1. Me provoca mucha risa, pero también coraje, que todavía hayan personas y hasta periodistas que le pidan al Papa que se despoje de todos los engaños y que conozca al verdadero México. Desde hace 50 años vengo oyendo que los ricos, los poderosos esconden la verdad y no dejan que «el presidente» se entere […]
1. Me provoca mucha risa, pero también coraje, que todavía hayan personas y hasta periodistas que le pidan al Papa que se despoje de todos los engaños y que conozca al verdadero México. Desde hace 50 años vengo oyendo que los ricos, los poderosos esconden la verdad y no dejan que «el presidente» se entere de la realidad. Puta, no hay personajes más enterados, con más conocimiento de lo que sucede que el Papa, los presidentes, el gobierno de los EEUU y demás gobernantes. Antes de aceptar o planear un viaje esos personajes estudian mapas, distancias, carreteras, estadísticas, fotografías, conversan con mil personas, envían comisiones, les pasan películas, hacen sus programas. Coño, saben diez veces más que cualquier estudioso.
2. El Papa Francisco sabe que sólo el tres por ciento de los mexicanos pertenece a la clase rica, que quizá el 10 por ciento a las clases medias y el 87 por ciento a la clase pobre, miserable, desempleada y marginada. Sabe perfectamente -porque no es tonto- que la ciudad de México concentra la pobreza en todo el Oriente y norte de la Ciudad y que los multimillonarios viven en Las lomas, Polanco, El pedregal, San Ángel, y decenas de zonas residenciales exclusivas; sabe que el centro histórico es el más interesante, pero allí en antiguos edificios, casas de vecindad, en las aceras, viven los más viejos y los más pobres abandonados a su suerte. ¿Cree alguien acaso que el Papa y los presidentes no conocen miles de fotografías publicadas?
3. ¿Quién no ha visto fotografías de niños de todos los continentes con enormes estómagos, con brazos y piernas que parecen sus huesos y con moscas y demás insectos circulando sobre ellos y sin nada qué comer? Esa realidad la conocen muy bien el Papa y los más grandes políticos del mundo e incluso, rechazan mirar esa realidad. ¿Acaso no se publican millones de estudios que conocen mucho mejor que nosotros los altos gobernantes y sus asesores? Más que decirle al Papa que baje de su «papamóvil» y rompa la vallas para «mirar la realidad» lacerante, habría que decirle que radicalice sus discursos, que fustigue a todos los gobiernos, que exija que EEUU deje de hacer guerras de saqueo y despojo, que hable de la realidad que el 90 por ciento de la población vive.
4. Los Papas y presidentes ya no tienen que mirar nada porque lo saben todo. Los profesores y periodistas sabemos algo, pero esos personajes de la alta política saben lo que sucede y hasta como remediarlo. Saben esos personajes que la miseria y la pobreza no son de origen divino, no es por flojera o irresponsabilidad. Saben que toda la riqueza acumulada es explotación, saqueo, robo, opresión de unos cuantos contra los trabajadores. Todo lo que tenemos (mucho o poco) es trabajo de muchos para beneficio de unos cuantos. Así que hay que exigirle al Papa que hable, que no tenga miedo y que se olvide del Estado que representa. Si dijera que todos los gobiernos dejen de explotar y engañar a sus pueblos y que éstos deben luchar para liberarse otra cosa sería.
5. Pero el Papa pensaría que es una locura denunciar el capitalismo, la explotación, la miseria, las guerras, porque pone en peligro su vida y al mismo Vaticano. Por ello prefiere hacer críticas pequeñas o hablar con palabras novedosas, hasta espectaculares, pero que no lleguen a la raíz de los problemas. Pues por ello -por esa inteligencia de no enfrentarse al poder real- la iglesia sigue viviendo y haciéndose más poderosa. El capitalismo soporta la liberación femenina, el aborto, la homosexualidad, la pederastia, etcétera; pero nunca podrá permitir que una religión que dice defender la pobreza, ponga en práctica acciones concretas que caminen hacia ese objetivo. Si el Papa sólo puede decir discursos, si no están definidos, poco valen.
6. Ya dije que a mí me vale un carajo que venga o no venga. Como dirían políticos inteligentes mexicanos: «Ni me beneficia ni me perjudica; todo lo contrario». Pero no me gustan los discursos abstractos y muy generales porque son más de lo mismo y no ayudan a transformar nada. Pero como va a estar muy preocupado por buscar y leer mis artículos antes que diga una palabra, aprovecho la oportunidad para pedirle como Papa Francisco: sólo dile al pueblo: a)que ya no se deje engañar por el gobierno, los empresarios y los medios de información siempre al servicio de los ricos; b) que tiene que luchar aquí en la tierra (no esperar el cielo) contra la explotación y la opresión y, por último, c) que sólo será libre el día que entierre el capitalismo que lo despoja.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
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