbitraje económico, a través de rescates subsidiados por el Estado, para tener la ‘acción de oro’ en la lucha entre los clanes capitalistas. En este sentido acaba de regalarle la deuda de Aeropuertos 2000 con el Estado a Eurnekian, canjeándola por acciones en la empresa. Está a punto de hacer lo mismo con Aerolíneas. En su viaje próximo a España ha dispuesto el arreglo de las cuentas pendientes con los pulpos ibéricos, para cerrar un acuerdo con Zapatero. Un punto fundamental es qué va a pasar con Repsol, de donde se acaba de ir, a pesar de sus altas ganancias, un accionista fundamental, el BBVA. Los trabajadores argentinos deberán pagar la cuenta de esta pelea, cuyo costo será incalculable.

En principio, no es la campaña electoral la que determinará la salida a esta crisis, sino al revés, el curso de esta crisis determinará la salida electoral. Kirchner intentará, suponemos, privar a Lavagna de sus apoyos, o sea que hará una componenda con los intereses que reclamaban un cambio de frente parcial. Por eso, los luchadores no debemos poner la vista en la superficie, el señuelo electoral, sino en el fondo, la lucha de clases que transcurre sin tregua: es decir, desarrollar a fondo las luchas por medio de un frente de luchas, pero por sobre todo discutiendo el contenido programático de esta etapa -una etapa que plantea poner en el primer plano la oposición irreductible entre los intereses de la clase obrera y los intereses del capital- incluida la burguesía nacional. Para ejercer una fuerza convocante, la izquierda no debe ir a la busca del candidato, sino de un fuerte agrupamiento de organizaciones capaces de luchar y de movilizarse con un programa de oposición «al orden constituido» (cita de un comunicado del PCT).

La inmensa movilización que hoy conmueve al Chaco, que deber ir por la confiscación de los confiscadotes capitalistas; la rebelión de los hospitales porteños, que debe ir a la huelga indefinido y a la ocupación de los centros de salud, por los 1.800 pesos de mínimo y la gestión de la salud por médicos y no médicos; la movilización contra La Alumbrera por contaminación y envenenamiento, que deber ir por la expropiación de la mina bajo control obrero, como la de los asambleístas de Gualeguaychú, que discuten ya retomar los cortes, ante el fracaso irrevocable de la patraña protagonizada en La Haya. La «recuperación» capitalista está siendo torpedeada (¡y cómo!) por el desbarranque de los mercados de capitales, o sea el corazón del capital mundial, no podrá ser salvada por el nacionalismo de los subsidios.