Ante la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, desde Txalaparta queremos expresar nuestro más sentido pesar y nuestro apoyo al pueblo venezolano. Creemos que Chávez ha sido un líder para Venezuela y un referente para la izquierda mundial, y sentimos su pérdida. Viendo su delicado estado de salud, en la pasada Feria del Libro […]
Ante la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, desde Txalaparta queremos expresar nuestro más sentido pesar y nuestro apoyo al pueblo venezolano. Creemos que Chávez ha sido un líder para Venezuela y un referente para la izquierda mundial, y sentimos su pérdida.
Viendo su delicado estado de salud, en la pasada Feria del Libro de Guadalajara iniciamos trámites con Vadell editores con miras a publicar la autobiografía de Chávez Cuentos del arañero, compilada por los cubanos Orlando Oramas León y Jorge Legañoa Alonso. En la misma, aparece el Chávez más humano; partiendo del niño nacido en una casita de palma y suelo de barro en Sabaneta de Barinas, el vendedor de arañas, presidente ahora, nos habla de su familia, del béisbol, de su paso por las Fuerzas Armadas, de la cárcel, de su amistad con Fidel, del amor a su patria… facetas todas de una persona que, sin duda alguna, ha dejado su huella en la historia.
La muerte del presidente nos ha cogido llevando su vida a imprenta. Quede este libro como homenaje póstumo a un revolucionario de talla internacional.
Adjuntamos la portada del libro y el artículo redactado por el editor Jon Jimenez para la revista Gure Liburuak de primavera.
Txalaparta
Escribo estas líneas a los pocos días de saber que Hugo Chávez ha sido trasladado, después de ser sometido a diferentes intervenciones médicas, desde La Habana hasta Caracas. Durante toda su estancia en la capital cubana, se han ido sucediendo distintos rumores que apuntaban a su fallecimiento, hasta el punto de que el «progresista» diario El País tuvo que retirar una falsa portada que mostraba a un presidente venezolano moribundo.
Cuentos del arañero, que ahora presenta Txalaparta y que en América ha cosechado un éxito sin precedentes de la mano de la editorial Vadell, no podía haber llegado a mis manos en mejores circunstancias. Ante quienes han querido y quieren verlo muerto, el libro -y, afortunadamente, la realidad también- resucita a un líder bolivariano lleno de energía, dicharachero, cuentista, fabulador… Todo eso que es Chávez cuando habla. Porque Chávez habla aunque nosotros estemos leyendo sus cuentos en un libro, negro sobre blanco.
Así, en cada página de esta selección de transcripciones se escucha su voz. Se ve, incluso, gesticulando, levantado, enfadado o riendo ante los miles de espectadores de Aló Presidente, programa televisivo del que emanan las historias de esta edición. Ese lenguaje cercano, llano, del pueblo… repleto de palabras que hemos tenido que glosar, hace que nos sintamos en el mismísimo llano venezolano, oyendo a aquel bachaquito o tribilín -niño pequeño- cuando vendía arañas -dulce típico-, como si escucháramos a un veguero -campesino- o a ese pitcher con sus spikes -deportivas- en un dogout -banquillo- o jugando béisbol en una caimanera -partida en la calle, informal-. Porque, como dice el propio Chávez, «sé que ustedes están ahí, sentados por ahí, por allá, oyendo a Hugo, a Hugo el amigo. No al presidente, al amigo, al soldado».
Orlando Oramas y Jorge Legañoa, periodistas cubanos, se han encargado, compilando los pasajes, de dar forma a esta atípica autobiografía. No es complicado apreciar su impronta en la selección. Las páginas dedicadas a la relación entre
el comandante bolivariano y Fidel Castro son unas de las más bellas. En ellas, uno se puede sumergir en la historia reciente de Latinoamérica. La historia de dos amigos. Dos seres humildes, como confiesa Fidel: «tú y yo, Chávez, no somos presidentes, sino somos dos tipos que andamos por ahí». Dos seres humanos, «como cualquiera de ustedes. A veces la gente se olvida de eso», observa el venezolano. De este modo, sus cuentos vienen a desmitificar su figura, a corroborar eso mismo que él afirma en el documental Los sueños llegan como la lluvia: «Si Chávez se convirtió en un mito, yo quiero ayudar a destruir ese mito. Porque al país no le hace falta un mito, una leyenda. Al país le hace falta una revolución y las revoluciones no se hacen con mitos ni con leyendas».
A los pueblos, a las gentes, les hacen falta soñadores y sueños. Sueños corrientes, como aquel que tuvo él de ser jugador de las grandes ligas de béisbol, o el de ser soldado, que le llegó como la lluvia, como llegan los sueños. O ese otro, el bello sueño final, que narra en el mismo documental. «Ese sueño me llegó por allá en la esquina de un pueblo, hace poco. Y entonces vemos, en una silla, un anciano con el pelo blanco mirando a los niños jugar a la pelota y con una niña en las piernas. Y yo dije: «ya está, ese soy yo». Este es el último sueño».
Tan grande y tan pequeño. Amigo, soldado y soñador que ha combatido la pobreza y las injusticias. «Soy feliz tratando
de ayudar, aunque sea con una pelotica, con un abrazo». O como a esa niña, Génesis, aquejada de un cáncer, que un
día se abraza a él y le dice: «Chávez, toma mi bandera». Y él, dolido cuando sabe de su enfermedad: «La mandé p´a Cuba con la mamá. La pasearon, la hicieron pionera. «Seremos como el Che», dijo». Y ella fue feliz hasta el último día de su vida. «¿Ve?, ¿qué más uno puede hacer? Es unangelito que anda por ahí cuidándonos. Allá está hecha bandera y aquí está hecha vida, Génesis». Y uno imagina que no es sino una metáfora. Génesis: el origen, el principio. Una bella metáfora: que esa bandera es la patria, el pueblo, su historia, Bolívar, sus sueños; y que él, el arañero, está dándole vida a todo ello. Y uno sigue imaginando: Chávez también será feliz hasta el último día de su vida, y será un angelito que andará por ahí cuidándonos, hecho bandera, hecho revolución, hecho vida.