No le gustan las entrevistas. Por eso, la edición de su tercer disco de estudio es una oportunidad que no se puede desaprovechar. –Regaló el primer sencillo, Raining in paradise, en internet. ¿El futuro de la música es no pagar por ella? –Yo me lo puedo permitir, pero hay grupos que no tienen mi tirón […]
No le gustan las entrevistas. Por eso, la edición de su tercer disco de estudio es una oportunidad que no se puede desaprovechar.
–Regaló el primer sencillo, Raining in paradise, en internet. ¿El futuro de la música es no pagar por ella?
–Yo me lo puedo permitir, pero hay grupos que no tienen mi tirón y que con los 1.000 o 2.000 CD que venden llenan la nevera para la familia.
–Las discográficas auguran que internet acabará con la industria.
–Internet ha abierto mil caminitos interesantes que ya nadie podrá cerrar. Pero el grifo gordo lo siguen controlando los mismos.
–Decidió que no quería seguir en una multinacional.
–Lo que quiero es hacer mi trabajo a mi manera, con mis pautas. Pero estoy en la industria. El lunes sale mi disco en todo el país, aunque lo hará en una discográfica de corazón, que es K-Industria. Los he escogido porque son mis vecinos.
–«Si yo fuera Maradona, viviría como él». Es de La vida tómbola.
–¿Qué mejor ejemplo de lo que es la suerte en la vida, de los altibajos, del sí y del no? Diego es un ejemplo de que la vida puede llegar a ser una ruleta, una sorpresa. Fui a Argentina con Emir Kusturica hace unos meses para cantársela a Maradona.
–Aunque suene a paradoja, usted es la mayor estrella surgida del movimiento antisistema.
–Llevo años rechazando esa responsabilidad. Eso es un estorbo para un movimiento muy importante y diverso. No se puede reducir a una etiqueta porque lo forman millones de personas muy diferentes. Me refiero a quienes trabajan por un futuro más plausible para nuestros hijos.
–Pero sí utiliza sus canciones para lanzar consignas del movimiento.
–Tengo mis ideas, pero no valen más que las de la panadera. Mi responsabilidad es el acceso a la prensa, pero eso no hace de mí un líder. Es lo que le interesa a los que están enfrente, que surjan líderes.
–¿Para arremeter contra ellos?
–O para ligar con ellos. Hay mil técnicas. Gracias a mi videoclip la gente puede saber qué es La Colifata, la radio del psiquiátrico de Buenos Aires. Mi web está para eso, para contar lo que está pasando.
–¿Por qué Manu Chao gusta a tipos tan diversos de público?
–No sé analizarlo pero es algo que me da muy buena vibra. A los conciertos de Manu Chao y Radio Bemba va gente de culturas y edades muy diferentes. En Europa se están formando guetos por edades. En Francia, por ejemplo, los viejos ya no saben lo que es un joven, solo los ven por la tele y les tienen miedo.
–También muchos jóvenes solo saben del mundo por la televisión.
–Es el gran problema. Los chicos ya no creen lo que les dicen en la escuela ni a los padres, y lo único que se tragan es lo que dice la televisión. Una herramienta sin ética. Crecerá toda una generación sin ética.
–¿Qué más se está perdiendo?
–Todo tiene que ir rápido. Les meten lo de la rapidez. Los jóvenes ya no piensan que cualquier trabajo necesita su tiempo. La televisión fomenta una cultura de todo rápido: dinero rápido, trabajar lo menos posible, el que trabaja es un gilipollas… Pero en la vida no se consigue nada sin dedicación. Sin perseverancia.
–Usted se ha tomado seis años para grabar 20 canciones.
–Muchos jóvenes intentan cosas en la vida y, si no les sale a los seis meses o al año, se exasperan. Si decides hacer algo en la vida tienes que entender que ese camino va a ser largo y que habrá momentos difíciles. Muchos se desmoronan ante la primera dificultad. Y cambian e intentan hacer otra cosa y otra y otra…
–Y llega la frustración: el escapismo de fin de semana, el uso irresponsable de drogas.
–Ha habido varias épocas de consumo desmedido de drogas. Lo del fin de semana es una escapatoria. No hay que engañarse con que las drogas son la solución. Pueden ser un aliciente, una inspiración… Todo es una cuestión de moderación.
–Su hijo vive en Brasil. ¿No piensa traerlo a vivir con usted a Europa?
–Cada vez que voy a verlo le pregunto si quiere venir y contesta que no. Es muy jovencito, tiene 8 años, y allí es como un pececito en el mar.
–Algún día querrá venir y conocer cómo vive su padre.
–Lo traeré cuando tenga 12 años. A lo mejor es feo lo que digo, pero como padre, lo más bonito que podría hacer por mi hijo es tener una varita mágica y hacer que se quede mil años viviendo sus 8 años.
–¿Eso es lo que intenta usted?
–Ya me gustaría. Yo ya no puedo tener esa frescura, he entrado en el molde en el que te mete la sociedad cuando pasas la adolescencia. Intento trabajar mi música como un niño, con la intuición, que es algo que perdemos con el tiempo.
–Se dijo que se fue de Barcelona en el 2004 porque el Fòrum era demasiado para usted.
–Oigo 20.000 cosas cada día que han dicho manus chaos que no conozco. No me fui. Pero si el futuro de Barcelona es el Fòrum, me tendré que ir porque yo no pinto nada ahí. El proceso forumesco se está radicalizando, incluso en la parte vieja de la ciudad. Muchos de la bohemia nos estamos planteando cuánto tiempo vamos a aguantar esa apisonadora de leyes y de estructuración urbana.
–Hace falta mucho dinero para ser bohemio en Barcelona.
–Para mí no es un problema económico, sino de estar a gusto con una ciudad que cambia a marchas forzadas. Cierran los bares, echan a los inquilinos para construir edificios…
–Pero el turismo crece, dicen.
–¿Qué tipo de turismo viene? Antes venía un turista interesante en busca de las cosas que pasaban en la calle. Pero eso lo están matando. Solo buscan un turista borrego que gaste dinero y vaya al Maremàgnum y al Fòrum, una ciudad aseptizada con bares de diseño. Como París.
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