El debate sobre el golpe debe ser llevado en dos niveles. Por un lado, el nivel descriptivo se lo lleva contra la derecha. En ese nivel, la derecha prácticamente ha abandonado el debate y se limita a señalar que el «golpe es una invención de Evo».
En ningún momento, vocero alguno de la derecha ha tratado de explicar, desde su óptica, los hechos que configuran el golpe, como las masacres, la autoproclamación, el secuestro del hermano del entonces presidente de la cámara de diputados, Víctor Borda, y la quema de su casa, el acuerdo al que llegó el padre de Camacho con la policía, el conciliábulo en la Universidad Católica, la subordinación de las FFAA y la policía al grupo golpista, cuando aun no se había producido la autoproclamación y aun antes que Evo renunciara, etc, etc.
Más aún, durante el año que corre, ya bajo el gobierno de Luis Arce, han salido a la luz pública otros datos que hacen el golpe más evidente. Por ejemplo, la dotación de municiones del gobierno de Macri a la policía y al ejército boliviano, sin que el gobierno de Evo siquiera lo supiera. Así también, se ha puesto en evidencia el segundo golpe que preparaba, el Ministro de Defensa del gobierno de facto, Fernando López, cuando Arce ya había ganado las elecciones del 2020 y se pretendía traer a Bolivia a 10.000 mercenarios para evitar su posesión. Después de todo este cúmulo de datos concretos, la derecha solo ha atinado a meter su cabeza en un hueco, cual avestruz y pretender que nada de eso sucedió.
El otro nivel del debate sobre el golpe concierne la interpretación de lo sucedido para determinar el carácter del golpe. Es un debate que debe enfrentarse en el seno de la izquierda. Desde nuestras posiciones, los maoístas hemos afirmado que se trató de un golpe fascista. La caracterización del golpe (al igual que en el nivel de la descripción) no tiene simplemente un objeto académico. Tiene más bien un objetivo político puesto que, a partir de esa caracterización, deben trazarse estrategias para la defensa del proceso de cambio. Si se determina que evidentemente fue un golpe fascista, entonces quedará claro que las oligarquías y élites económicas reaccionarias del país han abandonado ya la pretensión de enfrentar las luchas políticas mediante sus formas pseudo democráticas. Mas bien, han decidido recurrir a la violencia sistemática para la defensa de sus intereses, así como para detener el avance de nuestro proceso. El debate implica reevaluar toda la teoría del fascismo, que fue elaborada para comprender su evolución en los países capitalistas de la Europa de entreguerras del siglo pasado, para dotarnos de instrumentos teóricos y metodológicos para comprender la evolución de este fenómeno en nuestro contexto que, como es natural, difiere radicalmente de aquellos contextos históricos en los que el fascismo apareció por vez primera.
Ciertamente ya muchos compañeros de la izquierda boliviana se refieren a los operadores políticos de la derecha como fascistas. Sin embargo, por el momento, se utiliza el término fascista como un adjetivo solamente para referir sus actitudes violentas y racistas. Eso es insuficiente. Es necesario comprender que siendo el fascismo la ultima línea de defensa de las oligarquías nunca podremos alcanzar la liberación definitiva, si no enfrentamos y vencemos al fascismo. Por eso es vital replantear nuestras estrategias. El voto popular y democrático, ciertamente es importante, pero ya no puede ser la única estrategia. Resulta por demás evidente que la derecha se prepara para un nuevo golpe. Todo su aparato golpista está intacto. Las Fuerzas Armadas y la policía han mostrado su verdadero carácter y no es previsible que cambien en el futuro mediato. Los grupos paramilitares de la «Resistencia Juvenil K’ochala» actúan prácticamente de modo abierto en el conflicto armado de los cocaleros de los yungas. Los medios de comunicación de las oligarquías comenzaron el proceso de desgaste del gobierno de Arce desde el mismo día de su posesión. La narrativa, de «un gobierno dictatorial que realiza persecución política a la oposición» es llevado adelante todos los días por operadores de la derecha. Por todas estas razones quien piense que la derecha no emprenderá un nuevo proceso golpista es simplemente un ingenuo. Obviamente no existen las condiciones para que ese golpe se realice de modo inmediato, pero se están preparando para ello. Por nuestra parte, debemos también prepararnos para enfrentarlos. Ahí está la importancia del debate sobre el carácter del golpe en el nivel de la interpretación que debe ser enfrentado en el seno de la izquierda.
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