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Retratos/2

Menem

Fuentes: Rebelión

Cuando fue decretado el sálvese quien pueda, él quiso poder y pudo. Desde honorables leyendas de decoroso pasado, llegó de puntillas al futuro, retocando su imagen a conveniencia, no fuera a ser que algún desmemoriado le enrostrara una lucha de más o un renuncio de menos. Entonces se dedicó a traficar con masas y a […]

Cuando fue decretado el sálvese quien pueda, él quiso poder y pudo.

Desde honorables leyendas de decoroso pasado, llegó de puntillas al futuro, retocando su imagen a conveniencia, no fuera a ser que algún desmemoriado le enrostrara una lucha de más o un renuncio de menos.

Entonces se dedicó a traficar con masas y a procurar, siempre de puntillas, su bien ganado espacio, hasta quedar en medio de la foto.

Transformado en traficante de votos, supo arrimar el ascua hasta su asado, un bien condimentado refrito de proclamas guevaristas y montoneras soflamas, bajo, muy bajo en calorías, con que ganarse la confianza de mansos y cimarrones y así acabar ciñéndose la albiceleste banda.

Se dio entonces a la tarea de traficar olvidos decretando el perdón a los impunes e instituyendo la amnesia general. Nada había pasado en la Argentina que él no fuera capaz de remitir al limbo.

Entre olvidos canallas y canallas perdones, éste triste remedo de Carlitos, siempre se las ingeniaba para mostrarse al lado de Maradona, pateando cueros, cuando no desaparecidos.

En su afán por ganarse la confianza del Norte, llegó incluso a sumarse a la cruzada aliada que destruiría a Sadam, sin que hubiera vergüenza, por necesaria que fuera, que no estuviera dispuesto a malvender.

Este traficante de influencias y fortunas, bochorno de una patria acostumbrada a parir luminarias, sigue hoy desbarrando milongas chocarreras, a golpes de bandoneón y olvido, mientras se las ingenia para ponerse a salvo de fundadas denuncias por tráfico de armas, tráfico de divisas y tráfico general de ignominias y delitos.

¡Que amargo mate el de Argentina!