La mitad de la fuerza de trabajo de Matamoros, Tamaulipas, se fue a la huelga. Esta ciudad fronteriza tiene unas 110 empresas maquiladoras que emplean a 70 mil personas. Está ciudad ha sido el escenario de la principal lucha obrera en mucho tiempo en México. Luego de varias décadas de «paz laboral», de un largo […]
La mitad de la fuerza de trabajo de Matamoros, Tamaulipas, se fue a la huelga. Esta ciudad fronteriza tiene unas 110 empresas maquiladoras que emplean a 70 mil personas. Está ciudad ha sido el escenario de la principal lucha obrera en mucho tiempo en México. Luego de varias décadas de «paz laboral», de un largo eclipse en la lucha obrera luego de las derrotas en los setenta y ochenta, una nueva generación de trabajadores despierta.
Causas de la lucha
Los bajos salarios, las condiciones de súper explotación y la represión sindical no son nuevos para nada. Pero la gota que derramó el vaso fue que los empresarios buscaron esquivar los cambios en la política salarial de México. En efecto, el gobierno del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), incrementó en 10% el salario mínimo nacional, pero lo duplicó para la frontera.
Los empresarios, sin embargo, fueron bastante «ingeniosos». Sí ajustaron los salarios, pero eliminaron múltiples prestaciones, con lo que dejaban el ingreso neto igual o sólo ligeramente aumentado. Una de las prestaciones son los llamados «bonos», que son un pago extra que de hecho existe para compensar los salarios que todos saben que son muy bajos. Para los empresarios, los bonos tienen la ventaja de que no tienen efectos sobre otros pagos como el aguinaldo o el pago de tiempo extra, los cuales se calculan a partir del salario base. El aguinaldo, por ejemplo, corresponde a por lo menos 15 días de salario.
Con la nueva política salarial, los empresarios de la frontera aumentaron salarios, pero eliminaron o redujeron los bonos. El descontento de los trabajadores se manifestó a lo largo de la frontera, pero fue en Matamoros donde alcanzó su máxima expresión.
Verdaderas intenciones
La elección presidencial del año pasado dio al triunfo a AMLO, quien se llevó el voto de millones de pobres de México, quienes vieron en él a alguien que defendería sus derechos. Lo cierto es que el aumento del 100% al salario mínimo en la franja fronteriza no procede de su corazón caritativo, sino que es producto de las negociaciones entre Estados Unidos, Canadá y México en el Tratado (T-MEC) que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El nuevo acuerdo exige que 40% del valor creado en la industria automotriz provenga de trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Ese sueldo corresponde al actual salario mínimo mexicano fronterizo, ¡de 2 días!
De conjunto, la industria manufacturera del norte de México está orientada en su mayor parte a la industria automotriz de capital estadounidense. Por un lado, están las grandes ensambladoras de las principales firmas y, por otro, las maquilas que producen diversas autopartes. El aumento salarial diferenciado de AMLO responde, por lo tanto, a sus compromisos en el T-MEC. Los gobiernos de Estados Unidos y Canadá exigieron a México que aumentara sus salarios, pues en sus países están presionados por su propia clase obrera. ¿Qué le impedía duplicar el salario mínimo en todo el país y no sólo en la frontera? Nadie, excepto el capital nacional y extranjero de las demás industrias, cuyas grandes ganancias se explican por los miserables salarios que reciben los mexicanos.
Cuando la huelga en Matamoros alcanzó su punto climático, el gobierno de AMLO fue orillado a tomar partido: ¿estaba con los huelguistas o con sus empleadores? La respuesta fue muy clara. En boca de Alfredo Domínguez, subsecretario del Trabajo del gobierno federal, dijo esto a la prensa: «consideramos que el estallamiento de huelga no beneficia a ninguna de las dos partes». Por lo tanto, la huelga debía terminar.
Las autoridades laborales buscaron aplicar, entonces, un surreal procedimiento legal que consiste en declarar una huegla «inexistente», con lo que la fuerza está facultada para reprimir a los trabajadores si estos no levantan su huelga. Pero los trabajadores en Matamoros se mantuvieron firmes, confirmando que su lucha, no sólo «existía», sino que se extendía.
La lucha apenas empieza
El principal obstáculo de la huelga fueron los sindicatos, controlados por burocracias estatales. El gran reto del movimiento obrero en México sigue siendo recuperar sus organizaciones, desplazando a los viejos líderes corruptos y democratizando sus relaciones. Por eso la huelga de Matamoros ha sido todo un evento, pues ha avanzado a pesar de que los sindicatos oficiales han estado dispuestos una y otra vez a vender el movimiento.
Los trabajadores se mantuvieron firmes en una demanda: 20% de aumento al salario, y un bono de 32 mil pesos. Las empresas pueden pagar con facilidad ese aumento, que sigue dejando a la mano de obra mexicana muy barata. A principios de febrero, sólo 4 de las 40 fábricas que se fueron a la huelga seguían en paro; la enorme mayoría accedió rápidamente a satisfacer las demandas obreras.
Sin embargo, al momento de escribir estas líneas, más obreros se sumaron al movimiento, para un total de 17 nuevas fábricas en paro, incluyendo una planta de la Coca Cola. El movimiento se acerca a la victoria y los obreros de todo el país están estudiándolo, aprendiendo para próximas batallas. Y cuando la clase obrera se levanta, el capital tiembla.
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