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Los pájaros tirando a las escopetas

Fuentes: Rebelión

La exagente de la CIA Valerie Plame no cree que Edward Snowden, el hombre que ha metido en un escándalo internacional al gobierno de los Estados Unidos, sea un traidor a su país tal y como lo acaba de afirmar el exvicepresidente del gobierno de George W. Bush, el insoportable, pedante y reaccionario Dick Cheney. Plame […]

La exagente de la CIA Valerie Plame no cree que Edward Snowden, el hombre que ha metido en un escándalo internacional al gobierno de los Estados Unidos, sea un traidor a su país tal y como lo acaba de afirmar el exvicepresidente del gobierno de George W. Bush, el insoportable, pedante y reaccionario Dick Cheney. Plame ve muy irónico el hecho de que el flamante exvicepresidente se refiera a Snowden como un traidor por haber sacado a la luz pública el hecho de que el gobierno estadounidense esté vigilando, leyendo y escuchando, no solo a los ciudadanos de este país, sino a todos los ciudadanos del mundo por medio de la internet, las redes sociales y las llamadas telefónicas nacionales e internacionales. Valerie Plame también ve muy irónicas las acusaciones de Cheney en contra de Snowden, ya que fueron precisamente este y su grupo de allegados los que, traicionándola a ella y a las agencias de inteligencia estadounidenses, filtraron a la prensa su verdadera identidad, solamente para tratar de desprestigiar al esposo de esta por su informe en que desmentía las compras en África de uranio enriquecido por parte del gobierno de Saddam Hussein, tal y como lo estaba anunciando la administración del expresidente George W. Bush, como parte de la campaña de miedos y mentiras llevada a cabo para justificar la invasión de Irak.

Basándonos en la filtración a la prensa sobre la identidad de Valerie Plame, al que hay que acusar de traidor es al mismo Cheney. Ese sí fue un verdadero acto de traición. Delatar a un agente de inteligencia en activo, por parte de un funcionario con acceso a ese tipo de información clasificada, no puede catalogarse de otra forma. Sin embargo, nada le ocurrió a Cheney por su acción y solamente su jefe de despacho fue acusado y condenado a la ridícula sentencia de 30 meses en la cárcel, sentencia de la cual no cumplió ni un solo día gracias a su suspensión por parte del presidente Bush.

Cheney salió airoso de ese caso, aunque es muy difícil creerse que no fue él el que dio la orden para que la información se filtrara a la prensa o por lo menos, que no estuviera al tanto de la delación.

La exagente de la CIA tampoco cree que Edward Snowden sea un héroe por lo que hizo, y aunque no lo apoya cree que los ciudadanos de este país le deben un agradecimiento por traer a la luz pública tan importante debate sobre la privacidad en el mismo.

Además, Plame cree que el director de la Inteligencia Nacional debería renunciar por gastar casi el 70% ciento del presupuesto de inteligencia en contratistas privados que no tienen el nivel de seguridad para mantener en secreto estas informaciones confidenciales.

Edward Snowden no era un agente de la inteligencia de los Estados Unidos en el momento que destapó el escándalo, sino un empleado de una compañía privada de inteligencia que estaba subcontratada por la Agencia de Seguridad Nacional. Técnicamente no era un funcionario gubernamental, por lo tanto, no estaba regulado por las mismas reglas de funcionamiento que cualquier agente oficial. Ahora bien, el hecho de que no fuera un agente regular de inteligencia no quiere decir que no haya firmado un contrato de confidencialidad sobre las informaciones a las cuales tenía acceso y al hacerlas públicas estaba traicionando lo firmado.

Se puede pensar que Snowden, por un acto de conciencia, se haya visto en la necesidad moral de hacer públicas las informaciones sobre la violación de la privacidad ciudadana, y ese hecho lo puede colocar en la categoría de hombre decente, pero no lo libra de ser condenado por sus acciones. Este no es un problema sobre la libertad de información. Es una falta grave de alguien que se compromete a guardar secretos y sin embargo al conocerlos los revela públicamente. No es el caso de un periodista a quien le llega una información clasificada y la publica, en cuyo caso estaría haciendo uso de su libertad profesional. Ejemplo de esto son las informaciones que recibió WikiLeaks y que decidieron dárselas a los medios de información para que las publicaran. Ellos no tenían firmado ningún contrato que los obligara a mantener en secreto los informes que recibieron.

Por otra parte, no se puede acusar de espionaje a Snowden como acaba de hacer la justicia estadounidense, ya que este no trabajaba para ninguna agencia de espionaje internacional, a quien se puede acusar de espionaje es al gobierno de los Estados Unidos. Es muy curioso que el gobierno acuse de espionaje a Snowden y Cheney lo acuse de traidor, los pájaros tirando a las escopetas.

Si no es un espía, ni un traidor, ni un héroe, ¿entonces cómo se puede catalogar a Edward Snowden?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR