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Lo que el petróleo da, los alimentos lo quitan

Fuentes: IPS

Del mercado internacional llegan para México noticias encontradas. Por un lado obtendrá más ingresos por sus exportaciones de petróleo, pero por otro ya ve encarecer sus importaciones hasta el punto de amenazar la situación alimentaria del país. El presupuesto de 2011 se basa en un barril de petróleo a 65 dólares promedio, mientras el alza […]

Del mercado internacional llegan para México noticias encontradas. Por un lado obtendrá más ingresos por sus exportaciones de petróleo, pero por otro ya ve encarecer sus importaciones hasta el punto de amenazar la situación alimentaria del país.

El presupuesto de 2011 se basa en un barril de petróleo a 65 dólares promedio, mientras el alza de los precios en el mercado internacional por las rebeliones sociales árabes, especialmente en Libia, hizo traspasar los 100 dólares el barril de la mezcla mexicana de exportación, durante la primera semana de marzo.

Analistas calculan que México, segundo productor latinoamericano detrás de Venezuela y delante de Brasil, podría tener este año un ingreso adicional de 11.000 millones de dólares sobre los 27.000 millones pautados en el presupuesto por las ventas del crudo.

«Uno esperaría que estos excedentes fueran destinados a tener un impacto productivo, pero no se ha podido garantizar esto. Además, los gobiernos federal y estadales no han mostrado voluntad de hacerlo», dijo a IPS José Luís de la Cruz, académico del privado Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.

Desde 2003, México incrementó paulatinamente sus «petrodólares», de 16.676 millones ese año hasta el récord de 43.234 millones en 2008, cuando estalló en Estados Unidos la crisis financiera mundial que hundió los ingresos por estas exportaciones a 25.693 millones un año después, para remontar a 35.918 millones en 2010, según el gubernamental Sistema de Información Energética.

Pero dos organismos del bicameral Congreso legislativo, el Centro de Estudios de Finanzas Públicas y la Auditoría Superior de la Federación , han criticado que esos recursos han abonado el gasto corriente del gobierno, en lugar de canalizarse hacia una mayor inversión social y de infraestructuras.

Legalmente, en México los ingresos petroleros extraordinarios se distribuyen entre diferentes fondos especiales, para los 32 estados en que está dividido el país y para las inversiones de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex). Un esquema sobre el que hay críticas por la dificultad de controlar el manejo de esos recursos.

Pemex informó que la producción petrolera de 2010 se situó en 2,5 millones de barriles por día. Pero de ellos, 60 por ciento se destinaron a abastecer el creciente y subsidiado mercado interno, en un país con 111 millones de habitantes.

Por otro lado, el país debe importar una cantidad equivalente a sus exportaciones de crudo en derivados y productos petroleros, para abastecer sus necesidades internas, lo que neutraliza el impacto fiscal positivo de los petrodólares.

Pero, además, alimentada parcialmente por la propia subida de los valores de la energía, el mercado internacional arroja una noticia muy preocupante para México: los precios de los alimentos han alcanzado niveles de alarma, según alertan organismos financieros y agrícolas multilaterales.

Entre los rubros agrícolas con precios dislocados y oferta escasa, está el maíz, cuyo desborde de precios en 2007 ya condujo al país a la llamada crisis de la tortilla, una fina masa elaborada con ese cereal que representa la mitad del aporte calórico de la población más pobre del país.

Además, el impacto de los distorsionados mercados petrolero y agrícola hacen temer que corte el ritmo de recuperación de la economía mexicana, tras su caída de seis por ciento en 2009, que destruyó unos 900.000 empleos.

El año pasado la economía repuntó en 5,5 por ciento que permitió crear 700.000 nuevos puestos de trabajo, según cifras oficiales, y este año las previsiones eran de un crecimiento positivo de entre 4,2 y 45 por ciento, según diferentes fuentes.

«Avizoramos un panorama difícil. Va a haber más presión sobre los costos de producción y la fabricación de algunos fertilizantes derivados del petróleo», señaló a IPS Max Correa, secretario general de la no gubernamental Central Campesina Cardenista, que agrupa a productores agrícolas de todo el país.

Desde 2010, los precios internos de los combustibles han escalado una media mensual de unos ocho centavos de dólar, dentro del objetivo del gobierno de reducir el subsidio al sector, actualmente de unos 2.000 millones de dólares anuales.

La nueva crisis de precios de los alimentos resalta la debilidad estructural de la producción agrícola mexicana, dijeron a IPS las fuentes consultadas.

Las heladas ocurridas este año en el norte mexicano devastaron las cosechas del maíz de grano blanco, el usado para consumo humano, por lo cual el gobierno recurrió a un proceso de resiembra de más de 200.000 hectáreas.

El país produce anualmente unos 22 millones de toneladas, según la Secretaría (ministerio) de Agricultura, con lo que satisface en torno a 70 por ciento del consumo interno, y el resto lo importa.

«Uno de los problemas es el modelo productivo a gran escala. ¿Por qué enviamos calabazas a Estados Unidos o traemos papa de China?», planteó a IPS Ana Medina, coordinadora del autónomo Espacio de Economía Solidaria, una red que aglutina a 10 millones de personas.

Como sucede en los últimos años, la balanza agroalimentaria del país fue deficitaria en 2010, cuando las importaciones totales sumaron 21,7 mil millones de dólares y las exportaciones 18,6 mil millones.

De maíz las compras en los 10 primeros meses de ese año fueron de 1.320 millones de dólares, detalla el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Ineg).

El gasto en importaciones agrícolas es muy similar al presupuesto nacional para el desarrollo del campo mexicano, de unos 22.000 millones de dólares, según el Ineg.

Frente a la compleja coyuntura, nueve organizaciones campesinas pidieron al gobierno y al parlamento la declaratoria de una emergencia agroalimentaria, la creación de una reserva estratégica de alimentos y la aprobación del proyecto de la Ley para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria, en el Senado desde 2006.

«México es dependiente alimentario, perdió capacidad de autosuficiencia y quedó expuesto a la volatilidad internacional, no tiene capacidad para absorber esos choques. Por eso, se debería tener un programa de producción y de abasto para apoyar a los más pobres», dijo el académico De la Cruz.

Las organizaciones pidieron al gobierno que invite al relator especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, el belga Olivier de Schutter, para que evalúe la situación del país.

Mientras, grupos de productores buscan alternativas que les permitan enfrentar la tormenta. «No tenemos variaciones de precios, porque tenemos asegurada una forma de producción recíproca y subsidiaria. Producimos, guardamos e intercambiamos semillas», señaló Medina.

México ha aplicado una política mixta que incluye reducción de aranceles de importación, subsidios a la producción y desarrollo de cadenas de valor agregado.

Diferentes organismos regionales y mundiales han alertado que la volatilidad de los precios de los alimentos van a ser constantes en el futuro próximo.

El último en hacerlo fue el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, que el miércoles 2 difundió su informe sobre la «Volatilidad de precios en los mercados agrícolas (2000-2010): implicaciones para América Latina y opciones de políticas».

– Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97694