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Los yerros de la rebelión del Altiplano

Fuentes: Econoticiasbolivia.com

Dirigentes de todos los sectores laborales y populares que protagonizaron la sublevación civil analizan los desaciertos, errores y limitaciones que no permitieron tomar el poder. La ausencia de un partido revolucionario, la falta de una dirección única del movimiento y objetivos dispersos y difusos ocasionaron que en Palacio ahora esté Carlos Mesa, al que califican […]

Dirigentes de todos los sectores laborales y populares que protagonizaron la sublevación civil analizan los desaciertos, errores y limitaciones que no permitieron tomar el poder. La ausencia de un partido revolucionario, la falta de una dirección única del movimiento y objetivos dispersos y difusos ocasionaron que en Palacio ahora esté Carlos Mesa, al que califican como «cachorro de la burguesía»

Después de activar y protagonizar una gran eclosión social, que tuvo el trágico saldo de cerca de 70 muertos a bala y más de 500 heridos, los trabajadores del país, en el último Ampliado Nacional de la Central Obrera Boliviana (COB), sacaron una conclusión principal: los obreros, campesinos, naciones oprimidas y clases medias empobrecidas no le arrebataron el poder a la «clase dominante» porque «no cuentan» aún con un «partido revolucionario».
La estrepitosa caída en cadena de los países «socialistas» de Europa del Este, a fines de la década del ’80, parece que fue letal para la izquierda boliviana y Latinoamericana.
Según los dirigentes de los sectores que participaron activamente en el último levantamiento nacional, los partidos que, hasta 1985, tuvieron una gran influencia en los movimientos sociales y sindicales –como el Partido Comunista de Bolivia (PCB) y el Partido Obrero Revolucionario (POR)–, a la hora de la verdad, otra vez, «no estuvieron a la altura de los acontecimientos».
Para las organizaciones sociales que combatieron con gigantescas manifestaciones, barricadas, dinamita, piedras y palos al régimen de Gonzalo Sánchez de Lozada y al ejército, el Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo Morales y el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP) de Felipe Quispe tampoco fueron «referentes nacionales» de la rebelión.
Los dirigentes de los mineros, fabriles, constructores, maestros, campesinos, periodistas, trabajadores en salud, universitarios, estudiantes de secundaria, gráficos, harineros, gremiales, vendedores de mercados, artesanos, jubilados, desocupados, colonizadores, carniceros, transportistas, juntas vecinales, profesionales, cooperativistas mineros y agropecuarios, las centrales obreras departamentales y otras organizaciones populares que participaron del evento nacional coincidieron en que las direcciones partidarias y sindicales fueron «rebasadas» por la «furia» de la población.
«Los que nos consideramos revolucionarios no nos podemos mentir. Ningún líder ni ningún partido político dirigió este levantamiento popular. Ni Evo (Morales) ni Felipe (Quispe) ni nosotros encabezamos la rebelión. Este conflicto, lamentablemente, no tuvo una dirección unitaria. Los trabajadores bolivianos, desde abajo, fueron los que echaron a patadas del poder al asesino de ‘Goni’ (Gonzalo Sánchez de Lozada). Fueron las masas enfurecidas las que le dieron un sopapo al imperialismo norteamericano. Nadie, individual y partidariamente, se puede adjudicar el liderazgo de este conflicto. !Nadie¡», resumió, con vehemencia, el secretario Ejecutivo de la COB, Jaime Solares, al sacar las conclusiones del Ampliado Nacional, en medio de efusivos aplausos de los cerca de 150 dirigentes nacionales, departamentales, regionales y delegados de base que participaron de la emotiva reunión.

LAS LECCIONES DE FEBRERO

A los cinco días del levantamiento popular boliviano del 12 y 13 de febrero del 2003, que dejó el lamentable saldo de 35 muertos a bala y más de 210 heridos, los dirigentes de partidos revolucionarios» y organizaciones gremiales confesaron que «no estuvieron a la altura de los acontecimientos».
El domingo 16 de febrero, en Cochabamba, las organizaciones obreras departamentales y nacionales, el «Estado Mayor del Pueblo» y algunos partidos de izquierda reconocieron «autocríticamente» que ninguna de las organizaciones a su mando «coordinaron acciones para dirigir este movimiento».
Pasaron 7 meses y el conflicto volvió a surgir con fuerza, como un sorpresivo y voraz volcán. En un mes de ascenso social, la coordinación nacional del inusual conflicto, a decir de los sindicalistas, fue «muy precaria». Pero, al final, el Presidente se vio obligado a escapar y dejar la presidencia a Carlos Mesa, el 17 de octubre.
En más de seis horas de debate, los sindicalistas y revolucionarios –en el amplio auditorio de la Federación de Maestros de La Paz, el sábado 18 de octubre– realizaron la «crítica y autocrítica» de la eclosión social nacional, que dobló en número a los muertos y heridos de febrero.
Este Ampliado de la COB, aparte de realizar un «análisis preliminar» de las luces y sombras de la rebelión social boliviana, decretó un «repliegue táctico» de los sectores en conflicto.
ANALISIS DESDE LAS BASES
El ampliado comenzó a las 9:45 de la mañana. Dos temas se pusieron en el tapete de la discusión: 1) la evaluación del conflicto y 2) el levantamiento o no de la huelga general indefinida con bloqueo nacional de caminos.
Luego de que el máximo líder cobista, Jaime Solares, presentará un informe verbal del conflicto y convocará a los asistentes a oficiar un conmovedor «minuto de silencio» por los «héroes de la guerra del gas», los dirigentes hablaron por sectores, ante un expectante, radical e inusual número de dirigentes y delegados de base.
A contrapelo de los denominados «analistas políticos» que son muy requeridos por los medios de comunicación comercial, el primero que hizo uso de la palabra, en medio de emotivos aplausos, fue el secretario Ejecutivo de la Federación de Mineros, Miguel Zuvieta:
«Ningún sindicato ni partido de izquierda se imaginó sobre la magnitud del conflicto que se venía. No entendimos las lecciones de febrero. La masacre de El Alto (el 12 de octubre) fue el detonante que hizo estallar la guerra contra el gobierno y el imperialismo. De ahí para adelante, el conflicto se nos escapó de las manos. Fue incontrolable. Eso nos plantea la urgente necesidad de organizarnos de mejor manera».
Para Zuvieta, quien fue uno de los artífices de la llegada de 5 mil mineros a la ciudad de La Paz, la insurgencia popular tampoco tuvo un objetivo muy claro. «Con la huelga general indefinida, que duró dos semanas, planteamos la renuncia de ‘Goni’, pero no pensamos seriamente en lo que tenía que venir después». Este balance del dirigente minero fue respaldado por la mayor parte de los asistentes.
«CACHORRO DE LA BURGUESIA»
Tras apoyar los puntos de vista de Zuvieta, el secretario Ejecutivo de la Confederación de Fabriles, Alex Galvez, subrayó que esa falta de «objetivos claros» fue la causa principal por la que, ahora, «otro neoliberal» tomó el poder.
«Carlos Mesa es un cachorro de la burguesía. Como dijo el dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto (Juan de la Cruz), es la misma ‘chola’ (mujer originaria) con otra ‘pollera’ (vestimenta)». Además, en el parlamento, siguen siendo mayoría los partidos neoliberales. ¿Esos oportunistas qué leyes a favor del pueblo van a aprobar? Hemos cambiado al Presidente, pero sus secuaces siguen en el poder, explicó, al recibir el efusivo respaldo de los asistentes al Ampliado.
«Cayó ‘Goni’, pero no derrotamos aún al modelo neoliberal-capitalista. Mesa no va industrializar el gas a favor de los bolivianos. No va sacar de la crisis a los trabajadores. Por eso, ahora, debemos organizar una dirección única. Hemos ganado una batalla, pero aún no hemos ganado la guerra», agregó, tras plantear que la COB debe decretar un «cuarto intermedio» en la lucha, para reorganizar a los trabajadores y encarar organizados la «madre de las batallas (‘la guerra del gas’)».
A nombre de los trabajadores de la construcción, Víctor Taca, aclaró que esa «dirección única» debe tener un «contenido de clase». «Carlos Mesa es representante de una clase social y nosotros somos de otra clase social. Por eso él (Mesa) mañana nos va meter bala igual que ‘Goni'».
INDEPENDENCIA DE CLASE
El secretario Ejecutivo del magisterio urbano nacional, Jaime Rocha, ante el pedido de algunos dirigentes de «co-gobernar» con el nuevo gobierno para hacer «respetar los derechos de los trabajadores», subrayó, con vehemencia, que la COB debe mantener un principio fundamental: «la independencia de clase» ante cualquier gobierno de corte burgués. Este planteamiento fue también ampliamente respaldado con aplausos.
Rocha, además, calificó como una «gran victoria» la «expulsión» del país de Gonzalo Sánchez de Lozada. «Hay que entender que el ascenso de masas es un proceso. Si Mesa no respeta los pedidos de los trabajadores, se va tener que ir igual que ‘Goni’. Ahora debemos plantear objetivos estratégicos y revolucionarios «.
A nombre de Felipe Quispe, el secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores Campesinos de La Paz, Rufo Calle, respaldó el balance de Zuvieta, Galvez, Taca y Rocha: «Estamos de acuerdo en todo lo que han dicho los hermanos. Para nosotros, la guerra del gas no ha concluido. Mesa no va resolver este tema fundamental. Sólo un gobierno nuestro va lograr la realización de este pedido del pueblo boliviano».
Las palabras del joven líder campesino fueron interrumpidas varias veces por los vítores de los asistentes, que de este modo mostraron su respeto y admiración por la lucha de los campesinos del altiplano, que mantienen un mes de bloqueo de caminos.
Calle exigió al ampliado de la COB mantener las medidas de presión. «Nosotros no vamos a levantar el bloqueo. Mesa tiene que solucionar todos nuestros pedidos o, caso contrario, debe irse a Estados Unidos igual que el ‘Gringo’ asesino (Gonzalo Sánchez de Lozada)».
PLATAFORMA DE LUCHA
El Ampliado Nacional, de forma repentina, subió de tono. Las palabras del líder campesino elevaron la temperatura del debate. José Luis Alvarez, secretario Ejecutivo del Magisterio urbano de La Paz, explicó, en medio de aplausos, que las bases han demostrado a los dirigentes como se debe luchar para voltear a un gobierno.
«Lamentablemente, sin objetivos y dirección revolucionaria, los trabajadores entregaron valientemente sus vidas, pero no para que haya cambio constitucional. Los que se sublevaron quieren mejores condiciones de vida y un nuevo tipo de Estado».
Tras compartir los planteamientos de quienes le antecedieron en el uso de la palabra, afirmó que el gobierno está históricamente imposibilitado de resolver la crisis estructural del país. «Por lo tanto, es preciso hacer una plataforma de lucha que permita a los explotados llegar al poder y, así, «estructurar» el gobierno revolucionario de «obreros y campesinos».
«Hay que renacionalizar, estatizar y socializar todos los hidrocarburos. Se debe anular globalmente el decreto neoliberal 21060 (de 1985). Se debe pelear por tierra y territorio y el libre cultivo e industrialización de la hoja de coca para los campesinos. Se debe liquidar la Ley de Reforma Educativa y el Código Tributario impuesto por el Banco Mundial. No sólo se debe hacer un juicio de responsabilidades a ‘Goni’, sino que los mineros deben ocupar todas sus minas», planteó, en medio de aplausos, luego de explicar que el Parlamento, donde Carlos Mesa juró a la presidencia, ya no tiene respaldo social.
CLASE, NACION Y PRENSA
Otro hecho que fue analizado por los trabajadores del país fue el papel de los medios de comunicación en la convulsión social. El dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, Remberto Cárdenas, calificó de «terrorista» el intento del gobierno de «silenciar» algunos medios de comunicación que reflejaron de forma veraz la rebelión de septiembre y octubre.
También destacó que, en pleno conflicto, se dio una particular «unidad social» entre las clases sociales explotadas, las naciones oprimidas, las clases medias postergadas por el modelo neoliberal y algunos medios alternativos de comunicación.
Para Cárdenas este inédito hecho debe constituirse en la base para forjar la dirección política de los trabajadores. «Esa unidad política debe ser amplia y debe hacerse bajo la dirección de la COB».
El secretario ejecutivo de la Federación de la Prensa de La Paz, Arcenio Alvarez, aclaró que esa unidad debe tener como cimiento la «estructuración» de un programa revolucionario.
Varios dirigentes sindicales de otros sectores, a su turno, condenaron la «posición progubernamental» de algunos medios de comunicación, como las radios «Panamericana» y «Fides», el periódico «La Razón» y las redes de televisión «Unitel», canal 2, y PAT, canal 39.
Los dirigentes de la prensa, en su momento, aclararon que no hay que confundir a los honestos asalariados de la prensa (los periodistas), con los «comentaristas», presentadores de noticias y los propietarios de los medios de difusión que distorsionaron la información.
LA EMBAJADA Y LOS «MARINES»
Otro hecho que se planteó en el radical Ampliado fue el rol de la Embajada norteamericana en el conflicto. «Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) y los gobiernos derechistas del continente y el mundo respaldaron la masacre desatada por los militares y la coalición de gobierno conformada por el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), la NFR (Nueva Fuerza Republicana) y el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), recordó el dirigente nacional de los rentistas y jubilados, Julio García.
Incluso el embajador norteamericano decidió «abandonar» Bolivia e informó que llegarían, a cambio, «Marines estadounidenses» para «resguardar» su sede diplomática y a los ciudadanos estadounidenses que radican en Bolivia.
Este hecho, según Jaime Solares, demuestra la forma como, en futuras batallar, puede actuar Estados Unidos para evitar que en Bolivia se desarrolle un proceso revolucionario: «Para seguir dominando América Latina, los gringos van a apelar incluso a las armas para hacernos hincar. Es por eso que también tenemos que pensar en cómo vamos a responder a una posible invasión y agresión internacional con diversos pretextos, como se hizo en Panamá (1989) y otros países».
Al respecto, Toribio Hinojosa, dirigente de la Caja Nacional de Salud, explicó que la única forma de avanzar en el actual proceso antiimperialista, que en Bolivia comenzó desde el año 2000, es «mediante el retorno de los dirigentes a las bases» para preparar las futuras luchas.
A su modo, en el altiplano, los Yungas, los Centros Mineros, el Chapare, las bases están creando órganos de poder y de «auto-defensa», que según algunos dirigentes, deben ser «armados». Este delicado tema no fue analizado a profundidad por el ampliado, pero fue destacado por varias organizaciones sociales.
LAS BASES SE SUBLEVAN
En pleno ampliado, se constató que, igual que el sector de los universitarios y los gremiales, la Federación de Juntas de Vecinos de la ciudad de La Paz tienen varias direcciones paralelas.
Jaime Solares, confundido por la cantidad de dirigentes que pedían la palabra, sólo atinó a criticar a las «direcciones burocratizadas» que sólo aparecen para «discursear» cuando hay Ampliados y desaparecen cuando llega la hora de organizar y luchar.
En medio de la agria discusión por pasar a la palestra y tomar el micrófono, una pregunta de Solares desorientó a los asistentes: «¿cómo se explica que las juntas vecinales de La Paz, que fueron las que protagonizaron inéditas y gigantescas marchas, no tengan una dirección única?»
En medio de la confusión, la explicación la dio el Presidente del «comité de movilizaciones» de la Junta de Vecinos de la zona Sur, Faustino Quintana fue contundente.
Dijo que «a diferencia de lo que ocurre en El Alto, donde los vecinos, desde las bases, están bien organizados, en la ciudad de La Paz, los partidos neoliberales, hace más de una década, que se disputan la dirección de la Federación Departamental de Juntas Vecinales. Ahora tenemos tres direcciones departamentales, pero ninguna hace nada por nosotros. Por eso, igual que en otros barrios, nos hemos organizado en cabildos emergencia, en pleno conflicto, para pedir la renuncia del Presidente. Hemos rebasado a las direcciones del gobierno. Ahora pedimos a la COB que nos reorganice para la próxima batalla».
Este pedido vehemente de Quintana fue respaldado por el Ampliado Nacional con efusivos aplausos y Solares destacó que este hecho es otra lección importante del conflicto que vivió Bolivia. «Las bases tienen sed de justicia y, en el próximo conflicto, van a pasar por encima de las direcciones que no se pongan a su altura».

A diferencia de lo que ocurrió con el gobierno de Sánchez de Lozada, el pueblo «reconoció» y le dio «legalidad y legitimidad» a la COB; pero si no se reorganiza puede ser también puesta al margen de la historia, agregó, luego de hacer aprobar el «repliegue táctico» de los sectores que, hasta el sábado, estuvieron en pie de lucha por mejores condiciones de vida.