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LC23S: Aniversario de lucha y memoria

Fuentes: Rebelión

Marzo, el mes en el que las voces de las mujeres organizadas de todo el mundo se escucha fuerte y claro quizás con más resonancia que en otras fechas del año, va terminando de deshojarse en el calendario.

En torno al 8 de marzo, las plazas de todo el planeta, físicas y virtuales, fueron pintándose de violeta y aderezándose de verde o de naranja para levantar en alto las banderas por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos y contra las violencias machistas de todo tipo, mientras las y los gobernantes de nuestros países fueron dando cuenta, a su vez, de la cortedad de sus miras y la estulticia de sus respuestas ante el amplio abanico de las demandas de la lucha antipatriarcal que las compañeras de todo el orbe han protagonizado.

Marzo ha sido también, en particular este año, el mes que nos ha permitido no sólo recordar los crímenes de guerra del imperio estadounidense que tuvieron como corolario las mentiras esgrimidas para invadir Irak hace dos décadas; sino, contrastar aquél pasado con el presente belicista de cara a la campaña que el Tío Sam despliega haciendo de Ucrania su campo de pruebas poniendo a Europa de rodillas para cercar a Rusia mientras va trazando su estrategia para acotar el poder del imperio que verdaderamente le amenaza: el chino. Y, mientras los imperialismos de uno y otro cuño muestran el cobre de la fase superior del capitalismo, el Manifiesto del Partido Comunista viene de cumplir su 175 aniversario en febrero como telón de boca entre las huelgas y manifestaciones de las y los trabajadores que en Francia, Uruguay, Reino Unido o Corea del Sur ponen el cuerpo a las reformas de seguridad social y pensiones, y las caídas de los bancos en Estados Unidos o Europa que supuestamente eran los más sólidos y confiables del entramado financiero del capital especulativo.

En México, las contradicciones propias de estos tiempos están también a la orden del día, y con todo y que los propagandistas del actual régimen busquen ocultar los rasgos neoliberales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su narrativa nacionalista no alcanza para cubrir el despojo y el saqueo que la llamada Cuarta Transformación ha impulsado a favor del capitalismo y en contra de los pueblos originarios que están protagonizando la última línea de defensa por la vida de cara al programa de muerte que el imperialismo representa. Los botones de muestra están en los megaproyectos del Corredor Interoceánico en el Itsmo de Tehuantepec, el mal llamado “Tren Maya” en el sureste mexicano o el Plan Integral Morelos en el centro del país, que se suman a las políticas de explotación tanto de la naturaleza como de la fuerza de trabajo que caracterizó a las administraciones federales abiertamente neoliberales del PAN y el PRI; pero, con un plus doble: el aplauso de una población reducida a clientela electoral por la vía de programas de asistencia social que un día lanzan vítores a la nacionalización del litio y al otro dedican vivas a la instalación de una planta de Tesla que explotará ese mismo litio a sus anchas y, más terrible aún, una creciente militarización que sería el sueño húmedo de los gobiernos neoliberales que le antecedieron.

Quizás por todo lo anterior, que los días 17, 18 y 19 de marzo de 2023 se llevara a cabo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, un Encuentro de Rescate y Reflexión con motivo de los 50 años de fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), una de las expresiones más destacadas del movimiento socialista armado en México, para muchas y muchos de quienes aún levantan la bandera de la lucha contra el capitalismo y la reivindicación por una vida digna era sin duda una noticia que merecía, por lo menos, prestarle atención; sobre todo porque el evento, organizado por el Colectivo de Reflexión “Raúl Ramos Zavala”, el periódico Madera, el Departamento de Estudios Sobre Movimientos Sociales (DESMOS) del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara y la asociación civil Amigos Unidos de San Andrés, sucedería en la ciudad que el 15 de marzo de 1973 había sido la cuna de este episodio de la lucha armada de matriz marxista en México.

Un minuto de silencio.

La primera jornada, convocada para iniciarse a las 10 de la mañana del 17 de marzo en el auditorio de la Universidad de Guadalajara donde Salvador Allende acuñara en 1972 aquella frase de “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, arrancó con un minuto de silencio, puño en alto, por la muerte ese mismo día del ex combatiente José Luis Alonso Vargas, “El Chelís”. La noticia de la muerte de quien fuera apresado y viviera en el exilio con el nombre de Pablo Martínez, sin que la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) supiera su nombre legal, fue una especie de bofetada de realidad para muchas de estas personas sobrevivientes a la represión sistemática de un Estado que decidió exterminarlas durante las décadas de los setentas y ochentas del siglo pasado.

Y, así, con los sentimientos y los recuerdos a flor de piel, se fue integrando una lista que rebasó la veintena de participaciones aderezada de saludos, como el de La Casa de Todas y Todos, de Apodaca, Nuevo León, o el de Eulogio Rodríguez Millares, Cónsul General de Cuba para el Norte y Centro de México de 2003 a 2009; de información sobre la recuperación de la producción editorial del periódico clandestino Madera por el Centro Nacional de Documentación, Investigación y Análisis (CeNDIA-LC23S), o adelantos de las ponencias que se leerían durante las siguientes dos jornadas en el emblemático Barrio de San Andrés, como las de María de la Paz Quintanilla (“Raquel”) o Manuel Alfonso Anzaldo Meneses (“Homero” o “Miguel”).

Tras la ronda inicial de participaciones tocó el turno a una conferencia-conversatorio donde el historiador Pedro Salmerón Sanginés planteó que el movimiento armado socialista en México es heredero directo del zapatismo y el villismo, inicialmente, menospreciados por la historiografía oficial y posteriormente “revalorados” para limitarlos a experiencias meramente militares, como en el caso del villismo, o solamente agrarias, como en el zapatismo. Para el ex director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), acusado en 2020 de acoso sexual en contra de estudiantes del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), el zapatismo se reivindicó más en la praxis que en la academia, como lo demostrarían el jaramillismo y el EZLN a decir del autor de La División del Norte. La tierra, los hombres y la historia de un ejército del pueblo (Planeta, 2006).

Por la tarde, la abogada e historiadora Alicia De Los Ríos expuso en otra conferencia-conversatorio que para ella, más que de hablar de dirigentes o líderes de La Liga, donde por cierto las voces de las mujeres están diluidas porque la represión por parte del Estado fue tan cruda para con ellas que la mayoría fueron ejecutadas o desaparecidas; para ella, decíamos, la historiografía de la LC23S podría abordarse también desde la noción de generaciones políticas conceptualizada por Karl Mannheim. Así, una primera generación va desde los acontecimientos que en 1972 prefigurarían la fundación de la Liga un año más tarde al tiempo de tensión conocido como el “período gris” entre 1975 y 1976, donde la represión del Estado comenzó a expresarse con prisión política y las primeras ejecuciones extrajudiciales; una segunda generación la focaliza entre 1976 y 1978, que se expresa tanto en la radicalización militarista de la LC23S frente a una ya sistemática política de exterminio del Estado mexicano y el arranque del llamado “proceso de rectificación”, y una tercera generación la ubica entre 1978 y 1983, etapa que algunos historiadores registran como la disolución final de una LC23S declarada aniquilada desde 1977 por el represor Miguel Nazar Haro.

Hablar de generaciones políticas le permite a De Los Ríos, por un lado, insertar la participación de algunas y algunos militantes y ex combatientes que suelen ser invisibilizados por historiografías que trazan la vida de la LC23S con base en períodos de liderazgos que adolecen de culto a la personalidad, y, por otro lado, echar luz sobre la participación en específico de mujeres insurgentes del movimiento socialista mexicano; y, además, destacar otros dos componentes: la confluencia entre estudiantes tecnológicos y obreras maquiladoras desde la primera generación de la LC23S, y los desplazamientos de la organización que se observan tras el seguimiento de los lugares donde se fueron instalando las imprentas de Madera: de Monterrey a Guadalajara, de Guadalajara a Sinaloa, de Sinaloa a la Ciudad de México y de la Ciudad de México a Ciudad Juárez, como un mapeo no sólo de su genealogía insurgente, sino también de la genealogía contrainsurgente del Estado mexicano.

“¿Para quiénes están hablando?”

Las siguientes dos jornadas no se celebraron ya en la Universidad de Guadalajara; sino, en el histórico Barrio de San Andrés, donde por lo menos desde la década de los cincuenta del siglo pasado se había gestado uno de los grupos juveniles (comúnmente llamados “pandillas”) más emblemáticos de la capital tapatía que, amén de sus propias y naturales contradicciones, dotarían de familias enteras de combatientes a la LC23S: Los Vikingos. Allí, las mesas 1 y 3 de trabajo del Encuentro se instalaron concentrándose en una sola, lo que terminó por propiciar que el segundo de los temas: “Comisión de la Verdad, sistema de justicia y cuerpos policíacos y militares del Estado mexicano”, no se alcanzara a conversar, discutiéndose en esa mesa sólo el tema de “Rescate y valoración del movimiento armado socialista en la segunda mitad del Siglo XX y su papel en la evolución de México”. Y, se instaló, igual, la mesa 2: “Retos y tareas del proceso de lucha del pueblo mexicano y el quehacer de los socialistas mexicanos”.

Desde una apreciación harto subjetiva, la decisión de concentrar los temas 1 y 3 en una sola mesa quizás dio la pauta a que, por un lado, se mantuviera en silencio, a la escucha y observante, un conjunto de voces que tal vez hubieran dado al Encuentro otro perfil: el de las hijas y los hijos “Nacidos en la Tempestad”: Alicia De Los Ríos, Diego Lucero Estrada, Romeo Cartagena o José Francisco Valenzuela Montes, a quienes podrían sumarse Damián Maldonado, Katia Castañeda o Efraín González; y, por otro lado, que no se abordara el proceso de militarización que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha continuado y consolidado en su carácter neoliberal y capitalista, ni, tampoco, el evidente contexto de agudización de vigilancia que el Estado mexicano está llevando a cabo en contra, por lo menos, de periodistas y activistas defensoras y defensores de derechos humanos y del medio ambiente.

De lo primero, el matiz que significó la presencia de las y los “Nacidos de la Tempestad”, hubo algunos botones de muestra; el más claro, quizás, la conferencia-conversatorio de Alicia De Los Ríos, que le da una vuelta de tuerca a la forma en como se ha contado la historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre con base en liderazgos y protagonismos individuales, y entre los más emotivos la presentación por parte de Katia Castañeda de un unipersonal que se inicia con una Aclaración que viene a ser una especie de título de lo que ella llama su “conferencia performática”, en el que va trazando una suerte de ruta crítica para desvelar y descubrir la historia del andar de su padre por la LC23S, o la lectura que Damián Maldonado hiciera de la historia de vida de su madre como si fuera ella y no él quien llevara la voz (por cierto, al parecer, ni Katia ni Damián son parte del colectivo).

¿Será que la discreción y el bajo perfil que caracterizó a todo el colectivo se diera no sólo porque la mesa que hubiera recogido el tema por el cual se formó en abril de 2005 quedó sin abordarse; sino, también porque, como dijera Romeo Cartagena, ellas y ellos son más críticos que sus tías y tíos de lucha, quienes, amén de la apuesta armada en la década de los setenta, hoy se decantan por posturas más legalistas que lindan con la socialdemocracia o el lopezobradorismo? Sin duda, que Alicia De Los Ríos fuera sólo correlatora de la mesa 1, o que Diego Lucero Estrada pululara de una a otra mesa opinando sólo entre pasillos, o que Francisco Valenzuela se mantuviera junto a su mesa de materiales impresos que dan cuenta de retazos de la historia de la LC23S como en una especie de rincón desde donde lo observaba todo, o que Romeo Cartagena apenas tomara la palabra en la plenaria que dio cuenta de los resolutivos de ambas mesas para hacer notar que éste sería quizás el inicio de un testamento político que dejarían las y los veteranos de la LC23S y preguntarles a sus tías y tíos de lucha: “¿para quiénes están hablando?”; sin duda, decía, es una muestra inequívoca del respeto y el cariño que las y los “Nacidos en la Tempestad” sienten por estos hombres y estas mujeres, pero es fácil imaginar que de haber participado más activamente hubieran sacudido buena parte de las conversaciones estos tres días… pero, quizás tampoco era el momento.

De la memoria histórica al qué hacer.

Así, de la mesa 1 resultaron algunas de las siguientes conclusiones: Dar continuidad a los procesos de recuperación de la memoria histórica, acompañando a aquellas y aquellos ex combatientes que por alguna razón no se han animado a escribir, para que lo hagan; Crear plataformas de difusión de las reflexiones teóricas y metodológicas del movimiento socialista mediante el uso de las tecnologías de la información y la comunicación; Diseñar un proyecto y un plan nacionales que reúnan una visión u horizonte compartidos, y Crear una colección editorial que vaya recogiendo los documentos que se vayan generando para la memoria histórica.

Por su parte, la mesa 2 consideró: Que el capitalismo mexicano tiene características que le son propias, amén de su clara dependencia para con el capital transnacional; Que se requiere una refundación de la sociedad que apunte hacia el alcance del poder popular; Que el movimiento armado socialista tuvo su razón de ser como una resistencia del pueblo ante la cerrazón política de un Estado bajo el mando del Capital; Que en la actualidad hay condiciones políticas y sociales para retomar la militancia y el activismo socialistas, con todo y que la 4T es insuficiente para generar cambios estructurales al no comprometerse a desmantelar el neoliberalismo, o Que el movimiento socialista ha estado disperso y no tiene un papel relevante en el actual proceso de transformación democrática, por lo que es fundamental llamar a la unidad a través de un frente que se reivindique como organización socialista

Y, entre otras cosas, concluyó: Se propone la creación de una estructura reticular para conformar ese frente, a la que por ahora la han nombrado “Red Socialista Militante”; Esta “Red Socialista Militante” estaría impulsada por una comisión promotora o coordinadora que haría tareas de enlace, presentaría un primer boceto de plan nacional y se organizaría tomando en cuenta la regionalización del país y la equidad de género; Se propuso que la comisión promotora o coordinadora de enlace estuviera integrada por representantes de región o zona geográfica, que las representaciones fueran duplas de una mujer y un hombre, y que hubiera representación, a modo de relevo generacional, de las hijas y los hijos “Nacidos en la Tempestad”; La comisión promotora o coordinadora tendría entre sus trabajos preparar la celebración de un siguiente encuentro en junio o julio y, posteriormente, un congreso nacional del movimiento socialista mexicano con otras fuerzas de matriz marxista a finales de 2023.

Los trabajos, sobre todo las jornadas de las mesas, estuvieron protagonizados por ex combatientes que participaron del llamado “proceso de rectificación” de la lucha armada y, por ende, que tras ser liberados de sus encierros y torturas, o conseguir su presentación con vida, se avocaron a la lucha abierta en movimientos sociales o en partidos con registro legal. De esta suerte, el Encuentro celebrado en Guadalajara viene a ser el final de un proceso de reflexión iniciado en febrero de 2022, con la conmemoración del 50 aniversario del asesinato de Raúl Ramos Zavala, abatido el 6 de febrero de 1972 por el Estado mexicano, un proceso llevado a cabo por activistas y militantes que se han ido sumando a lo largo de las últimas cuatro décadas a las formas electorales de la lucha por la democracia que en México tienen su expresión más reciente en el proyecto de la autonombrada Cuarta Transformación y su gobierno, de corte abiertamente nacionalista y soterradamente neoliberal, en la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Las voces de las y los “Nacidos en la Tempestad” no fueron, por ende, las únicas que se mantuvieron en un perfil bajo; también las voces de aquellas y aquellos militantes vinculados con la llamada Corriente Revolucionaria, cercanos al liderazgo de Ignacio Salas Obregón (“Oseas”), la Brigada Roja y el periódico clandestino Madera, se guardaron de expresar abiertamente sus resistencias; pero, es fácil adivinar que la posibilidad de que se reediten las diferencias entre quienes abrazaron el “proceso de rectificación” y los militantes de la Corriente Revolucionaria es muy alta. No obstante, ambas expresiones coinciden en que varias de sus divergencias podrían pasar a un segundo término frente a las posturas donde son concurrentes.

Sin embargo, no deja de ser curioso que la mayoría de estas mujeres y hombres, que en los setenta y ochenta tomaron las armas no sólo como reacción a un Estado que había cerrado todos los caminos de participación democrática, sino como una apuesta radical inequívoca de instaurar un Estado socialista, simpaticen ahora con un gobierno encabezado por alguien que militaba en el partido que articuló la campaña de exterminio contra ellas y ellos y sus compañeras y compañeros de lucha; como tampoco deja de ser extraña su narrativa de militancia socialista y, por otro lado, su aplauso a veces enconado por un gobierno que en muchos sentidos ha desempolvado las prácticas capitalistas contra las que ellas y ellos lucharon, y por las que fueron perseguidos, apresados, torturados, y sus compañeras y compañeros, desaparecidos y asesinados.

Marzo 27, Día Mundial del Teatro. Poco antes de las 10 de la noche, el centro de detención que tiene el Instituto Nacional de Migración (INM) en el puente internacional Stanton-Lerdo, entre las ciudades mexicana de Ciudad Juárez, Chihuahua, y estadounidense de El Paso, Texas, se incendió mientras dentro suyo estaban encerradas bajo candado 68 personas migrantes provenientes de Colombia (1), Ecuador (1), El Salvador (12), Honduras (13), Venezuela (13) y Guatemala (28). En las cámaras de seguridad se observa a los guardias de migración corriendo para salvarse de las llamas, pero no abren los candados. En su conferencia mañanera, el presidente mexicano responsabiliza a las mismas víctimas de su tragedia: “Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron, a partir de que se enteraron que iban a ser deportados”. En la prensa de uno y otro lado de la frontera se lee que el fuego se cobró la vida de por lo menos 39 personas y otras 28 han resultado heridas; pero, muchas y muchos de nosotros sabemos que no es el fuego quien se ha cobrado estas vidas, es el capital al que los gobiernos de uno y otro lado obedecen sin chistar.

Postdata: Hace muchos años, un entonces joven activista de una organización de masas que comenzó a hacer una especie de trabajo de reclutamiento para conmigo me diría, no sin reservas, que “sabían” que mi padre había militado en la Liga Comunista 23 de Septiembre; yo, hasta la fecha, ignoro si fue así. Sé, de eso no tengo duda, que una de mis tías, hermana de mi padre, y su pareja sí fueron parte de la LC23S; pero, como en muchas otras cosas en este país donde el terror ha sido la nota del régimen que hoy tiene a uno de sus hijos pródigos en la presidencia, de eso no se ha hablado frontalmente en la familia. No soy, pues, un “Nacido en la Tempestad”; pero, en mi familia Olivia Ledezma Flores (“Mariana”) era nuestra tía aunque no compartiéramos sangre, así que no pude evitar sentirme parte de ése colectivo aunque fuera de manera simbólica… abrazo grande, primas y primos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.