1. En abril de 2014 reseñé que el novelista y escritor colombiano Gabriel García Márquez había muerto. Fue muy amigo del dirigente cubano Fidel Castro y al parecer de la ortodoxia marxista y socialista. Por ese hecho fue acusado por los «intelectuales orgánicos» de México y el mundo, de oportunista y/o iluso «por no hacer […]
1. En abril de 2014 reseñé que el novelista y escritor colombiano Gabriel García Márquez había muerto. Fue muy amigo del dirigente cubano Fidel Castro y al parecer de la ortodoxia marxista y socialista. Por ese hecho fue acusado por los «intelectuales orgánicos» de México y el mundo, de oportunista y/o iluso «por no hacer caso a la construcción de un régimen autoritario en Cuba ni a la represión de los intelectuales en la Isla». Dudé en algún momento, pero luego pensando en el bloqueo económico mundial decretado 1962 y la agresión imperialista y que a partir de 1989 -al desplomarse la URSS- los EEUU quedaban como amos del mundo, sin contrapesos internacional, ví que García Márquez tenía razón. No era simplemente criticar sino entender.
2. Hace algunos años escribí haciendo fuertes críticas a los pronunciamientos de Fidel Castro y Hugo Chávez acerca de sus posiciones sobre las FALC que venían y vienen confrontándose desde 1964 contra el gobierno colombiano que encabezaba entonces el fascista Álvaro Uribe. Pero fue al intelectual Carlos Monsiváis (+2010) -quien se fue con todo contra las FALC- a quien puse como ejemplo de «intelectuales» mexicanos, como Aguilar Camín, Enrique Krauze, Jorge Castañeda, que para estar bien con «el príncipe» y con el imperio de EEUU, se han dedicado a criticar con saña todos los movimientos políticos de oposición real. El artículo que sigue lo elaboré hace cinco años y fue publicado por el periódico digital venezolano Aporrea y otros.
3. El escritor mexicano Carlos Monsiváis lamentó en entrevista con el diario El Espectador que la izquierda mundial se haya tardado varios años en condenar la práctica del secuestro por parte de los grupos rebeldes colombianos. En entrevista dijo que los secuestros, desde el principio, debieron haber conllevado el reproche de toda la izquierda mundial» y consideró que «esa tardanza fue dolorosa». Señaló que el año pasado (el ex presidente cubano) Fidel Castro descubra la existencia de los secuestros, y lo repruebe, me parece una triste y grave tardanza. Calificó la práctica del secuestro por parte de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) como una «negación» de la izquierda democrática.
4. ¿Duele al laureado escritor «progresista» que las FARC y el ELN tengan políticos derechistas, militares y policías secuestrados y no quiere darse cuenta que en las mazmorras del gobierno de Álvaro Uribe hay alrededor de 800 presos políticos de las FARC? ¿Olvida el escritor que las FARC han liberado a más de 15 secuestrados y el gobierno de Uribe en vez de liberar a sus presos se ha dedicado a asesinar a guerrilleros? ¿Desconoce que en México el gobierno de Calderón ha condenado a los presos de Atenco, de Oaxaca, de Querétaro y ha asesinado a otros tantos inocentes? La realidad es que esos grandes intelectuales que son muy queridos por los gobiernos, lo primero que deberían exigir es que no hayan presos políticos ni represiones para que no hayan secuestros ni violencias.
5. Los miles de levantamientos indígenas en la Nueva España contra la dominación, así como las luchas de Independencia, de Reforma, contra el Imperio y la Revolución no tuvieron nada, absolutamente nada de pacíficas. Fueron movimientos guerrilleros y guerrillas urbanas que lanzaron piedras, palos, balas, usaron machetes y cuchillos para poder defenderse y luego someter a las clases dominantes. ¿Quieren acaso los laureados escritores que el pueblo lance flores perfumadas a los gobiernos, ejércitos y policías que los reprimen y asesinan? ¿Debieron los ferrocarrileros, los maestros, los estudiantes de 1968 y de 1999, los indígenas del EZLN, los miembros de la APPO, los atenquenses, arrastrarse en vez de luchar contra los gobiernos de López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, Salinas, Fox y Calderón?
6. Algunos escritores han querido mostrarse en el mundo como muy sensibles, muy humanos, muy demócratas, muy correctos, pero por encima de todo, muy amigos de los gobiernos y del sistema establecido. Dicen estar contra los excesos y los radicalismos, pero siempre terminan defendiendo al sistema que les ha dado cobijos, premios y reconocimientos. No pueden olvidar que los premios siempre los otorga el poder a sus amigos e incondicionales; por eso son críticos, pero sin rebasar lo que el poder puede soportar. También por eso mismo se dedican a condenar todas las luchas anticapitalistas y fuertes que busquen extirpar de raíz el sistema de dominación. ¿Cuántas veces destacadísimos intelectuales han adornado los programas culturales y las giras internacionales de los presidentes?
7. Carlos Monsiváis es una «vaca sagrada» entre los intelectuales mexicanos; también lo son Carlos Fuentes, Enrique Krauze, Aguilar Camín, así como lo fue Octavio Paz. Todos ellos han recibido decenas o cientos de premios y, al mismo tiempo, les han brindado las mayores atenciones por los diferentes gobiernos del país y demás grupos de poder. No hay nada que no haya estado al alcance de ellos. Han tenido abiertos todos los medios de información, han publicado lo que han querido, han vendido enormes cantidades de libros y sus finanzas personales son parecidas a las de las clases altas. Han escrito en forma maravillosa, pero políticamente se han movido entre la socialdemocracia (lo que han llamado «izquierda democrática»), el centrismo y la derecha.
8. Durante 50 años han sido protegidos, o se han cobijado bajo la sombra del Estado. Sus opiniones, siempre muy escuchadas y más de las veces atendidas, le han servido al Estado para regular sus políticas. ¿Por qué en lugar de exigir a las izquierdas que condenen los secuestros de las FARC (tal como los funestos gobiernos de España y su tirano abogado le exigen al Herri Batasuna respecto a la ETA que lucha por la autonomía vasca), no le piden al gobierno la libertad de los presos políticos, el cese de la persecución contra los movimiento sociales y la distribución igualitaria de la riqueza? Los intelectuales deberían tener todos los elementos teóricos y convincentes para que los gobiernos pongan en práctica sus recomendaciones. ¡Cuánto bien harían al país!
9. Si Monsiváis y los demás intelectuales no quieren radicalismos ni violencia, si quieren partidos civilizados y luchas pacíficas, que intervengan directamente ante los gobiernos para que éstos no los provoquen. Incluso López Obrador, a pesar de que en todos sus discursos y acciones subraya siempre su carácter pacífico, ha sido acusado más de mil un veces de ser la parte violenta del PRD y a éste partido de ser una organización violenta. Al movimiento estudiantil de 1968, sobre todo al de 1999, se les acusó de violentos, se les reprimió con brutalidad y los llamados intelectuales orgánicos, muy bien cobijados por el Estado, dieron pie en sus artículos a la salvaje y violenta represión institucional. La condena posterior a la brutal represión resulta una burla.
10. Al respecto el periodista Cepeda Neri señaló en 2006, a raíz del fraude electoral contra López Obrador, que en la disputa por el poder presidencial, los intelectuales orgánicos o sea los que gustan de asirse a la ubre presupuestal para gozar de los favores del «príncipe» (asesorías, publicidad para sus revistas dizque culturales, como Nexos y Letras libres, de Aguilar Camín y Enrique Krauze, respectivamente; invitaciones a giras, sobre todo europeas; asistir como «damas de compañía» a recepciones para embajadores, comilonas con presidentes de otros países y, de plano, para platicar con el poderoso en turno), han vuelto a la carga. Estos dos personajes, que llegaron a encabezar a distintas mafias intelectuales, hoy se han sumado abiertamente a la derecha calderonista.
11. A pesar de la exquisitez de los intelectuales, de su falta de independencia hacia el sistema para expresar su pensamiento, de su carencia de compromiso social por estar dedicados a cuidar sus intereses personales, confieso que seguiré leyéndolos porque me ayudan con sus investigaciones, recopilaciones e interpretaciones. Pero no podré olvidar que ellos son «intelectuales» con una posición política comprometida con el poder. Sin duda hay otros intelectuales que no han acumulado premios y privilegios, que todavía buscan un país menos injusto o más igualitario; que en vez de exigir un «buen comportamiento» a los de abajo tienen un alto nivel de comprensión del significado de las clases y las luchas ineludibles entre ellas. Los intelectuales del siglo XXI pueden ser distintos.
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