Entre 2006 y 2019, Bolivia tuvo un crecimiento constante, de un promedio de 4,9% que se tradujo en una reducción de la pobreza de 42% y de la indigencia de 60, de la mano del ministro de Economía Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), elegido por el pueblo para ser el próximo presidente de la nación mediterránea y altiplánica.
Arce fue ministro durante todo el gobierno del MAS, excepto por 18 meses entre 2017 y 2019, durante los cuales tuvo un problema de salud. Entre los políticos del MAS de primera línea, Arce es el que cuenta con menos apoyo de los sectores populares, en parte porque no es indígena y es capitalino –nació en La Paz en 1963–, pero es visto como el artífice de la buena época de la economía, incluso por las clases medias.
Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia en enero de 2006 y desde entonces llevó adelante varios cambios que transformaron la dinámica económica del país. La producción de hidrocarburos se duplicó, pero los ingresos por ese concepto aumentaron casi siete veces en ese período, gracias a la nacionalización de empresas y a las reglamentaciones sobre los recursos naturales.
Otros indicadores económicos son positivos: el desempleo se redujo de 7,7% a 4,4% entre 2008 y 2019, y las inversiones no cayeron –la pública aumentó, incluso durante las épocas de crisis económicas–.
Para algunos analistas, el gobierno de Evo Morales utilizó adecuadamente un contexto externo favorable para reducir las desigualdades en la sociedad: aumentaron los precios de los commodities y el volumen de recursos naturales con el que cuenta Bolivia –principalmente el petróleo y el gas–, pero la clave estuvo en la gestión de esa economía.
Un “Chuquiago Boy”
Hijo de maestros de escuela pública, se graduó como licenciado en Economía en la Universidad Mayor de San Andrés y tiene una maestría en Ciencias Económicas de la Universidad de Warwick (Inglaterra). Desde su época de estudiante, Arce se definía como socialista, y formó parte del Partido Socialista 1.
Arce ingresó como funcionario del Banco Central, donde trabajó 19 años, y fue crítico de las políticas de esos períodos. Y con el gobierno del MAS, supo morigerar decisiones impulsivas de Morales, como las de duplicar los sueldos de los funcionarios y expropiar los activos de las empresas de gas extranjeras en el primer año de gobierno.
“Karl Marx dice: para lograr el salto al socialismo hay que desarrollar las fuerzas productivas. Es lo que estamos haciendo”, señaló en 2014.
En el Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo, en 2011, explicaba que “es un modelo de transición hacia el socialismo, en el cual gradualmente se irán resolviendo muchos problemas sociales y se consolidará la base económica para una adecuada distribución de los excedentes económicos”, tras señalar que es necesario “construir una sociedad de tránsito entre el sistema capitalista generando condiciones para una sociedad socialista”.
En un gobierno conformado mayoritariamente por referentes indígenas y sociales, con una importante trayectoria de a pie, Arce representaba a un pequeño grupo de profesionales a los que denominó los “Chuquiago Boys”, término que surge de la deformación del conocido “Chicago Boy” con el nombre aimara para la ciudad de La Paz.
La paliza electoral
Tras un vergonzoso alargue para dar los resultados por parte de la dictadura de Jeanine Añez y su Tribunal Supremo Electoral, los candidatos del Movimiento al Socialismo, el el conteo rápido de votos confirmó que Luis Arce y David Choquehuanca serán los próximos presidente y vice de Bolivia, al sumar el 52,4 por ciento de los votos.
El derechista Carlos Mesa, quedó segundo con un 31,5% y el ultraderechista Fernando Camacho solo obtuvo un 14,5%.
Fue una jornada electoral en general sin inconvenientes, aunque siempre tensa debido al cinematográfico despliegue policial y militar del gobierno de facto, que marcó el contundente rechazo popular al relato que intentaron instalar los golpistas
La pregunta es si la ultraderecha boliviana se resignará a dejar el gobierno en manos de los que, a pesar de haber sido derrocados mediante un golpe de Estado en noviembre de 2019, volvieron a ganar las elecciones generales.
El tono de la campaña, con amenazas desde el gobierno y la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), en manos de Luis Almagro, de un posible fraude, y la difusión de noticias falsas, generó temores de nuevos disturbios similares a los posteriores a las fallidas elecciones de octubre de 2019 que derivaron en el derrocamiento del presidente Evo Morales.
Esta vez, Almagro felicitó a Arce, y le deseó que forjara un futuro brillante desde la democracia y sus dichos generaron la reacción inmediata de varios dirigentes latinoamericanos. “El año pasado Evo ganó con 10 por ciento y Almagro gritó ¡fraude! Ahora ganaron con 20%, lo cual demuestra que el único fraude fue Almagro. Si tuviera algo de decencia -que no la tiene- renunciaría. Su deshonestidad ha costado democracia y sangre. ¡Jallalla Bolivia!”, escribió el expresidente ecuatoriano Rafael Correa,
Será difícil que los sectores más radicalizados, racistas y secesionistas del Oriente acepten el resultado por las buenas, ya que los cruceñistas expresan sin tapujo que prefieren dividir el país en dos antes que aceptar otro gobierno del MAS.
«Conocidos los resultados queremos agradecer al pueblo boliviano (…) agradecemos a toda nuestra militancia, hemos dado pasos importante, hemos recuperado la democracia y la esperanza», expresó Arce.
Asimismo, ratificó su compromiso por cumplir las promesas de campaña, «nuestro compromiso es de trabajar, de llevar adelante nuestro programa. Vamos a gobernar para todos los bolivianos. Vamos a construir la unidad, vamos a recuperar la economía del país. Tenemos la obligación de reconducir nuestro proceso de cambio sin odio, aprendiendo y superando nuestros errores», puntualizó Luis Arce.
Mientras el Tribunal Electoral anunciaba que los resultados oficiales recién estarán el martes, la presidente de facto, Jeanine Áñez, felicitó a Luis Arce por el resultado: “Aún no tenemos cómputo oficial, pero por los datos con los que contamos, el Sr. Arce y el Sr. Choquehuanca han ganado la elección. Felicito a los ganadores y les pido gobernar pensando en Bolivia y en la democracia”, tuiteó.
Al gobierno de facto no le sirvió de nada militarizar el país como lo hizo durante todos estos días, ni tampoco el comportamiento provocador y violento del ministro Murillo, quien no solo hizo perseguir hasta la saciedad a dirigentes y militantes del MAS, sino que también prácticamente acusó de «subversivos» y «zurditos» a gran parte de los observadores electorales.
Todo parece haberse derrumbado para los responsables de las masacres de Sacaba y Senkata. A la luz de estos resultados lo que les queda es huir, o prepararse para que la nueva justicia les haga pagar por sus crímenes de lesa humanidad.
Arce ganó en La Paz con 65,3% de los votos y en Cochabamba con el 63%. Potosí, Chiquisaca, Tarija y Beni fueron los departamentos donde ganó Mesa, y Santa Cruz donde se impuso Camacho.
Desde Buenos Aires, a donde llegó en diciembre pasado tras el golpe de Estado y se encuentra como refugiado político, el expresidente Evo Morales rindió un homenaje al pueblo que, dijo, no cayó en tantas provocaciones e hizo que su espíritu democrático decida el destino de Bolivia. Indicó que el Movimiento al Socialismo (MAS) tendrá mayoría en las dos cámaras de la Asamblea Legislativa.
El celebró la victoria electoral del MAS tras señalar que su pueblo dio una lección de democracia y perseverancia en las urnas.
Lo cierto es que el binomio ganador lo tendrá difícil por el estado de completo desastre que la dictadura deja al país, pero el paso más duro ya se ha dado, y es que a través del voto se ha conseguido derrocar a una sanguinaria y corrupta dictadura.
Boris Acosta Reyes. Sociólogo y periodista bolivano, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)