Milei constituyó una sorpresa política en la Ciudad de Buenos Aires en 2021 tras su elección como Diputado Nacional, y luego lo fue en 2023 con su acceso a la presidencia de la Nación. Su objetivo es seguir creciendo en volumen institucional de cara al 2025 y 2027 para la reelección y otra correlación de fuerza política en los poderes del Estado.
¿Es Milei un fenómeno de afuera de la política o producto de la política de reestructuración regresiva del capitalismo local por cuatro décadas?
La sociedad cambió profundamente desde la aplicación de reformas regresivas sucesivas aplicadas desde 1976. Son cambios en la estructura del poder y la dominación, pero también en el amplio espectro de los explotados y subordinados.
El poder económico consolidó la asociación transnacional del capital más concentrado localmente y así se procesó la subordinación a una lógica de internacionalización de la producción y transnacionalización del capital. El eje primario exportador más especulación, poder financiero y fuga del excedente para constituir activos externos y condicionar al conjunto de la política económica vía deuda resultó el mecanismo de profundización de la dependencia local.
La consecuencia de ese proceso resultó en empobrecimiento estructural de la población y fragmentación de la fuerza laboral, con desempleo y subempleo en alza, en condiciones de flexibilización salarial y laboral, extendiendo la irregularidad en el empleo, alejando a millones de trabajadores y trabajadoras junto a sus familias de la seguridad social.
El salto es del 3 o 4% de pobreza en la previa a la dictadura genocida a los elevadísimos registros actuales de pobreza e indigencia; o de una tendencia a la regularidad en el empleo y la sindicalización, a la extensión de la irregularidad derivada de la impunidad empresaria y la pérdida de mecanismos de defensa de las trabajadoras y trabajadores. La ley de Bases avanza en ese camino de reaccionaria reforma laboral.
La masa social excluida del empleo regular y por ende de la seguridad social define los cambios profundos que explican la extensión del capitalismo criminal en el país, sea la droga, las armas o la trata de personas. Junto a ese proceso, la difusión de la tecnología de la comunicación, las redes y los nuevos dispositivos, son el caldo de cultivo para la emergencia política del personaje “presidente”.
Milei constituye una incógnita de la política contemporánea y así como existe el horizonte de crecimiento y reelección, la moneda en el aire también señala un rumbo de fracaso inminente. “Nunca puede ganar ya que no tiene estructura y es apenas una expresión municipal” se decía en plena campaña electoral. “No tiene poder institucional, apenas el 10% de los senadores y el 15% de los diputados; ni gobernadores, ni intendentes, ni partido, ni cuadros para la gestión”, se sostuvo luego de asumido en diciembre pasado.
A seis meses de inicio de la gestión se sostiene con un “decreto”, resistido en las calles, impugnado en una cámara y restringido por el poder judicial, pero funcionando para la desregulación y la liberalización. Además, una ley de Bases que le otorga “facultades especiales”, instrumentos para la reforma del Estado, las privatizaciones y la desregulación, más un Régimen de Incentivos a la Inversiones Externas, el RIGI, como un “dulce” para inversores ávidos por la explotación de los importantes bienes comunes en el país, especialmente el litio, el cobre, el oro, los hidrocarburos y los productos de la tierra en su conjunto.
Es cierto que la resistencia a la política del gobierno es elevada, con dos paros generales y múltiples acciones de protesta de organizaciones sindicales, populares, que se reagrupan en multisectoriales o asambleas que discuten programas y formas de confrontación, mientras atinan a esbozar un proyecto político alternativo, la gran ausencia del momento político actual.
Pulseada a dos puntas
El gobierno está en pleno despliegue de una pulseada a dos puntas, en contra de los proyectos desde abajo, pero también orientado hacia los de arriba, los que definen el modelo de acumulación y reproducción del capital local, incluso con aspiraciones de intervenir en proceso global de un capitalismo mundial en crisis.
Por un lado, asentado en el consenso social, primero electoral y ahora sustentado en la confianza de una estrategia en contra de la “política tradicional” en el país, lo que Milei define como “casta”, la pulseada es en contra de todo sustento político a una intervención estatal imaginada para la distribución progresiva del ingreso y de la riqueza, un imaginario muy fuerte instalado entre 1945 y 1975. Se propone disciplinar el poder sindical y social de trabajadoras y trabajadores construido desde fines del Siglo XIX, si puede con consenso y si no con represión, por ende, con “protocolo anti piquete”, detenciones e incluso despidos y amenazas de cesantías para instalar miedo.
Desde otro ángulo, la disputa es con el poder real y sus representaciones ideológicas, intelectuales, comunicacionales y políticas. Por eso se pelea con todos y gobierna con improperios, incluso a variados compañeros de ruta reciente. La crítica es a connotados profesionales de la economía liberal, considerados “fracasados”, caso emblemático del efímero ministro Ricardo López Murphy, o quienes no llegaron a la función ministerial, caso de Carlos Melconian. En ese camino se inscriben casi todos los “consultados” por la hegemonía comunicacional del país, generando asombro en la cultura dominante. Son expresiones intelectuales de parte importante del poder construido en estos años y sus ideas se reproducen para generar sentido de lo que hay que hacer. Por eso, la crítica involucra a periodistas “ensobrados” que difunden ese ideario y que, de inducir la liberalización de la economía, se constituyen en objetores de la personalidad agresiva de Milei.
Claro que en la base de esas “opiniones o ideas” está el poder real, al que Milei se cuida de atacar y si bien alude a los “empresarios prebendarlos” de la política de intervención estatal, también los califica de “héroes”, especialmente por sus acciones de evasión o elusión fiscal, incluso de la fuga de capitales, que según Milei, son expresión de las restricciones al libre movimiento de capitales y a las decisiones obstruccionistas de la libertad de comercio, de competencia o de cambio.
El sujeto del proyecto Milei es el empresario, especialmente el exitoso en términos de mercado, el monopolio, y por lo tanto su mensaje hacia allí se orienta y descalifica las recetas de otros profesionales a ellos vinculados. Está convencido que su lógica libertaria es la necesaria para la solución a la crisis de la Argentina y del capitalismo en general. Nunca aparece en su mensaje el interés del trabajador o trabajadora, salvo como apéndice del capital y la libertad de mercado.
Milei pretende liderar a la clase dominante local, en tanto es hijo de ella y considera ser el portador de un proyecto intelectual para refundar el país en el camino de los primeros fundadores, que emblemáticamente expresan Juan Bautista Alberdi y Julio A. Roca, sustentos intelectuales y políticos de la propiedad privada de los medios de producción y de la materialización institucional y productiva de la inserción local en la lógica del capital global.
Presión cambiaria y de la desconformidad
La pulseada con el poder económico y sus representaciones se manifiesta en estas horas en la presión por la devaluación de la moneda local. El ideal de Milei sería la “dolarización” y, por ende, resiste la presión devaluatoria y sostiene un rumbo de ajuste y reestructuración regresiva, mientras le dure el consenso social. Conoce las limitaciones económicas expresadas en la ausencia de divisas que respalden las aspiraciones del poder para terminar con las restricciones cambiarias, el cepo, e imagina una solución de mercado, con inversiones o préstamos externos, incluso que se abran las cajas de seguridad para la inversión productiva.
Es cierto que puede no durar y transitará en el camino etapas de cambios de funcionarios, que ya los ha habido en cantidad, para seguir ensayando su lógica libertaria; incluso ser derrotado, pero con las botas puestas. Está empecinado en imponer su convicción libertaria en contra del Estado y su participación para intervenir en la asignación de recursos para derechos sociales consagrados. En ese proceso también puede triunfar, lo que supone una ampliación de la miseria y deterioro de las condiciones de vida de millones de personas, base de cultivo para el estímulo al capitalismo criminal y no necesariamente para inducir un nuevo rumbo politico.
También comienza a expresarse la desconformidad social ante la falta de soluciones concretas para la reproducción adecuada de la cotidianeidad de millones. En ese sentido crecerá la protesta y una conflictividad que agudizará las confrontaciones sociales y políticas. El gran problema es si esa desconfianza, transformada en protesta y conflicto explícito asume una propuesta política transformadora que gane consenso en la sociedad para otro rumbo para la Argentina.
El país se divide hoy en ese dilema, sobre que prima más, si la presión cambiaria del poder económico o la presión social por resolver ingresos para satisfacer necesidades. En ese marco, Milei, intenta colocarse por encima y disciplinar a unos y a otros. Son las bases, en definitiva, de una crisis política que puede alumbrar nuevos tiempos de emancipación social.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
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