1. ¿Quién no conoce la UNAM, así como el sistema universitario, después de ser durante muchos años parte de ella? Me tocó ser profesor de 1972 a 1984 e incluso uno de los fundadores y directivos del sindicato de académicos (SPAUNAM). Las universidades son feudos políticos de rectores y sus fieles seguidores incrustados en Facultades […]
1. ¿Quién no conoce la UNAM, así como el sistema universitario, después de ser durante muchos años parte de ella? Me tocó ser profesor de 1972 a 1984 e incluso uno de los fundadores y directivos del sindicato de académicos (SPAUNAM). Las universidades son feudos políticos de rectores y sus fieles seguidores incrustados en Facultades y escuelas; igual que el Politécnico (IPN). Si alguna vez hemos pensado que por la enorme capacidad de sus profesores, investigadores y estudiantes se instalarían autogobiernos o cogobiernos, sólo fue un deseo o una ilusión. Aunque digan los rectores en sus discursos que las universidades y politécnicos son de todos, sólo causa risa y coraje porque es una absoluta mentira. Quienes mandan, ordenan y vuelven a mandar son los del poder rector.
2. A principios de los años setenta, por aquello de los ecos de 1968 en la UNAM, en la Facultad de Arquitectura se estableció un autogobierno, lo mismo que en la Escuela de Antropología; en la facultad de Economía se construyó un cogobierno y nosotros en el colegio de Ciencia y Humanidades (Oriente Rojo) tratamos de instalar un autogobierno. Todos se derrumbaron porque las autoridades de rectoría, usando la compra de líderes y represión, así como el cansancio del movimiento y los bloqueos administrativos, fueron debilitando las batallas hasta desaparecerlas. Nuestras «victorias» siempre fueron muy pasajeras, de poco tiempo, el necesario para que las rectorías recuperen su poder. Por ello no me alarma la voz del rector Graue de que «ya es hora».
3. Casi todos los rectores han sido militantes confesos del PRI antes y después de sus periodos rectoriles. Si ex rectores con ciertos conocimientos como Soberón, Rivero, Sarukán, De la Fuente, Carpizo, Narro, terminando su período rectoril se enchufaron al gobierno en una secretaría, ¿qué pasa en los estados del país donde tontos exrectores son llamados a colaborar con igual de tontos gobiernos? Por ello cuando el rector Graue señala que «ya es hora que se salgan del auditorio «Che Guevara» los estudiantes que lo ocupan hace muchos años porque la UNAM es de todos, yo preguntaría: ¿En qué porcentaje de la UNAM mandan los estudiantes y profesores y en qué porcentaje se hace lo que las autoridades ordenan? La solución es que se establezcan autogobiernos en toda la UNAM.
4. Lo que sucede es que a casi 50 años de la matanza de estudiantes por el gobierno en octubre de 1968 no olvidamos. Al contrario, Paulo Freire, Ilich, Goodman y Neil, vinieron a recordamos que la educación debe ser una práctica libertaria y que nadie enseña porque todos aprendemos al mismo tiempo; que en lugar de profesores instalados en una tribuna somos simples coordinadores de un trabajo de investigación y búsqueda. ¿Por qué entonces las universidades, sus escuelas y Facultades, son instituciones autoritarias verticales que tienen que imponer su poder como dictadores? Porque también son instituciones de Estado y pensar que porque son centros educativos se respira un aire de libertad es engañarse ingenuamente. La universidad es de todos, pero el 95 por ciento de abajo se somete.
5. Los rectores Soberón y Barnes metieron con todo descaro a los campus de la UNAM a la policía y al ejército para llevarse presos a los «agitadores profesionales». Dicen que «autonomía no es extraterritorialidad», por tanto cualquier autoridad puede autorizar que anden cientos o miles de policías secretas en todas las facultades. ¿Por qué no aceptarlo -dicen los rectores- si en el país hay más de 10 mil agentes del FBI, DEA, CIA, que andan libremente como cualquier dueño en su casa? Si el rector Graue y sus incondicionales logran sacar a los estudiantes que ocupan el Che -ni gana ni pierde- sólo es un principio de autoridad que le servirá para demostrar que sí manda, que obedece al gobierno y a los priístas y que puede estar ocho años en rectoría.
6. Recuerdo mucho a Leopoldo Zea, profesor y director de la Facultad de Filosofía, cuando decía: «la universidad no solo forma profesionistas, científicos y técnicos, sino que hace manifiesto el sentido de esta formación». En el instituto tecnológico se enseña cómo hacer bien esto o lo otro, pero la universidad muestra el sentido del hacer, el por qué y para qué para que el universitario asuma responsabilidad». O al ex rector González Casanova (1970-72), creador del CCH en 1971 (junto con el profesor Pérez Rocha) cuando señaló: que la universidad debe impulsar la democratización extendiendo los beneficios de le educación y cultura al mayor número de alumnos impidiendo cualquier práctica autoritaria mediante un diálogo respetuoso e informado.
7. El rector Graue debe dejar de perder el tiempo en esta pequeñeces que lo llevarán a una confrontación cuando se puede dialogar. Esas cositas no tienen importancia frente a los grandes problemas urgentes que la universidad debe resolver: la producción de ideas para que México construya una sociedad igualitaria o, por lo menos equitativa que le permita al país alejarse de la pobreza y la miseria. El pueblo mexicano reclama de los universitarios, de los pensadores, de sus filósofos investigaciones, estudios, propuestas, ideas que el país necesita y que los partidos y políticos ignoran por estar dedicados a otras cosas. Las universidades deben dejar de ser instituciones para otorgar chambas y títulos que sólo benefician a la minoría que los obtiene.
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