1. En los últimos años he pensado que más que denunciar el sistema capitalista -asesino de pueblos por miseria, hambre y enfermedades como ya es archisabido- lo importante es pensar (reflexionar con enorme responsabilidad) acerca de cómo ayudar a los trabajadores a elevar su conciencia de lucha y de organización para acabar desde la raíz […]
1. En los últimos años he pensado que más que denunciar el sistema capitalista -asesino de pueblos por miseria, hambre y enfermedades como ya es archisabido- lo importante es pensar (reflexionar con enorme responsabilidad) acerca de cómo ayudar a los trabajadores a elevar su conciencia de lucha y de organización para acabar desde la raíz con este sistema de explotación y opresión. Me parece ya muy trivial y más que repetitivo hablar de la enorme corrupción institucional, del saqueo de nuestras riquezas por un puñado de familias, así como de la oligarquía político-económica que domina el país. ¿Cómo acabar con él y dejar de lamentarse?
2. La realidad es que cuando los periodistas e izquierdistas damos a conocer denuncias lo hacemos con el fin de crear conciencia sobre la realidad; pero es tanto lo que hemos hecho durante décadas y hasta siglos, que parece que la gente no comprende, no hace caso o le importa un bledo; sin embargo no tomamos en cuenta que los medios de información capitalistas son mil veces superiores a lo que débilmente difundimos. A veces pensamos que es por «tontería» de la gente, sin darnos cuenta que lo que decimos es mil veces desmentido por el aparato de información de la burguesía. Así que no basta la información, ni mucho menos.
3. En primer lugar está el desarrollo de la conciencia política-social que es el conocimiento de la realidad concreta no aislada sino unida a más cosas. La conciencia se forma cuando se comprende la sociedad de clases sociales, la desigualdad, la necesidad de la unidad obrera-campesina-estudiantil y las luchas de los trabajadores en todo el mundo; cuando se comprende que no solo hay que luchar contra «las fallas» del sistema, los partidos y los políticos, sino contra todo el sistema de explotación mundial. ¿Cuánto tiempo y energías hemos perdido batallando contra un funcionario corrupto olvidando que todos lo son por el propio sistema?
4. Muchos estamos conscientes de esta realidad, pero divergimos en los métodos para organizarnos y extender esa conciencia tan necesaria. La táctica que ha predominado en México desde hace dos siglos -desde que se hizo independiente del imperio español- es la electoral impuesta por la burguesía o clase dominante. Pero como el triunfo de la burguesía fue mundial, el mismo sistema se impuso en el universo. Se sustituyó la monarquía (gobierno de uno) por la oligarquía (gobierno de pocos); el discurso autoritario (impositivo) por el discurso democrático (aparentemente libre); se realizan elecciones pero el gran elector sigue siendo la oligarquía.
5. La línea electoral ha persistido y se ha ampliado en México (sobre todo a partir de la llamada reforma electoral de 1977) repartiendo mucho dinero del presupuesto público y privilegios a medios de información, partidos y políticos. Cada tres años, o seis años -en las elecciones presidenciales- la burguesía confirma mediante sus procesos electorales su fuerza de dominación política e ideológica. Desde la revolución y la elección de Madero en 1911, hasta la de Peña Nieto, la burguesía ha reconfirmado 20 veces sus procesos electorales: 18 para el oficialismo y dos para el PAN que es lo mismo. Ninguna otra estrategia ha sido alternativa contra lo electoral.
6. La alternativa guerrillera en México hasta ahora no ha funcionado, pero no es descartable. No puede ser hecha a un lado cuando observamos cientos de miles de asesinados, el crecimiento acelerado de la miseria y la concentración de la riqueza en una cuantos manos. Las guerrillas encabezadas por Arturo Gámiz, Jenaro Vázquez, Lucio Cabañas, los Hnos. Bracho, los de la Liga 23 de Septiembre, el EPR y los zapatistas, fueron perseguidas y asesinadas. Las huelgas generales -fuera de amenazar con ellas- nunca han funcionado porque no se ha trabajado sobre ellas; las grandes organizaciones obreras y campesinas han sido siempre controladas por el Estado.
7. Frente a los procesos electorales que la burguesía nos ha metido hasta los tuétanos, la única alternativa es el movimiento de masas en las calles de las ciudades, en el campo y en las fábricas. Aquí la Coordinadora de maestros, la CNTE, desde hace más de treinta años ocupa el primerísimo lugar seguido por el movimiento electricista y otros movimientos dispersos. Casi nunca han ganado batallas de manera contundente, pero si han presionado para lograr algunas veces sus limitadas demandas; aunque la mayoría de ocasiones se han estrellado contra la pared. La CNTE ha practicado todas las formas de presión pero le ha faltado apoyo de otros contingentes.
8. Leyendo al politólogo Flores Olea, quien comenta un vídeo del lopezobradorista Díaz Polanco, parecen coincidir en que los movimientos sociales son circunstanciales, efímeros, que no llegan a concretarse y que generalmente son gremiales o sectoriales; que sus demandas no son generales y no hablan de la transformación social. Que sólo con excepción se convierten en políticos y que deben transformarse en partidos sin dejar de ser movimientos sociales. Quizá le faltó opinar que llegan a adoptar posiciones muy cerradas para negociar con el Estado y que el tipo de Estado mexicano no puede permitir a un grupo fuera de su control.
9. Pero hay que subrayar mil veces -y lo saben perfectamente Flores Olea y Díaz Polanco, que tampoco los partidos políticos socialdemócratas han llevado nunca a una batalla contra el capitalismo; la realidad es que en Europa y demás países esos partidos sólo han buscado tapar «las fallas» del capitalismo, engrasarlo, para que opere mejor explotando, oprimiendo y haciendo más miserable a la población. No olvidar que la burguesía dilapida decenas de miles de millones de pesos para reafirmar sus procesos electorales y quienes luchan en las calles son trabajadores que sólo cuentan con su miseria. De todas maneras necesitamos analizar y discutir más.
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