Recomiendo:
0

Lo que los «analistas» callan

Fuentes: Rebelión

Importa mucho reflexionar y someter a examen crítico las opiniones que vierten los “analistas” en los canales televisivos porque se supone que prestan un servicio a la población, analizando los sucesos políticos, proporcionando interpretación de lo que ocurre. Se los tiene entonces, en teoría, como formadores de opinión y, en esa condición, constituirían un importante aporte a la democracia.

Ahora bien, refiriéndonos a los análisis que realizaron la noche del 17 de agosto en referencia a los resultados de las elecciones resulta indispensable remarcar aquello que era obviedad, pero que callaron los supuestos «analistas profesionales». De este modo, quedan desenmascarados como impostores y meros propagandistas de las clases dominantes y sectores conservadores de la sociedad.

Lo primero que debieron decir, una vez que se hicieron públicos los primeros resultados, era que las encuestas que se divulgaron las semanas y meses previos a las elecciones erraron groseramente. La mayoría de ellas daban por vencedor a Doria Medina, alguna de ellas Tuto Quiroga, y ninguna pudo detectar la victoria de Rodrigo Paz. Mínimamente, debieron haber reclamado a las encuestadoras que les hicieron hablar dislates sobre una situación ficticia. No sólo las encuestadoras quedaron reveladas como fraudulentas, sino también los analistas como tontos. ¿No ameritaba esto un reclamo de ellos a las encuestadoras? Esto, sin embargo, no es lo peor. Lo más grave y que ningún comentarista se atrevió a decir, es que se reveló que Samuel Doria Medina efectivamente pagó para que las encuestas lo favorecieran, algo que circuló como un rumor durante todo el tiempo previo a las elecciones. Resulta entonces que los medios actuaron premeditadamente para promover que la población «vote a ganador» favoreciendo a uno de los políticos más turbios que existen en el país.

En segundo lugar, los analistas debieron haber remarcado un hecho inédito en la historia de las elecciones en el país: más de un millón doscientos mil votos nulos, es una fuerza muy grande y va creciendo hasta que, con mucha probabilidad, arrebatará el segundo lugar a Tuto Quiroga, cuando concluya el conteo oficial, pues como de costumbre, faltan por computarse mayoritariamente votos del campo. Esa fuerza estaba destinada a interpelar a las elecciones por haber dejado a un grueso de la población sin candidato. Resulta entonces que un líder político, Evo Morales, ilegalmente proscrito para las elecciones, perseguido judicialmente, abrumadoramente satanizado, vilipendiado, injuriado por los medios de comunicación y las fuerzas conservadoras, cuya sigla histórica, el MAS, le fue arrebatada de modo fraudulento, traicionado por varios de sus supuestos seguidores, inhabilitadas las organizaciones que pretendían darle la sigla para que se inscribiera en las elecciones (FPB y PAN BOL), ese hombre obtuvo nada menos que un millón de votos en forma de votos nulos. Se trata evidentemente de un hecho sensacional y testimonia de la gran adherencia que mantiene entre los sectores populares de la población. En lugar de remarcar este hecho fenomenal sin parangón en la historia de América Latina y quizás del mundo entero, hablaron del fin del ciclo del MAS, refiriéndose obviamente, no a la sigla prostituida por los traidores, sino al proceso de cambio y su líder Evo Morales cuya sombra los persigue y a la vez les aterra. Esto demuestra que los supuestos analistas presentan solamente sus deseos, como si fueran sesudos análisis de la coyuntura.

En tercer lugar, los analistas quedaron realmente como bobos cuando les presentaron los resultados en forma de porcentajes en relación al total de votos válidos para los candidatos y porcentajes en relación al total de votos emitidos para los nulos y blancos. De este modo, la suma de todos estos porcentajes alcanzaba a más del 120 %, algo absurdo. Jamás, nunca en la vida, se hizo esta presentación de resultados. Se entiende que para la distribución de escaños parlamentarios se extraigan los porcentajes obtenidos solamente por los candidatos en relación al total de votos válidos. Sin embargo, la presentación general de resultados siempre se ha realizado en forma de porcentajes en relación al total de votos emitidos. Esta vez, había mayor razón para hacerlo así porque había toda una comunidad que interpelaba al sistema haciendo campaña por el voto nulo. Había necesidad de saber la verdadera dimensión de esta comunidad y compararla con el porcentaje obtenido por los distintos candidatos, a fin de saber que tan grande realmente es la comunidad interpeladora del sistema. Nada de eso, lo que se hizo fue una maniobra infame para ocultar el verdadero tamaño del voto nulo. De este modo, se tiene que el candidato ganador, según datos provisionales, obtuvo el 32 % de los votos mientras que el voto nulo constituye el 19 %. Esta es la imagen falsa que se pretende promover, mostrando erróneamente que el candidato ganador hubiera obtenido 13 puntos porcentuales más que el voto nulo. Sin embargo, lo que se está haciendo es comparar peras con manzanas, porque la base del cálculo es distinta, en el primer caso es el total de votos válidos, en el segundo caso es el total de votos emitidos. Sin embargo, cuando calculamos los porcentajes con el mismo parámetro, es decir, total de votos emitidos, se tiene que el candidato ganador obtuvo 25 %, es decir sólo 6 puntos por delante del voto nulo. El segundo, Tuto Quiroga, obtuvo, obtuvo 21, sólo 2 puntos por encima, cuando la totalidad de votos todavía no se han computado, es decir, una fuerza que hubiera pugnado por entrar a segunda vuelta. ¿No era acaso esto algo digno de remarcar? Todo esto se hizo con la infame intención de infravalorar la dimensión del voto nulo. Los «analistas» no consideraron pertinente mencionar si quiera la vil maniobra. Por el contrario, su silencio al respecto los hace cómplices de la desgraciada manipulación de los medios y del Tribunal «Supremo» Electoral. No se trata pues de inteligentes expertos en el análisis de las coyunturas políticas que prestan un servicio a la comunidad. Simplemente, son miserables instrumentos del stablishment, dispuestos a pasar por estúpidos, a fin de cumplir su rol. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.