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Los políticos a bloguear: ¿reordenará en la superficie o configurará desde el fondo?

Fuentes:

¿Es posible hablar de política 2.0? ¿de políticos 2.0? ¿Podemos transformar algunos pliegues de la relaciones clase-política / pueblo a partir del uso de algunas tecnologías de la información? ¿Cómo pensar por fuera de la querella políticos-ciudadanos ? En distintos campos de producción simbólica, algunas de las nuevas tecnologías del universo 2.0, particularmente las redes, […]

¿Es posible hablar de política 2.0? ¿de políticos 2.0? ¿Podemos transformar algunos pliegues de la relaciones clase-política / pueblo a partir del uso de algunas tecnologías de la información? ¿Cómo pensar por fuera de la querella políticos-ciudadanos ? En distintos campos de producción simbólica, algunas de las nuevas tecnologías del universo 2.0, particularmente las redes, blogs (flogs y vlogs incluidos), canales RSS, SMS, iPods, las tecnologías móviles , reconvirtieron el agotamiento de la subjetividad, o diseñaron nuevas capas de ella, que permiten actualmente pensar otras formas de periodismo, de relaciones de los grupos y de construcción de espacios de aprendizaje, por sólo mencionar tres casos. Se trata de tecnologías del conocimiento, de aquellas que nos permiten pensar y que, en ese sentido, nos transforman y las reinventamos. La incorporación de estas tecnologías en esos tres campos que citamos engendraron una intervención harto profunda pero sobre todo compleja, precisamente por los sujetos se transformaron con y reinventaron las tecnologías. Podemos encontrar muchísimo material y muy bueno publicado en la Red sobre estas cuestiones, y libros capitales -como La Era de la Información de Manuel Castells , Ciberculturas e Internet, la imprenta del Siglo XXI de Alejandro Piscitelli (y también MetaCultura que nos advirtió justo a tiempo sobre los cambios cognitivos que acarrearía la ampliación y la amalgama de los bordes de la información como entorno emergente), Multitudes inteligentes de Howard Rheingold , Tecnologías de la inteligencia de Pierre Levy , Crítica de la Información de Scott Lash , entre otros- que las trabajan con gran fuerza e ideas innovadoras. Pensamos sobre la política 2.0 a partir del uso emergente de nuevas tecnologías por parte de los políticos y de algunas instituciones, y en el caso argentino a partir de la iniciativa de la AgenciaBlog, Diario de Gestión, que propone darle un blog gratuito a cada uno de los diputados y senadores nacionales y a los legisladores de la ciudad de Buenos Aires. Las dudas nos atacan por donde más nos motiva que es atreverse a pensar, a imaginar, los impactos en mosaico que podría producir la incorporación de estas tecnologías desde la clase política. Y no estamos hablando de condiciones técnicas de comunicación sino de cómo va a intervenir ese entorno dinámico emergente en nuestra subjetividad , cómo podríamos diseñar esa complejidad. La educación con nuevas tecnologías nos cambió la forma de pensar el entorno de enseñanza, de hecho lo amplió, y ya no podemos pensar una clase como hace veinte años atrás. ¡Los sujetos cambiaron! El entorno y la forma de conocerlo también. La producción periodística tampoco es posible pensarla sin las nuevas tecnologías pero la idea que tenemos de los circuitos de información -y de la información misma- es lo que ha (hemos) cambiado. Es por ello que no estamos hablado sólo de eDemocracia, ni de meras condiciones técnicas que aceleren los flujos de información, sino de herramientas emergentes y flujos de información que podrían modificar la idea que tenemos de lo política y quizá a los políticos mismos. La pregunta que nos hacemos va más por si es posible generar nuevos conceptos de la política a través del software social, tal como está sucediendo en otros campos; si la incorporación de nuevas tecnologías en la acción política reordenará en la superficie de las situaciones o configurará desde el fondo; si la gestión y la escritura pueden formar una alianza más cercana a los discursos de lo real y lo público; si los nuevos flujos de información también devorarán los rancios criterios de legitimidad (¿no lo han hecho ya?) del discurso político.