La oposición al gobierno de López Obrador se da y se expresa en varios frentes. El primero y más visible y ruidoso es, obviamente, el mediático. Otro es el representado por los gobernadores, legisladores y alcaldes del viejo régimen. Uno más, desde luego, es el de los desprestigiados partidos políticos de la derecha: PRI, PAN, PRD y MC (Movimiento Ciudadano). Y en esa lista de opositores ligados a la derecha no podían faltar los miembros más conservadores del Poder Judicial.
Y es en los tribunales donde ahora se está dando una singular batalla. De un lado, un grupo de jueces, magistrados y ministros que se oponen a que se lleve a juicio a los expresidentes del periodo neoliberal; y, frente a éstos, millones y millones de ciudadanos que exigen esos procesos.
Pero en cualquier caso y pase lo que pase, el vencedor político y ético neto de esa contienda será López Obrador. Y, consecuentemente, los derrotados serán esos jueces, magistrados y ministros con ya muy bien ganada fama pública de abusivos, corruptos y venales.
Porque mientras López Obrador encabeza las exigencias populares de justicia, el Poder Judicial pugna por el mantenimiento de la impunidad. Y lo que se dice para el caso de los expresidentes neoliberales se puede afirmar para el asunto de la posible liberación de Rosario Robles, quien se llevó quién sabe a dónde los cinco mil millones de pesos que sustrajo de las arcas públicas.
Qué tiene de particular, entonces, que mientras jueces, magistrados y ministros ven crecer su fama de corruptos, abusivos y venales, en el lado opuesto López Obrador vea enormemente incrementados sus niveles de aceptación, aprobación y respaldo populares.
Este obvio resultado de la confrontación no significa, por supuesto, que la postura de López Obrador tenga respaldo unánime. Una parte de la sociedad, digamos un tercio, está del lado de la corrupción y de la impunidad.
Son lo antiguos beneficiarios de las políticas privatizadoras. Y también los nostálgicos del pripanismo. Y son, igualmente, los intoxicados por las campañas mediáticas que afirman que hace dos años México era como Suiza y ahora es como Venezuela.
No debe olvidarse que en las elecciones de julio de 2018, en las que López Obrador ganó la Presidencia con más de 30 millones de votos, el PAN obtuvo nueve millones y el PRI logró siete millones. Dicho de otro modo, la derecha tiene fuerza política y electoral. Una fuerza que se expresa desde siempre y como ahora mismo en favor de las peores y más inmorales causas.
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