1. En las décadas de los años 60 y 70, entre los sectores de izquierda en México no discutíamos las elecciones porque sabíamos que eran monopolio de PRI y de sus corifeos subsidiados: PAN, PPS, PARM; pero además, tuvimos las experiencias de la criminal represión de la clase dominante contra los Ferrocarrileros en 1959, médicos […]
1. En las décadas de los años 60 y 70, entre los sectores de izquierda en México no discutíamos las elecciones porque sabíamos que eran monopolio de PRI y de sus corifeos subsidiados: PAN, PPS, PARM; pero además, tuvimos las experiencias de la criminal represión de la clase dominante contra los Ferrocarrileros en 1959, médicos en 1965, estudiantes en 1968-71, los brutales asesinatos en la «guerra sucia» de 1971-74, el bloqueo a Cuba en 1962, así como el derrocamiento del chileno Salvador Allende en 1973 y muchos más ejemplos. ¿A quién se le podía ocurrir votar si el PRI «obtenía» el 95 de los votos y repartía el cinco entre sus «paleros»?
2. Pero en 1977, el gobierno de López Portillo pensó que el sistema de dominación se estaba debilitando y que era «mejor un voto en contra que una abstención». Puso a su incondicional Reyes Heroles a trabajar y salió la gran idea: Registro a los partidos de izquierda ofreciéndoles mucho dinero en subsidios, cargos, salarios, propaganda en TV, radio, prensa, locales, vehículos, viajes, pero tan solo a cambio de que obedezcan leyes y reglamentos a partir de su registro. Los políticos de izquierda y de derecha que «tantos años habían sacrificado fuera del presupuesto» comenzaron a ocupar diputaciones y hoy hay personajes con 35 años ocupando cargos.
3. Desde entonces, aquellos izquierdistas que nunca fueron o se disfrazaron, dedicaron todo su tiempo y energías a capturar diputaciones, senadurías, gubernaturas y presidencias municipales o, por lo menos, cargos bien pagados en la estructura de partido. ¿Y los derechistas? Éstos fácilmente fueron haciendo a un lado sus negocios privados o poniéndolos bajo la administración del empleado, para ellos mamar del enorme ingreso que ofrecía el Estado. Las elecciones en México se consolidaron por obra y gracia del PRI, pues la llamada izquierda logró alrededor de 100 diputaciones sumadas a mil privilegios más. La revolución se olvidó; lo electoral ganó.
4. Cuando triunfó en Cuba el movimiento armado en 1959, cuando «el Che» en armas (como guerrillero) se enfrentaba a la burguesía boliviana siendo asesinado en 1967, cuando surgió el movimiento estudiantil de masas en varias partes del mundo en 1968, después de cientos de izquierdistas asesinados en México y el golpe de Estado en Chile en 1973, la convicción de los izquierdistas era que sólo en los países capitalistas altamente desarrollados se registraban cambios electorales y pacíficos, pero que en el resto del mundo: Asia, África y América Latina el único camino para la transformación revolucionaria era indiscutiblemente la vía violenta.
5. Aún nos encontrábamos en esos análisis y discusiones acerca de estrategias revolucionarias en beneficio del pueblo, cuando la burguesía mexicana con sólo mover un dedo -sin mediar ninguna válida o profunda argumentación- ofreció legalizar a los partidos y mil privilegios en elecciones; a los pocos meses pudimos observar a decenas de «izquierdistas e intelectuales» sentados en curules que antes ocuparon priístas que tanto dijeron despreciar. Eran como aquellos «rabanitos» (rojo por fuera y blanco por dentro) de los que tanto se burló el funesto empresario Sánchez Navarro. Así fue consolidándose la idea del apoyo total a la línea electoral.
6. La gente -aunque sólo vota el 50 por ciento que tiene derecho- seguirá sufragando por el PRI porque es quien más estructura tiene, porque es el que más dinero dilapida y es el que más control tiene de los medios de información. Sabe que el «carro completo» ya no le funciona y ha comprendido que hay que dar jugada a los demás partidos para que estén contentos y dispuestos a seguir negociando «pactos». No es el «PRI antiguo» de carro competo sino el «nuevo PRI» que sabe compartir el poder con los demás partidos. ¿Puede acaso negarse que el PRI ha logrado transformar el pensamiento de la izquierda a socialdemócrata electoralistas?
7. Ayer escribí acerca del planteamiento del Congreso Social y de los seguidores de la Teología de la Liberación que plantean «una Nueva Constitución» y agregaba que ésta sólo sería respaldada por millones de gentes en las calles y un «nuevo gobierno» haciendo ver que las experiencias de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua -que cambiaron sus constituciones- no garantizan nada mientras exista el imperialismo y sus intervenciones por medio de las burguesías de esos países. Pienso que hay que pensar, analizar y discutir más. Si bien la alternativa guerrillera no ha funcionado en México, también la electoral se ha convertido en una burla. Sólo queda el movimiento de masas en calles, escuelas, campos, fábricas y una gran paciencia.
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