Se abre un nuevo período de la Revolución Democrática y Cultural en la controvertida historia boliviana. Ha sido transformada la estructura político-institucion al del país. Al costo de cien modificaciones fue aprobado el proyecto de Nueva Constitución Política del Estado. Y mediante la disminución del mandato de Evo Morales de cinco a cuatro años, quedó […]
Se abre un nuevo período de la Revolución Democrática y Cultural en la controvertida historia boliviana. Ha sido transformada la estructura político-institucion al del país. Al costo de cien modificaciones fue aprobado el proyecto de Nueva Constitución Política del Estado. Y mediante la disminución del mandato de Evo Morales de cinco a cuatro años, quedó abierto el camino para su reelección hasta 2015.
Luego de conseguir el respaldo de casi el 68% de votos de los bolivianos y bolivianas, ganar en siete de los nueve departamentos y en 98 de 112 provincias del país en el referendo revocatorio del 10 de agosto, se produjo un impulso poderoso de la organización popular e institucional y Evo Morales consiguió abrir una nueva fase del proceso antimperialista iniciado en enero de 2006 cuando asumió la conducción del gobierno. Con los resultados del referendo revocatorio el presidente apretó el acelerador de la historia ejerciendo acciones directas contra la conspiración y la acción desestabilizadora de las fuerzas conservadoras. El eje de este viraje fue marcado por la movilización masiva de más de 100 mil personas a Santa Cruz, más de 50 mil en la toma de Sucre y más de 300 mil en el cerco al Congreso Nacional en La Paz. Con un fuerte contenido nacionalista, agitando banderas tricolores bolivianas, la ciudadanía defendió con su vida la unidad nacional frente a los intentos separatistas de las oligarquías del Oriente.
La oposición en su laberinto
En las semanas posteriores al referendo revocatorio del 10 de agosto se produjeron acontecimientos de fuerte tensión y enfrentamiento social y regional impulsados por los impugnadores del gobierno y caracterizados por la violenta toma de instituciones públicas en la región oriental del país, los bloqueos de caminos, la persecución racista de indígenas por parte de los llamados jóvenes cívicos, la golpiza a militares y policías y los atentados contra gasoductos. El momento culminante fue la masacre de campesinos indígenas, el 11 de septiembre por parte de un grupo cívico de Pando, en el norte amazónico de Bolivia, dependiente del prefecto de la región Leopoldo Fernández. La masacre obligó al gobierno a declarar el «estado de sitio», situación de excepción que permitió la directa intervención de las Fuerzas Armadas en la región y la detención del prefecto Fernández en la cárcel de La Paz. A su vez, las organizaciones sociales retomaron la iniciativa, la organización y movilización en todas las regiones del país y particularmente en los centros neurálgicos del poder de la oligarquía terrateniente y transnacional de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija. De emergencia ante la crisis y por iniciativa del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se realizó en Santiago de Chile una cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) que impulsó el trabajo de observadores internacionales sobre la situación boliviana dando como resultado el rechazo mundial a la violencia sin límites de la derecha.
Recapitulación
La rebelión popular de octubre de 2003 permitió la derrota del sistema político y la preparación del terreno para el cocalero Evo Morales. Si durante los primeros meses de su gobierno se pusieron las bases del cambio social, político, cultural, militar y diplomático, con alianzas estratégicas con los gobiernos antimperialistas de Venezuela y Cuba primero y de Ecuador, después, durante los años 2007 y 2008 se hicieron muchas concesiones y se consolidó una oposición que utilizaba recursos legales e ilegales, aprovechando sobretodo los grandes medios de comunicación escritos y televisivos, en manos de intereses empresariales de la oligarquía. El proceso de la Asamblea Constituyente (2006-2007) debilitó al Gobierno, mientras la derecha posicionó las Autonomías Departamentales con Cabildos durante 2007 y Referendos Autonómicos en Mayo y Junio de 2008, inclusive planteando la federalizació n, la independencia y el protectorado de las regiones. Recién, desde mayo de 2008, se retomaron las banderas originales y se recurrió a la organización popular movilizada y a las acciones nacionalistas con la recuperación, mediante su nacionalizació n, de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) que había sido privatizada ventajosamente por la transnacional italiana Stet, y de la empresa holandesa-estadouni dense Transredes, Shell y Enron, que tenía bajo su control todo el sistema de transporte nacional e internacional de hidrocarburos.
Futuro
A partir de mayo de este año, el certero análisis de la situación política y social de Bolivia, de América Latina y de las relaciones con Estados Unidos, por parte del presidente Evo Morales Ayma y su equipo de gobierno, junto a la acción coordinada y precisa de las organizaciones sociales y populares y de las instituciones del Estado Nacional, permitieron la ejecución de una derrota política de la oligarquía y de sus aliados internos e internacionales, en particular del expulsado embajador de Estados Unidos en La Paz, Philip Golberg. La coordinación de movimientos, el control efectivo del espacio territorial y los tiempos, así como la precisa acción táctica no solamente de las instancias políticas, sino de las sociales, culturales y militares, fueron determinantes para que en los últimos seis meses se revirtiera una situación que se proyectaba muy crítica para el proceso de cambio. Determinantes fueron la recuperación de las movilizaciones de las organizaciones populares de campesinos, mujeres, vecinos, colonizadores, cocaleros, gremiales y la coordinación con la Central Obrera Boliviana (COB), la acción de las Fuerzas Armadas y las decisiones nacionalizadoras del gobierno para generar la nueva coyuntura. Con la experiencia de sindicalista cocalero, de tenaz parlamentario opositor, de interlocutor de líderes mundiales como Fidel Castro, Hugo Chávez y Rafael Correa y de claro enemigo de la política imperialista de Estados Unidos, Morales ha reforzado su liderazgo en Bolivia y tiene en sus manos la conducción del proceso de revolución democrática y cultural en Bolivia y la responsabilidad de avanzar en el proyecto bolivariano de la unidad de América Latina y el Caribe hacia una Patria Grande y poderosa.