La artera matanza de los turistas mejicanos que se encontraban realizando un tour por Egipto es algo que nos llena de estupor e indignación. Y no sólo de estupor e indignación sino de asco y desprecio. Afirman las fuentes oficiales del gobierno egipcio que se trata de un «lamentable error» pues los comandos de las […]
La artera matanza de los turistas mejicanos que se encontraban realizando un tour por Egipto es algo que nos llena de estupor e indignación. Y no sólo de estupor e indignación sino de asco y desprecio. Afirman las fuentes oficiales del gobierno egipcio que se trata de un «lamentable error» pues los comandos de las fuerzas armadas los confundieron con un grupo terrorista.
Esto nos deja una lección importante que debemos resaltar y es que en la lucha contra el yihadismo internacional o contra el terrorismo islámico no hay ningún escrúpulo ni la más mínima compasión. Todo es válido y no existe la presunción de inocencia. Egipto ocupa un papel primordial en esta campaña y por algo EE.UU le entrega 1.500 millones de dólares anuales en ayuda militar. Esos helicópteros Apaches y los aviones F-16 que dispararon a la caravana hacen parte de esas remesas. Y no sólo eso sino que los pilotos han sido formados en las academias militares norteamericanas.
La orden emitida desde la Casa Blanca y el Pentágono al alto Estado Mayor egipcio es la de destruir, aniquilar, borrar de la faz de la tierra a los peligrosos terroristas que amenazan al paz y seguridad no sólo de Egipto sino del mundo. Los militares egipcios no tienen ninguna objeción y hacen lo que les viene en gana pues son inmunes ante la ley. Este doloroso episodio debe enmarcarse en lo que los mandos militares llaman «daños colaterales». Ha sido un accidente. Lo sentimos mucho. No volverá a repetirse.
El ejército egipcio está acostumbrado a reprimir con fiereza a quien se rebele o viole el estado de derecho. Acuérdense de lo que sucedió en la intifada del Tahrir en el 2011 -que causó la caída de Mubarak- y posteriormente en el violento desalojo del campamento de los Hermanos Musulmanes en el 2013. Unas acciones que dejaron miles de muertos, heridos, desaparecidos, torturados y encarcelados. El gobierno mexicano ante estos hechos no dijo nada y muy por el contrario los aplaudió, en consonancia con la política de su aliado norteamericano.
El mariscal al Sissi llegó al poder gracias a un golpe de estado que luego maquilló con un burdo proceso democrático que pretendía legalizarlo a nivel internacional. Fueron unas elecciones sin garantías en las que se obligó al pueblo a votar por el «salvador de la patria».
Si los muertos en este ataque llevado a cabo en el idílico desierto de la región de Wahat hubieran sido todos egipcios inmediatamente el gobierno sin ningún reparo los habría calificado de terroristas. Además una noticia como esa jamás se publicaría en los medios de comunicación pues desde hace tiempo que en Egipto se aplica la ley mordaza. En esta dictadura del terror la palabra de los militares es la que vale y ni nadie puede contradecirlos. No es posible ejercer la libertad de expresión pues está irremediablemente coartada.
Si alguien se atreviera a poner en duda la credibilidad del régimen al instante sería acusado de «cómplice de los terroristas». La persecución es implacable y la violación de los derechos humanos es algo normal en la rutina diaria. Pero este caso ha salido a la luz puesto que han sido ciudadanos extranjeros las victimas de la masacre y no han tenido más remedio que reconocer los hechos. Pero reconocer los hechos no quiere decir que sean los culpables porque esa caravana turística, según los altos mandos del ejército, se encontraba en una zona prohibida. Algo que es falso pues la compañía de turismo Windows of Egipt enseñó a la prensa internacional los permisos firmados por la autoridad policial correspondiente. En todo caso tarde o temprano tendrán que retractarse y darle la razón al gobierno por la cuenta que les trae.
En Egipto todos estos tours o viajes organizados se mueven con escolta o acompañamiento policial pues el gobierno está muy preocupado por la seguridad de los turistas extranjeros. (Cuyas divisas son muy importante para relanzar la maltrecha economía) Tras la revoluciones árabes del 2011 la cifra de turistas decreció considerablemente y ahora intentan a que vuelvan a incrementarse.
Esta brutal masacre no admite ninguna disculpa y sin lugar a dudas debería ser llevada a los altos tribunales de justicia internacional. Pero quizás lo peor de todo es que esto es algo que se viene repitiendo con asiduidad contra la población civil. O sea, no es un hecho aislado pues se han cometido otros ataques similares con efectos mucho más dramáticos y dantescos. Todos esos casos se esconden bajo un tupido velo y jamás verán la luz en los noticieros o en los periódicos. La información está censurada por el gobierno y ningún medio de comunicación puede publicarla sin estar autorizado.
Los familiares de los «caídos en combate» tienen que callar y enterrar a sus muertos de la manera más anónima posible. Al fin y al cabo se les acusa de terroristas y esos es algo imperdonable. Muy a menudo si hay algún superviviente o testigo incomodo es eliminado de ipso facto para ocultar pruebas. Además La dictadura egipcia cuenta con el beneplácito y aval de la comunidad internacional: EE.UU. Unión Europea, Israel – y como no también del gobierno mexicano que fue uno de los primeros en reconocer el triunfo del mariscal de campo Al Sissi en las elecciones presidenciales del 2014.
Este horroroso crimen de lesa humanidad nos tememos que vaya a quedar impune. La policía ya tiene a buen recaudo a los supervivientes egipcios que se encuentran heridos y aislados en hospitales del Cairo. No se les permite hablar con la prensa y ni siquiera con sus familiares. Podríamos decir sin exagerar que los mantienen secuestrados puesto que son los directos culpables de violar las normas que causaron la muerte a los turistas. Coaccionados por los servicios secretos ya les tienen dictado el guion que deben recitar ante los tribunales de justicia.
La compañía de turismo Windows Egipt, aunque tengan todos los permisos correspondientes en regla, deben asumir que la responsabilidad del caso. El gobierno hará lo imposible para que reconozcan su error pues nunca debieron parar en ese sitio donde se estaban llevando a cabo peligrosas operaciones antiterroristas. El gobierno mexicano ha exigido a los militares egipcios que aclaren las circunstancias de este siniestro ataque que dejó 8 de sus connacionales muertos y otros 6 heridos de consideración. Egipto se ha limitado a pedir disculpas por tan «lamentable error» agregando que ya se han abierto las comisiones de investigación al más alto nivel que tendrán como objetivo dilucidar la verdad y nada más que la verdad.
Acostumbrados a las mentiras y las falsas promesas con seguridad irán alargando proceso meses y tal vez años con tal de que prescriba. No hay pruebas suficientes para condenar a los militares pues todo no ha sido más que un «terrible accidente». Tal vez se llegue a algún acuerdo de compensación económica para los familiares de los fallecidos y los heridos y así intentar taparles la boca y calmar los ánimos exaltados. Esos si los muy cínicos hicieron llegar por intermedio de su embajador en México las más sentidas condolencias por lo sucedido añadiendo que los imanes de las mezquitas están rezando día y noche por el eterno descanso de los difuntos. Solo les faltó añadir que gracias a su intermediación ya deben estar gozando del descanso eterno en el paraíso.
A Los familiares de las víctimas y los supervivientes no les queda otra que denunciar estos hechos ante la opinión pública mundial. Lo mejor que podrían hacer sería planificar una campaña de boicot turístico a Egipto. Concienciar a la gente con mensajes lanzados a través de los medios de comunicación social para que condenen con firmeza a un régimen capaz de aniquilar a inocentes ciudadanos.
El gobierno egipcio para consolarlos dice que les ofrecerá a los heridos una compensación económica, o indemnización. Que les va a pagar sus gastos médicos y poco más. A los familiares de los muertos también les costearán la estancia en el Cairo. Seguro piensan que los mexicanos están acostumbrados a este tipo de matanzas por la violencia que impera en su país. «La lucha del narco es muy parecida a la lucha contra el terrorismo» así se expresó el primer ministro egipcio Shoukry en una nota enviada a la cancillería mexicana para justificar el «desagradable incidente».
Porque eso de sentar en el banquillo de los acusados a los mandos militares responsables de la matanza es impensable y hasta absurdo. Ellos son unos héroes intocables que tienen la gloriosa misión de limpiar el mundo de peligrosos terroristas. Los militares egipcios actúan de una manera cínica y perversa y poco puede hacer un gobierno mexicano débil y dubitativo para contrarrestar su diabólico proceder.
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