1. El reconocido analista internacional, Immanuel Wallerstein, en un artículo hace un análisis acerca de las próximas elecciones en Francia y en EEUU, diciendo que «en 2012 habrá dos muy importantes y competidas elecciones presidenciales» en abril y en noviembre. Sabía el intelectual de las elecciones de julio en México -país que supera en número […]
1. El reconocido analista internacional, Immanuel Wallerstein, en un artículo hace un análisis acerca de las próximas elecciones en Francia y en EEUU, diciendo que «en 2012 habrá dos muy importantes y competidas elecciones presidenciales» en abril y en noviembre. Sabía el intelectual de las elecciones de julio en México -país que supera en número de habitantes de Francia, así como en extensión territorial y en riqueza- pero dado que México con hace ya más de 30 años de neoliberalismo y sumisión, no tiene ni con mínima independencia, que «asociado en sociedad» sólo cuenta como parte de la política de los EEUU, pues ni caso tiene hablar de él. Sabe que en México no pasa nada porque el gobierno de EEUU controla el presupuesto, las inversiones, las políticas y que cualquier desvío del plan será corregido de inmediato. Por el contrario, Francia, Alemania, Italia, a pesar de ser países más pequeños y menos habitados, tienen más presencia.
2. Wallerstein tiene razón de no tomar en cuenta a México pues EEUU, como el país militarizado más poderoso del mundo, determina acerca de las políticas económicas y de seguridad que se ponen en práctica. Con gigantescos endeudamientos con el Banco Mundial, el FMI y otros bancos, más de la mitad de los países del globo tienen que entregar parte de sus riquezas al poderoso acreedor yanqui. En el caso de Francia -junto con Alemania e Italia- se sabe que su influencia directa en Europa determina el rumbo de las políticas que se ponen en práctica en ese importante continente. ¿Qué tendría que hacer México en ese contexto mundial si sus relaciones comerciales -de venta y compra- en más de 85 por ciento las realiza con EEUU? Me recuerda que Porfirio Díaz, desde fines del siglo XIX, ya advertía sobre la necesidad de que México se abriera más a Europa para evitar que EEUU se adueñara totalmente del país.
3. El investigador Wallerstein, metido ya concretamente en el análisis de las diferencias e igualdades de las elecciones en Francia y en los EEUU, señala que «en ambos países (Francia y EEUU) existe lo que podría llamarse una extrema derecha y una izquierda radical. La extrema derecha y la izquierda radical suelen denunciar a los dos partidos que se han corrido al «centro», como «compadres gemelos» y llaman a formar plataformas políticas que sean realmente de izquierda o de derecha. Esto juega en cada país de modo bastante diferente, debido a los muy distintos sistemas electorales». En México también existe una derecha radical conformada por El Yunque y demás grupos cristeros y fascistoides que ejercen una fuerte presión hacia el PAN para hacerlo más derechista; así como una izquierda radical débil (anticapitalista) que prioriza la lucha social, pero que no presiona ni participa en los partidos socialdemócratas ni en los procesos electorales.
4. Es realmente doloroso que México, cuya presencia en el mundo fue muy importante después de su revolución 1910-17, también durante el cardenismo de 1934-40 y la guerra civil española; en 1962 fue el único país de América que no rompió relaciones con Cuba, a pesar del enojo de Kennedy; y en los siguientes años dio asilo a los chilenos, argentinos, salvadoreños perseguidos por sus gobiernos. Hoy ha enterrado su dignidad para pasar a ser simple cachorro de EEUU. México, en los años 50, 60 y 70 .por su relativa independencia- fue mucho más importante en política que Brasil y Argentina que sufrían gobiernos subordinados a los EEUU y dictaduras militares. ¿Quién no recuerda que el presidente López Mateos se autocalificaba de «izquierda atinada o dentro de la Constitución» siendo por ese hecho muy respetado su gobierno en el mundo? Desde 1982 a México -da vergüenza observarlo- sólo se ve como parte de la política d EEUU.
5. A partir de los gobiernos de De la Madrid y Salinas, México se entregó con los pies y manos atadas a los gobernantes gringos Reagan y Bush. Creció de manera gigantesca la deuda, se desplomó el peso frente al dólar, creció en millones el número de migrantes hacia EEUU y el TLCAN barrió en nuestro país con los negocios micros, pequeños y medios. ¿Cómo México podría salir adelante con gigantesca dependencia? Se necesita en México un gobierno que se gane el respeto de los EEUU aplicando políticas limpias, autónomas y antimperialistas; pero para ello se tiene que reducir -creando millones de empleos bien pagados- la emigración, la inseguridad y el endeudamiento. ¿Cómo hacerlo? Pues sólo con gobiernos directos de los trabajadores o, por lo menos, con gobernantes que tengan dignidad y algo de eso que llaman nacionalismo; hoy muy difícil de encontrar dentro de los partidos políticos.
6. En pleno siglo XXI no se ve que México pueda ocupar -como país en pleno proceso de desarrollo- el lugar que le corresponde dentro del contexto mundial. El gobierno de Salinas a principios de los noventa, en un arranque de demagogia -más bien de locura por recuperar clientela política- declaró a los cuatro vientos que México ya era un país del «primer mundo», que formaba parte ya de los primeros ocho países de mejores niveles en todos los campos. Para vergüenza nuestra, una vez incluido México en la lista de los llamados países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), hoy dirigida por el funcionario proyanqui José Ángel Gurría, en todos los informes internacionales de educación, inversiones, atención de los problemas de salud, etcétera, aparece México ocupando los últimos lugares. No podemos tener duda de que México posee un enorme potencial, pero totalmente mal administrado.