1. «El pueblo mexicano no se mueve para defender sus intereses ni con grúa, según los políticos; sin embargo cientos de miles de pueblo, por no decir millones, llenan los estadios de fútbol y se trasladan a las explanadas a festejar las victorias de su equipo. Dicen que no se mueven y decenas de miles […]
1. «El pueblo mexicano no se mueve para defender sus intereses ni con grúa, según los políticos; sin embargo cientos de miles de pueblo, por no decir millones, llenan los estadios de fútbol y se trasladan a las explanadas a festejar las victorias de su equipo. Dicen que no se mueven y decenas de miles hacen peregrinaciones (caminando cientos de kilómetros) a la Basílica de Guadalupe para agradecerle a la virgen sus favores. ¿Puede olvidarse que un año antes de la visita del papa a México los medios de información inician su campaña de «bienvenida» y logran reunir en las plazas a millones de fieles dispuestos a hacer lo que les indiquen? El pueblo sí se mueve pero al ritmo de lo que les marquen la TV, la radio y los medios impresos.
2. Con esto del campeonato mundial de fútbol decenas de millones de mexicanos se sientan frente al televisor, acuden a las plazas con gigantescas pantallas colocadas por los gobiernos, a las cantinas y los bares, para aplaudir y gritar apoyos al equipo de México. Pero puede haber un gigantesco desempleo, pueden estarse pagando salarios de hambre, pueden estarse asesinando a decenas de miles de seres humanos, pueden subir de precio el gas, la luz, el agua y no se organiza ninguna movilización. Entonces no es que el pueblo no quiera moverse y protestar, sino que nosotros no queremos organizarlo porque da flojera y mucho menos tenemos la inteligencia para acompañarlos en protestas y bloqueos.
3. Las competencias deportivas se han convertido en justas de mercaderes. Hasta los años sesenta fui un esforzado deportista; luego comencé a entender que el deporte -además de entretenimiento y enajenación- era un gran negocio de empresarios ligados a él. A partir de los años setenta los empresarios y los gobiernos entendieron que además de ser un magnífico negocio económico podrían usarlo (lo más importante) como un magnífico medio de manipulación y control. El fútbol en México ha superado al catolicismo como control de masas, aunque todavía el alcohol avanza paralelo a él. Pero nunca se logrará superar los billones de pesos que desde los años 80 se meten a la bolsa los empresarios.
4. El magnate de Televisa está nervioso por la competencia y su futuro como monopolio. Imagínense nada más: es propietario de un negocio de poco más de 600 millones de dólares que perdería si el equipo mexicano no consigue más tiempo en Brasil 2014. Perdería millones y millones en contratos de televisión, patrocinios, factores micros y macros, directos e indirectos que no se harían y representaría un a gigantesca pérdida junto a cuatro años de inversión a un equipo que finalmente le terminaría dejando en números rojos de este gran negocio que llaman «fútbol mexicano». Televisa ha inyectado enormes capitales que no puede perder. ¿Cuántos millones de millones se juegan en Brasil los grandes magnates del negocio futbolero?
5. Me da risa, pero también coraje y decepción por lo que han hecho el capitalismo y los medios de información con la mente de los seres humanos. Moverlos como quieren, manipularlos como desean, dirigirlos cuando les venga en gana. Si el equipo nacional pierde se habla hasta de suicidios; por lo contrario, si gana las multitudes llenan calles y plazas para gritar por su equipo; las cantinas rebozan para el desahogo y las oficinas públicas se paralizan. Me imagino que ese fanatismo se ha desarrollado en casi todo el mundo: México, Brasil, España. Es más que una religión o es como ella. Este asunto del fútbol desde hace ya varias décadas dejó de ser un deporte para convertirse en un gran negocio de inversiones y ganancias.
6. No soy patriota porque odio las fronteras que dividen al mundo al ser impuestas hace siglos por las guerras y la ley del más fuerte. ¿No fueron acaso los imperios los que impusieron territorios, extensiones, vendieron, compraron e intercambiaron? Nací de manera casual en esta región, como pude haber nacido en otro lugar a 10 mil kilómetros, o no haber nacido. Me es enteramente igual que gane o pierda México u otro país en fútbol o cualquier competencia. Además no se quien inventó esto de competir en deporte, en política y riquezas; aunque sí sé de los millones y millones de negocios que se han hecho alrededor de estas cosas que hablan de ganadores y perdedores, de manipuladores y manipulados.
7. Las competencias como un juego para que cada quien se sienta personalmente mejor en sus relaciones sociales, en su trabajo, en sus ejercicios deportivos, pueden ser buenas mientras no dañen el organismo o la mente. ¿Puede olvidarse aquello de «mente sana en cuerpo sano»? Pero la aparición de los premios y los castigos para distinguir a buenos y malos, a ganadores y perdedores, a los países pobres de los más poderosos, ha llevado a profundas diferencias sociales. Además de la propiedad privada y la acumulación de riquezas, las ideas de premiar «a los mejores» y castigar a los «perdedores», ha llevado a la mayor estratificación de las clases sociales y a la profundización de sus diferencias.
8. De lo que estoy seguro es que los que piensan mucho en fútbol, en telenovelas, en la virgen de Guadalupe y en Pedro Infante (el actor del pueblo), les queda poco espacio mental para pensar en la causa de los problemas económicos, políticos y sociales en que vive. Más aún, ese es el objetivo que busca la clase dominante al fanatizar al 80 por ciento de la población: que no le quede tiempo ni lugar en la mente para pensar en su triste vida, en su miseria económica, en el desempleo y la explotación de que es objeto. Poseo información consistente en que los periódicos deportivos y las revistas de telenovelas venden el triple de otras publicaciones.
9. Esto es lo que produce el fútbol en México: se lanzan gritos, se agitan banderas y manos; la multitud llena puentes peatonales en el Periférico rumbo a Paseo de la Reforma para sumarse a los festejos al lugar donde se desbordan las pasiones: el Ángel de la Independencia. Sentimiento exaltado de nacionalismo triunfal: «Viva México», «somos muy chingones los mexicanos». No falta un priísta que grita: «Viva el señor presidente» y otro fanático que aprovecha; «Viva el PAN». La gente grita enloquecida y atraviesa calles y avenidas llenas de vehículos en marcha. Los presidentes, sean del PRI o del PAN, conceden entrevistas tratando de demostrar su apoyo.
10. A los políticos y empresarios no los manipula el fútbol, la TV o las telenovelas porque ellos cumplen con el papel de manipuladores, ello son los dueños del circo. Cuando Peña Nieto y los legisladores de todos los partidos aplauden o felicitan a los futbolistas cumplen con el papel de políticos que se «identifican con el pueblo» para ganar apoyo y votos. Son idénticos a los empresarios que se dicen «muy mexicanos» pero siempre dolarizan sus pesos y los invierten en el país que les brinde mayores ganancias. Por el contrario el pueblo humilde que rodea el «Ángel de la Independencia» al grito de «Viva México», aplaude con pasión a conveniencia por la TV.
11. En esta región del sureste mexicano (Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas), el fanatismo hacia el fútbol no es grande si se le compara con la Ciudad de México y otros estados del centro; son estados beisboleros con muy pocos fanáticos. Televisa, TV Azteca, Tele Fórmula, pensando en el gran negocio que representa, han buscado imponer el fútbol y propagarlo con gran efectividad. Con excepción de Tabasco, el fanatismo de la región es esencialmente hacia el catolicismo y otras religiones menos grandes. Pero entre un fanatismo u otro habría que investigar cuál es más bloqueador de la lucha por la libertad.
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