Recomiendo:
0

Los desafíos de Evo y las esperanzas de Bolivia

Fuentes: El Nacional de Tarija

Es, tal vez, el desafío más importante que se planteó un presidente boliviano. Hace a la dignidad de todos los bolivianos y obligará a todos a un esfuerzo individual y colectivo a la vez. Es la base fundamental que permitirá a nuestro país empezar a andar por la senda de la producción y evitar estirar […]

Es, tal vez, el desafío más importante que se planteó un presidente boliviano. Hace a la dignidad de todos los bolivianos y obligará a todos a un esfuerzo individual y colectivo a la vez. Es la base fundamental que permitirá a nuestro país empezar a andar por la senda de la producción y evitar estirar indignamente la mano.
 
Tenemos gente boliviana capaz y valiente, tenemos riquezas y hasta tenemos ahorros propios.
 
Partir con un país que, aunque parcialmente, ha retomado el control de los ingresos de los hidrocarburos y, a la vez, tiene por diseñar con plena soberanía la explotación del litio, potasio y otros minerales en los salares, con inmensa riqueza de hierro en el Mutún y abundantes recursos hídricos, forestales, etc., hace que el futuro de Bolivia sea promisorio.
 
La condición básica es que Evo cumpla sus promesas electorales y, fundamentalmente, rechace desde hoy las donaciones indignas a las que los gobiernos predecesores nos tuvieron acostumbrados, mutilando de esta forma nuestras capacidades productivas (¡ni nuestra propia harina para el pan de cada día éramos capaces de producir!) y condicionándonos la aplicación de políticas económicas que nos empobrecieron permanentemente.
 
La siguiente promesa electoral también fundamental, pero que sólo podrá cumplirse si la anterior se ejecuta, es la industrialización de la economía nacional.
 
Esta debe encararse en el contexto de los cambios de la economía mundial y aprovechando las profundas debilidades y contradicciones que muestra. Para ello es imprescindible estudiar a fondo las experiencias recientes de países con economías emergentes para aprovechar de sus aciertos y errores.
 
No son precisamente consultores ni políticos y menos aún teóricos que nunca han generado una sola fuente de empleo en sus vidas quienes ponen en marcha empresas. La dramática experiencia de YPFB en este gobierno es suficiente muestra de lo anterior. Tampoco sirve el puro voluntarismo.
 
Erradicar las irreconciliables contradicciones entre discurso y acción es otra tarea urgente. Declarar, por ejemplo, que «los pueblos del mundo siempre de pie nunca de rodillas frente al capitalismo y esa es una lucha milenaria de nuestros antepasados» y, a la vez, financiar la vigencia de ese capitalismo con casi la totalidad del ahorro interno, mientras se aplaza la ejecución de inversión estratégica en diversos rubros en el propio país, no ayudará a cumplir sus promesas electorales y, por el contrario, sumirá al país en mayores problemas.
 
Reconocer que le ha sido difícil erradicar la corrupción en su gobierno, pero no haberse interesado en que se investiguen bochornosos hechos ocurridos en la Administradora Boliviana de Carreteras, Aduana Nacional, en el envío de tropas bolivianas al Congo y Haití, con claras muestras de irregularidades, y otros tristemente célebres casos (curiosamente casi todos ellos involucrando a los «k’aras» de su gobierno), hace poco creíble el lamento.
 
La reforma del sistema educativo es también imprescindible completarla. Si bien se ha avanzado en la erradicación del analfabetismo (no parece haber sido «cero», pero se avanzó), debe acelerarse la incorporación de cambios en el sistema universitario, casi parásito del Estado, para convertirlo en generador de ciencia y tecnología, adquiriendo y adaptando la desarrollada en el extranjero y generando la propia sin mayor demora y en estrecha vinculación con el sector productivo privado y público nacional.
 
Hay muchas más promesas, pero creemos que éstas son las básicas e inaplazables. Le deseamos suerte, mucha suerte a Bolivia y al reelecto presidente.